La última amenaza

FUTUROS IMPERFECTOS

La última amenaza
Staff Writer

Franklin D. Roosevelt pretendía que Estados Unidos fuera el gran arsenal de la democracia. El neoyorquino fue el presidente número 32 y estaba convencido de que su país debía ser un baluarte de derechos fundamentales, dispuesto a protegerlos allí donde fuera necesario. Tras la infamia de Pearl Harbor, encabezó la movilización de la economía estadounidense para apoyar el esfuerzo de la guerra contra las potencias del eje y estableció la es­trategia de “Europa primero”. Donald Trump es todo lo contrario. Le importan un pimiento los derechos fundamentales, solo cree en el “America first”y considera que la UE se formó para “joder” a Estados Unidos. Tenemos un problema: Trump no soporta a la Europa liberal y solidaria. La considera una sanguijuela que chupa la sangre y los recursos a los estadounidenses. Y, como le encanta creerse sus propias mentiras, ha decidido que los europeos no somos sus aliados, sino sus parásitos.

Horizontal

 

Alex Brandon / Ap-LaPresse

En la nueva estrategia de seguridad nacional del presidente de Estados Unidos, establecida en un documento de 33 páginas publicado en la página web de la Casa Blanca, deja de considerar a Rusia como una amenaza directa y califica a los países europeos como potencias en declive. El retrato que hace de la UE no puede ser peor y, sobre todo, más alejado de la realidad: la considera un territorio donde se censura la libertad de expresión y se reprime a la oposición política. 

Trump parece haber renunciado a la UE como aliado y apuesta por entenderse con Rusia

Trump considera que las nuevas formaciones de extrema derecha, que Rusia alimenta y Estados Unidos alienta, pueden corregir esta situación. No soporta las cesiones de soberanía de los estados, las regulaciones de Bruselas y la voluntad de alcanzar consensos para avanzar. La tensión va en aumento a pesar de la prudencia europea: “Europa debe tener mucho cuidado, va por mal camino”, acaba de decirle al mundo.

Lee también

Se lo están pensando

Màrius Carol
Horizontal

Nos encontramos ante una rup­tura histórica y la credibilidad de la UE está en juego. Solo hemos escuchado a António Costa, presidente del Consejo Europeo, plantarle cara. El ­silencio de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión, es clamoroso. La prudencia no debería hacernos perder la dignidad. Sus dudas y temores no pueden sumir a los europeos en la vergüenza.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...