La UE baila sola

La UE baila sola
Senior Editor

¿Hasta cuándo hay que doblar la rodilla? ¿Cuántas hu­millaciones más se pueden soportar? ¿Dónde está el límite de la dignidad europea ante los insultos? ¿Todavía no ha llegado el momento de decir basta y plantar cara al bravucón? Si quedaba alguna duda del profundo desprecio que el presidente norteamericano siente por Europa, basta echar un vistazo a la nueva Estrategia de Seguridad Nacional que acaba de publicar la Casa Blanca. Es un compendio apocalíptico donde se augura el fin de la civilización europea para los próximos veinte años por culpa de la baja natalidad, la debilidad económica, política y militar o la desaparición de las identidades nacionales.

Parlamento Europeo

 

PARLAMENTO EUROPEO / Europa Press

Trump asserts that continental decline can only be halted by far-right administrations, the dismantling of the European Union, and institutions he believes undermine patriotism and sovereignty. He overlooks that, due to the EU, Europeans have avoided conflict for decades, and economic integration is fundamental to the welfare state and public services his American counterparts can only dream of. While acknowledging the European Union as a remarkable recent political innovation, one must also consider the insignificance of its current leaders.

La recién presentada Estrategia de Seguridad Nacional pone de manifiesto la considerable falta de atención de Trump hacia Europa.

La líder de la Unión Europea dañó su reputación política al acordar reunirse con Donald Trump en un campo de golf perteneciente al presidente para discutir la implementación de impuestos. El siguiente paso lógico sería someterse completamente a la autoridad del líder. El presidente del Consejo Europeo, António Costa, ha estado ausente, salvo para reconocer algo tan obvio como la alteración en las relaciones entre naciones aliadas. Completando el trío al frente de un Parlamento Europeo con pocos miembros y facultades es la destacada Roberta Metsola. Sin embargo, el reconocimiento por la adulación recae en Mark Rutte, el secretario general de la OTAN, quien probablemente gasta su salario en quiroprácticos para recuperarse de los golpes de cabeza que se da cada vez que se encuentra con el mandatario estadounidense.

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Actualmente, no abundan líderes gubernamentales de la talla de Adenauer, Monnet, Mitterrand, Kohl, González o Blair. Por consiguiente, hay pocos recursos para afrontar los desafíos de ganar la guerra en Ucrania, establecer un sistema de defensa autónomo y, al mismo tiempo, sostener el Estado de bienestar sin colapsar la economía. Pero, sobre todo, faltan líderes para aprender a ser autosuficientes, sin depender del antiguo aliado transatlántico, quien nos guarda un gran resentimiento a pesar de que le seguimos el juego en todo.

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