Ya se han quemado más de nueve millones de hectáreas desde 1961. No es una casualidad, son el resultado de décadas de abandono rural, pero también de políticas forestales erróneas, incluyendo tres millones de hectáreas de repoblaciones de pino y más de 850.000 de eucaliptos y Pinus radiata , que son cultivos forestales altamente inflamables.
Lo que estamos viviendo no es natural: es el reflejo de una gestión desastrosa. Un bosque tarda en formarse entre decenas y cientos de años, un incendio brutal o unas talas pueden destruirlo en unos minutos, pero también unos trabajos con maquinaria pesada inadecuados o fuegos prescritos, aunque sean bienintencionados. Diseñemos el bosque del futuro entre todos, pero no solo los de siempre. No funciona.
Fernando Prieto
Madrid