Exuberancia

Exuberancia
Staff Writer

Me gustan las mesas después de las comidas. El destrozo. El caos. El abandono. La quietud calamitosa del campo tras la batalla. Los cuervos, las banderas desgarradas, los escudos partidos, las armas abandonadas. Que es lo mismo que decir las copas empañadas, las botellas vacías, los platos sucios o el mantel cubierto de migajas, de cáscaras, de peladuras, de manchas, de servilletas usadas, de restos de tapones de cava y de otros vestigios de la diversión y el disfrute que implica comer en buena compañía.

table set up for dinner

  

Getty Images

Cuando recojo la mesa, habiendo hospedado una comida o una cena, después de su debida sobremesa y de todo lo que haya podido venir luego, me fijo en la posición aleatoria de los cubiertos, los cuencos, los platos, las bandejas, los vasos, las copas y las tazas­, que se han movido de un lado a otro, de unas manos a otras a lo largo de la velada, y que cuando el bullicio se ha acabado, se han detenido en un punto específico del mantel. Se tendría­ que hacer un mapa, pienso, una gráfica, me digo, un diagrama con flechas que detalle sus viajes y trasiego.

Nos gusta recoger la mesa poco a poco, sin prisa, comentando la jugada

En estas ocasiones, cuando ya hemos convencido a los amigos de que no sufran y se vayan tranquilos, que es domingo por la noche y todos tienen un rato hasta su casa, y todo el mundo debe prepararse para el lunes, y de que, de verdad, nos gusta recoger la mesa poco a poco, sin prisa, comentando la jugada, en serio que disfrutamos de la parte final de una fiesta, aquella que consiste en limpiar y ordenar para devolver la casa a su estado previo al tumulto, me viene a la mente Daniel Spoerri. Concretamente, pienso en los que el mismo artista llamaba tableaux pièges, snare-pictures o Fallenbilder (cuadros trampa). Obras que produjo a partir de 1960, en las que fijaba los detritus de una comida tal como habían quedado una vez los comensales se habían levantado. Una vez lo había sujetado todo en su sitio, colocaba la mesa en posición vertical a la pared.

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Entonces, como si dentro de mi asociación libre de ideas fueran de la mano, mientras lleno el lavaplatos, también me acuerdo de las palabras de Daphne du Maurier en Rebeca, cuando después de recibir visitas su protagonista dice: “Me pregunto si pasa lo mismo en todas las casas, esta sensación de exuberancia cuando los invitados se marchan”.

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