Gaza está en el foco de la actualidad y en el corazón de millones de ciudadanos de todo el mundo que no pueden entender cómo una masacre de estas características no puede detenerse. El discurso del Rey en las Naciones Unidas obvió el uso de la palabra genocidio que tanta polémica está causando en España, pero no le hizo falta para hacer un emotivo y clarificador discurso de cuál es la posición española.

Mujeres en Afganistán
El interés por Gaza no puede dejar en segundo plano otras graves tragedias humanas que suceden en otras partes del mundo y que, ciertamente, pueden caer en el olvido por las dificultades para poder acceder a informar sobre lo que allí sucede. Un caso evidente es el de Afganistán. La retirada de las tropas estadounidenses después de años de ocupación facilitó la vuelta de los talibanes al Gobierno e inmediatamente las sombras cayeron sobre las mujeres, que fueron privadas de derechos fundamentales.
En Afganistán no podemos hablar directamente de genocidio, pero la marginación que sufren las mujeres en el país es humillante. Su seguridad no está tan amenazada como los pobladores de la franja palestina, pero la mayoría son sometidas a unas condiciones de privacidad que es como estar enterrada en vida.
El Gobierno de Afganistán tampoco ha llegado a ser juzgado por la Corte Penal Internacional, aunque el fiscal de este organismo ya ha empezado a cursar alguna acción judicial por la situación de marginalidad que sufren las féminas. Nuestra compañera Lara Gómez Ruiz ha conseguido conectar con algunas escritoras afganas y hoy le damos amplia cobertura en nuestra sección de Cultura, tras la decisión del Gobierno talibán de prohibir los libros escritos por las mujeres en las universidades.
Es muy triste escuchar el testimonio de una de las autoras cuando dice que “las afganas esperábamos que el mundo nos ayudara, pero nos quedamos solas”. Afganistán está muy lejos de aquí, y allí no caen bombas, ni contamos los muertos diariamente. Sin embargo, no podemos olvidarlas y debemos, como hacemos hoy, luchar para reivindicar sus derechos, que ningún tipo de religión debe pisotear.