El proceso interno de Esquerra condiciona el ritmo legislativo del Govern. El Ejecutivo de Salvador Illa no ha presentado los presupuestos catalanes todavía y si con los comunes hace semanas que se trabaja en ello, con los republicanos la negociación es harina de otro costal. En el Govern esperaban a que se aclarara el organigrama interno de ERC y aguardaban a conocer quién es su interlocutor tras el congreso de los republicanos. A mediados de diciembre entronizaron nuevamente a Oriol Junqueras, que por ahora exige al PSC que cumpla lo pactado con su partido.
En su balance previo al parón navideño el president quiso ser cauto al abordar este asunto. “Urgencia, ninguna. Mucha serenidad e ideas bastante claras”, recetó en una rueda de prensa, en la que aseguró también que el Govern “no se levantará de ninguna mesa” y que tendrá “una actitud de generosidad para llegar a acuerdos” con los demás actores. En aquella intervención, Illa señaló también que será “respetuoso” con el tiempo de las demás formaciones y expresó su deseo de verse con Junqueras en enero. De momento no se ha hecho pública ninguna cita entre ambos.
La formación tiene pendiente la segunda fase de su congreso, en la que se tiene que definir la estrategia
Lo cierto es que ya ha habido contactos entre socialistas y republicanos, pero en el PSC no aprecian ninguna prisa en sus interlocutores. Hay que tener en cuenta que el proceso interno todavía no ha concluido. En noviembre y diciembre se renovó la cúpula, pero aún no se ha celebrado la segunda fase del cónclave, que no es menor. En esa cita, que tendrá lugar los días 15 y 16 de marzo, con las ponencias, se acabará de perfilar la organización del partido y también se definirá la estrategia política.
Por tanto, antes de esa cita, es complicado que se aclare el panorama. En cualquier caso –dijo Illa–, está previsto que en enero la consellera de Economia i Finances, Alícia Romero, abra una nueva ronda de contactos con los grupos y los agentes sociales para abordar los presupuestos.
En el Ayuntamiento de Barcelona tampoco fluye la relación entre ambas organizaciones. El guion saltó por los aires el 13 de junio. Todo parecía indicar que a la alianza de gobierno entre PSC y ERC solo le faltaba la firma. De hecho, los socialistas ya habían pactado con la dirección del grupo municipal republicano, desde diciembre anterior encabezado por Elisenda Alamany, el nuevo reparto de poder en el organigrama del Consistorio. Pero la crisis interna de Esquerra y su reflejo en la federación local de Barcelona provocaron una movilización sin precedentes que desbordó el aforo de la sala de actos del Orfeó Martinenc y obligó a suspender la asamblea decisoria sine die.
Los socialistas mostraron un respetuoso silencio por la falta de determinación de sus frustrados socios, les invitaron a resolver sus cuitas domésticas y, eso sí, dejaron la puerta abierta (en un pase sin fecha de caducidad) a su futura incorporación al gobierno de la ciudad.
En el último pleno municipal del año, el alcalde Jaume Collboni obtuvo el apoyo de ERC a las ordenanzas fiscales del 2025, que sumado al de los comunes permitió al gobierno aprobar su proyecto. Tras las vacaciones navideñas –en esta ocasión más vacaciones que nunca– llega la hora de negociar los presupuestos de este año. Los del 2024 fueron prorrogados por el primer edil para ganar tiempo y convencer a ERC y también a los comunes, pues son necesarios los votos de ambos para que haya nuevas cuentas este año. La intención de Collboni es presentar el proyecto de presupuestos a finales de enero o en febrero, con el propósito de disponer de una previsión de ingresos y gastos para este año en torno a la Semana Santa.
Los socialistas, aún conscientes de la imprevisibilidad de los republicanos, quieren creer que no ha habido un vuelco absoluto de la situación que se planteaba unos meses atrás y que, por lo tanto, los cinco concejales de ERC acabarán dando el sí a los presupuestos. En teoría más dudas suscita a los socialistas la actitud de los comunes, que ya han puesto sobre la mesa de negociación aún por estrenar una serie de duras condiciones.