Hoy es el día. 16 de diciembre. Hace 250 años que nacía Jane Austen y culmina así un 2025 dedicado a la obra de una mujer que supo retratar el universo femenino en una época que nos puede resultar muy fascinante, pero en la que preferiríamos solo pasar unas rápidas vacaciones históricas.
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Ella fue escritora en una época en que las mujeres escribían para ellas o para un círculo íntimo. Las escasas autoras que lograban publicar sus obras no firmaban con su nombre. Ese fue su caso. Primero publicó Sentido y sensibilidad con un “by a Lady”. En la siguiente, Orgullo y prejuicio, se valió de un “de la autora de Sentido y sensibilidad”, y así fue repitiendo la fórmula en las dos siguientes que logró publicar en vida. Solo cuando murió, su hermano sacó a la luz un volumen con Persuasión y La abadía de Northanger en que revelaba su nombre e incluso incluía una nota biográfica. Eso ocurría en 1818, un año después de que Jane Austen muriera a los 41 quizá de un cáncer de mama o de la por entonces desconocida enfermedad de Addison.
En su época, las escasas autoras que lograban publicar sus obras no firmaban con su nombre
Y es que en realidad poco se sabe de su vida a pesar de las cartas que remitía a su hermana Cassandra. Pero de lo que no cabe ninguna duda es de la envergadura de su obra literaria, a pesar de que todavía haya quien la inscriba en esa patriarcal etiqueta de literatura de o para mujeres.
No nos debería extrañar que ese nombre que fue anónimo se equipare hoy a grandes firmas de las letras inglesas, empezando por el mismísimo Shakespeare. Heredó de él esa maestría en los diálogos amorosos, al más puro estilo de Mucho ruido y pocas nueces. Pero no solo eso. Comparte con el hombre que dio vida a Romeo y Julieta esa comprensión de la naturaleza humana con sus pasiones y contradicciones sumamente universales e intemporales, de ahí el éxito todavía de los escritos de ambos. Y como él, los personajes de ella no son nada superficiales, sino dotados de una profundidad psicológica que conecta con la nuestra. Evidentemente, también hay crítica social. La de Austen, muy enfocada a evidenciar esa hipocresía tan británica. Además, se anticipa a un feminismo hoy muy reivindicado en ella, que seguramente nunca llegó a sospechar que lo albergaba, algo que suele ocurrir con los precursores.
A estos ingredientes se suma la sal de la ironía y los dobles sentidos. ¿Qué más necesitamos? Quizá, más allá de las películas inspiradas en sus novelas y de la moda surgida a raíz del 250.º aniversario, no dejar de ir o regresar a sus textos originales, cargados de frases para subrayar, como: “La persona, ya sea caballero o dama, que no ha gustado de una buena novela ha de ser intolerablemente estúpida”.
