Ante un “mi mujer” o un “mi novia” entendidos como posesión, y no como únicamente una relación de parentesco, es cuando hay graves consecuencias.
Recordemos a Dominique Pelicot. Creó un espacio en el chat Coco en el que, en una suerte de autosatisfacción sexual perversa, ofrecía a otros usuarios beneficiarse de su mujer, Gisèle, mientras esta dormía. La cincuentena de agresores que años después fueron condenados a prisión no consideraron suficientemente revelador el nombre del foro creado por el marido, “À son insu” (traducido, “sin su conocimiento”), para darse cuenta de que de consentimiento por parte de Gisèle, nada de nada.
 
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Para Dominique, su mujer le pertenecía y era alguien de quien podía servirse. Lo mismo sucede ahora con los usuarios de “Mia moglie” (Mi esposa), una cuenta de Facebook con 32.000 inscritos en la que muchos compartían fotos de sus mujeres –algunas, incluso en momentos íntimos–, mayoritariamente sin ser ellas conscientes, por el puro placer de deleitarse con los comentarios y ver reforzada su virilidad.
Es la mujer como posesión, como trofeo, como fruto de una conquista. La mujer catálogo. Y son hombres envilecidos que demuestran incapacidad para percibir el sufrimiento de los demás, del prójimo. Todo ello no hace más que confirmar un patrón de personas que públicamente tienen una vida aparentemente normal, mientras que en privado (y en línea) actúan de manera reprobable.
“¿Hay alguien serio que quiera hablar de mi inconsciente esposa?”, dice un usuario anónimo (al tanto, “serio”, dice); “Envía fotos de tus guarrillas y te las haré más reales”, dice otro. “¿Qué le harías a mi esposa?”, pide alguien más.
Hablemos de Phica. Es otra plataforma clausurada estos días. Se exhibían fotos manipuladas con contenido pornográfico de mujeres famosas. En el “catálogo”, la primera ministra Giorgia Meloni o actrices como Paola Cortellesi o la influencer Chiara Ferragni. Y evidentemente, con comentarios subidos de tono.
“Los casos de los sitios web Phica y Mia Moglie son el resultado de 30 años de gobierno de Berlusconi, desde Drive en adelante, hasta programas de mala calidad, bailarinas, exhibiciones corporales, etcétera, que han demolido todas las restricciones morales y el sentido del buen gusto. La televisión refleja la sociedad, y viceversa”, escribe @FabSciarratta.
En todo esto hay otro hecho muy preocupante. Hacía veinte años que existía Phica. La plataforma Coco, la que usó Dominique Pelicot, fue creada en el 2003 y clausurada más de veinte años después, pese a tener un historial conocido y extenso de abusos sexuales. Meta cerró “Mia moglie” a finales de este agosto, después de que la periodista y escritora italiana Carolina Capria lo denunciara desde el perfil de Instagram lhascrittounafemmina. El grupo donde hombres exponían y cosificaban a sus parejas se había inaugurado en el 2019.
Es decir, que a los escasos mecanismos de control se suma la particularidad de que las medidas se aplican tarde.
Aún hay más. Hay que tener en cuenta el siguiente hecho como culminación del desastre: miembros de “Mia moglie”, además de minimizar los hechos cuando corría el rumor de su cierre, tomaron sus propias medidas. Así, según la prensa italiana, abrieron nuevos canales en Telegram. Un lugar que les garantiza establecer, según dicen, mejores mecanismos de selección para estar “más protegidos” ante actuaciones legales.
Así que, mientras las empresas tecnológicas se muestran lentas para reaccionar, la depravación corre más rápido y se reorganiza fácilmente en otros canales, en este caso Telegram.
No es Berlusconi. Es una sociedad que no ha dejado nunca de tener rasgos obscenamente machistas, y que con la era digital ha encontrado la vía para explayarse aún más. Hasta el punto de ser capaces de mercantilizar a sus mujeres públicamente. Porque creen que el cuerpo, la intimidad e incluso la imagen de las mujeres son patrimonio masculino. Entienden “mi mujer” como posesión, y no como una relación de parentesco.
 
            

