Como los tenistas con gran capacidad de reacción, Pedro Sánchez se dio cuenta de que Alberto Núñez Feijóo golpeó dura la bola con su derecha en Foment del Treball, así que decidió subir a la red para defender el punto. Por ello, ayer el presidente fue entrevistado, primero por Jordi Basté en El món a RAC1 y después por Gemma Nierga en Café d’idees, en contra de lo que le aconsejaban sus asesores, para intentar recuperar su posición en la pista. O lo que es lo mismo, recomponer la relación con Junts.
No solo anunció medidas en el Consejo de Ministros para incrementar el límite de gasto de los ayuntamientos y diputaciones, como le pedían los posconvergentes, sino que reconoció que estaba incumpliendo acuerdos pactados con ellos, reconoció la existencia de un conflicto político y se mostró dispuesto a corregir renuncias.
Pedro Sánchez se implica en recuperar a Junts para evitar que aparezca el ‘game over’
Subir a la red tiene riesgos, pues el passing shot es el golpe para superar al adversario en estos casos. Aun así, John McEnroe acabó ganando a Björn Borg con esta estrategia en la final de Wimbledon de 1981, que algunos consideran el mejor partido de la historia. ¿Qué está en juego en la política española? Sobre todo, el Grand Slam de la legislatura. El apoyo de Junts es el trofeo que aspiran a llevarse Feijóo y Sánchez, aunque sin éxito por el momento. El presidente arriesgó intentando defender su posición, a pesar de que Carles Puigdemont dejó muy claro que consideraba que el Gobierno había incumplido los acuerdos firmados en su día con los socialistas, por lo que no podían contar más con ellos. Seguramente, está más cerca la pelota de partido, el match point, pero Sánchez todavía aspira a ganar el punto y a seguir adelante en el set.
El presidente no lo tiene fácil, porque su manta es corta y, tapando con ella a Junts, queda al aire ERC, que es un socio más leal que los posconvergentes. El tetris de Sánchez es estresante como pocos y amenaza el game over. Coincido con Daniel Vázquez cuando en su último libro, Los felices ochenta (Folch & Folch), dice que admira a las personas capaces de sobrevivirse a sí mismas. Y que, como los gatos, tienen siete vidas. La cuestión es saber cuántas ha gastado ya el presidente en siete años.
