Como adulto, me siento en la obligación de educar a las nuevas generaciones –o sea: mis cinco sobrinos– y transmitirles valores aunque quizás preferirían que les transmitiese bizums, cosa muy natural.
El Ministerio de Igualdad es nuestro aliado pedagógico porque orienta, divulga y difunde de manera que en caso de duda siempre pienso lo que diría dicha autoridad a los mozalbetes y las mozalbetas que bien quiero.

Y eso que ando algo molesto con este ministerio, ya se me pasará. Tonterías: cada día escucho en RAC1 una cuña de Igualdad que dice que lo primero en cuestión de huevos es que “no sea ella la que siempre va a comprarlos”. ¿Han pensado en los miles de solteros, solterones, separados y divorciados que forman hogares unipersonales? ¿Invisibles? ¿Imperfectos? ¿Acaso no es un ejemplo de estigmatización? ¡Tenemos huevos, sí, en la nevera, y no llegan solos!
Mi sobrino adolescente salió la otra noche en un pueblo de la costa cuyo nombre no diré para no estigmatizar. La típica pandilla. Tres chicas y dos chicos. En un momento dado, decidieron ir a un pub- discoteca de esos que cierran tarde. Las tres chicas iban delante –quiero creer que mi sobrino es un caballero– y accedieron sin problema. El cancerbero frenó en seco a los dos pardillos y les conminó a pagar entrada.
–Pero... si vamos con ellas.
Mira que en la familia nos aplicamos, pero va un sobrino y legitima una desigualdad
La respuesta, barrunto que balbuceante, confirma que está en el buen camino, fiel a los criterios pedagógicos de la familia: ¡igualdad!
–El día que tengas tetas entrarás gratis.
Tal cual, como si estuviésemos en el litoral de los años setenta. ¿Qué debía yo decirle? Aparte de desaconsejarle un implante de tetas, no se me ocurrió nada pedagógico porque siendo todos estudiantes tampoco podía aducir que ellas tienen salarios más bajos por lo que se trataría de una corrección del mercado positiva.
Las amigas no pudieron mostrar su solidaridad –exigir pagar, por ejemplo– porque ya estaban dentro y ellos tragaron a pesar de que en esta familia somos pobres pero igualitarios.
Ministerio de Igualdad: ¿Qué debería haberle dicho al sobrino?