Salvador Illa es un político pragmático. Le ha costado dar el paso de ir a entrevistarse con Carles Puigdemont en Bruselas y lo ha hecho en el momento que ha considerado mejor para sus intereses y para los de su partido. El tragicómico episodio de llegada y fuga de Puigdemont a Barcelona en el verano pasado no contribuyó precisamente a que esta reunión se pudiera producir. Pero una vez hecha, Illa se ha puesto delante de la manifestación y muestra en una entrevista con La Vanguardia una predisposición abierta y clara para exigir su vuelta a Catalunya, una vez aprobada la ley de amnistía y ratificada por el Constitucional. Atrás quedaron sus dudas y precauciones previas.
El president no se olvida de su socio Oriol Junqueras, del que también exige que pueda normalizar su situación política y pueda presentarse a las próximas elecciones catalanas. “Iré hasta el final”, repite Illa varias veces en la entrevista para exigir que se cierre una vez por todas el capítulo del procés que se inició ya hace ocho años. El sueño de Illa sería llegar a las próximas elecciones y poder enfrentarse a ambos candidatos… y ganarles, claro. Dicho esto, la reunión con Puigdemont, tan largamente aplazada, fue mejor de lo esperado e Illa confía en que pueda iniciar una nueva relación más estrecha con Junts. Veremos.
El Illa de esta entrevista ya no es el mismo de hace un año, cuando llegaba a la Generalitat con la ilusión de estrenar el cargo. Se muestra más agresivo con los rivales políticos, no duda en alinearse con Pedro Sánchez en la censura a algunos jueces y hace autocrítica de su gobierno en el sentido de que le gustaría avanzar más deprisa en los objetivos que se ha marcado en esta legislatura. Es hoy un político más seguro y ya no le preocupa tanto quedar bien con todo el mundo. Hay un punto de inflexión.
En los próximos meses va a intentar cerrar tres carpetas claves para consolidar su gobierno: el nuevo modelo de financiación, la aprobación de sus primeros presupuestos y la normalización judicial de sus rivales Puigdemont y Junqueras. Dice tenerlo todo bien enfocado, pero nada está asegurado, ni nada depende de él. Este es su gran inconveniente.