“El centro (ahora) soy yo”

Análisis

“El centro (ahora) soy yo”
Directora adjunta

Siempre que se recuerdan los giros al centro del PP se recupera el mordaz comentario de Alfonso Guerra: “El PP lleva años viajando al centro y todavía no han llegado; ¿de dónde vendrán, que tardan tanto?”. Pero la fórmula le funcionó a José María Aznar. Adoptó la etiqueta centrista en el congreso de Sevilla de 1990, el de la refundación, bajo el lema “Centrados en la libertad”. Y la operación culminó en 1999 con la apelación al “centro reformista” que, según confesión propia, llevó a Alberto Núñez Feijóo a afiliarse al partido. En el congreso del PP celebrado este fin de semana en Madrid, el actual líder se ha declarado heredero del “centro reformista” y ha usado así a Aznar como coartada para cubrirse en un contexto en el que muchos aprietan hacia posiciones más extremas.

El Aznar de 1990 necesitaba presentar su partido, que venía de la vetusta Alianza Popular de Manuel Fraga, como una formación moderna y moderada que podía “garantizar la alternancia sin traumas, con estabilidad, con normalidad, democráticamente. Nadie va a tener nada que temer”. Feijóo también necesita ahora convencer a votantes en los que haya prendido la desconfianza hacia Pedro Sánchez. “Devolver la normalidad política”, prometió ayer Feijóo. “Os aseguro que nunca separaré a los españoles”, insistió.

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Aclamado y con un partido unido, Feijóo se ha permitido en este congreso ser más el líder gallego

Llevaba Aznar tres años en el Gobierno, gracias al apoyo de nacionalistas catalanes y vascos, cuando empezó a reivindicar con énfasis el nuevo giro al centro, liberal y reformista: “Dirigí el partido desde 1990 hasta 1996, cuando se convirtió en Gobierno y en el primer partido de España. Es hora de construir una fuerza política de lo que llamo centro reformista de cara al siglo XXI. Tengo que hacerlo yo. Y lo estoy haciendo. Estoy muy ilusionado con este proyecto”. Lo dijo en vísperas de ese congreso de 1999 que fue presentado como la segunda parte del de Sevilla.

Eugenio Nasarre, procedente de la democracia cristiana y colaborador de Faes en los años noventa, ensalzaba el “centro reformista” como la respuesta más efectiva para limar los “enfrentamientos irreconciliables entre españoles” provocados por motivos “religiosos, sociales y territoriales”. Estaba de moda la Tercera Vía de Tony Blair. Hoy, ante la eterna discusión entre derecha e izquierda sobre cuánto estado y cuánto mercado es conveniente, cada vez más corrientes políticas consideran ambas tendencias insoportables. Abogar por el centro parece cosa de otro tiempo, más cuando Vox sigue al alza. Feijóo lo sabe y recordó a los votantes de extrema derecha que esto va de echar al actual presidente: “O Pedro Sánchez o yo”. Pero también es consciente de la oportunidad que supone para el PP la actual debilidad del PSOE y para captar o al menos desmovilizar a los votantes socialistas tiene que asegurarles un cambio tranquilo.

Congreso del PP Partido Popular Alberto Nuñez Feijoo Isabel Diaz Ayuso José María Aznar

Feijóo junto a Tellado, flanqueados por el matrimonio Aznar-Botella y Rajoy

Dani Duch

El presidente del PP promete normalidad para evitar que se movilice el votante del PSOE desilusionado

Así que este fin de semana se ha permitido ser más el líder gallego que el madrileño. Para impedir fugas a Vox ya ha nombrado a escuderos de oratoria afilada y contundente, como Miguel Tellado o Ester Muñoz. Él solo aludió a la extrema derecha para descartar un cordón sanitario por respeto a sus votantes.

“El centro soy yo”, decía Aznar. Proclamaba así que bajo su manto y mando cabían “conservadores, demócrata cristianos o liberales”. Feijóo ha seguido su estela de manera más sutil quizá, pero igualmente nítida. Su discurso de ayer empezó con un “yo acuso” –que emulaba a Zola ante el caso Dreyfuss– para denunciar los desmanes del PSOE y acabó con seis compromisos al estilo del “puedo prometer y prometo” de Suárez. En ellos, ninguna novedad más allá del clásico “dentro de la Constitución todo, fuera de la Constitución nada”, que lo mismo sirve para un líder de izquierdas o derechas que para un dictador latinoamericano de los que tanto habla Isabel Díaz Ayuso. Pero Feijóo quiso dar un tono presidencialista a su discurso. Nada que ver con el deseo de enchironar a Sánchez expresado por Aznar o con las diatribas hiperbólicas de la presidenta madrileña, que dibujó una España irrespirable en la que un Gran Hermano comunista nos chupa la vida, salvo en la isla de libertad que es Madrid, guardada por la Juana de Arco del PP.

“El centro ahora soy yo”, podía haber resumido Feijóo. Pero eso solo puede funcionar si, como ocurrió con Aznar, todo el partido se sitúa junto al líder. Por eso, Feijóo agradeció expresamente que le hubieran regalado un congreso de unidad, una demostración fehaciente de cierre de filas. El gallego les dijo a los suyos que cada uno puede poner el acento que quiera en su territorio, siempre que contribuya a remar en la misma dirección. “Aquí está todo el partido”, se felicitó Feijóo. Cierto. Nadie dio la nota. Todos se abrazaron. Los barones no escatimaron en fotos de grupo, incluyendo a Carlos Mazón.

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