Supuestamente soy beneficiaria de lo que pomposamente llaman renta garantizada . Pero estamos a finales de junio del 2025 y no cobro, así como otras muchas personas, desde enero. Seis meses. Se me dice que la razón del retraso en los pagos es el exceso de revisiones anuales, cuando se supone que sería un servicio que no debería fallar, ya que se juega con la vulnerabilidad de los más desfavorecidos. Y mientras, ¿cómo sobrevivir?
En un mundo con retribuciones de empresarios que rozan el presupuesto de países enteros, sueldazos vergonzosos de altos comisionados políticos, corrupción millonaria a izquierda y derecha, gastos desorbitados en maquinarias de guerra y un largo etcétera de derroche y egoísmo, una se siente poco menos que una piltrafa del sistema. Y el desahucio, a las puertas de casa.
Paciencia dicen. Ya saben, porque está en sus cuentas C del sistema que sobrevivimos gracias a la solidaridad de amigos y familiares que pasan a ser los sostenedores de la verdadera garantía de nuestra supervivencia. Una mierda de Gobierno: permítanme, por lo menos que, aun no deseándole mal a nadie, una tenga el derecho a expresar su rabia y su hartazgo. Porque si no, ¿dónde expresa una su malestar? ¿A una trabajadora social que hace lo que puede por nosotros? ¿A un administrativo que ni pincha ni corta? ¿A su médico? ¿A su siquiatra? No tenemos acceso a irresponsables de todo este despropósito para cantarles las cuarenta porque no tienen la suficiente responsabilidad para ponerse cara a cara con nosotros. Sin embargo, dicen que cobran por ello. Irresponsables totales del Rey a abajo, y, según parece, inviolables. Seis meses de irresponsabilidad e ineptitud sobre la que finalmente nadie se hace cargo ni nadie paga, porque, claro, lo suyo sería pedir daños y perjuicios. Pero, en su lógica de vomitiva burocracia, no eres más que un “parásito” que encima que vive de ayudas, se queja. Sin embargo, sabemos que los que viven a costa de nuestro esfuerzo obrero de toda la vida son esa aristocracia a la que hay que sostener sus chalecitos de lujo y sus caras vacaciones, mientras se la suda nuestras miserias. Iros a la p. m.
María Isabel Goya Canterot
Pamplona