Los señuelosde la actualidad

Javier Bardem aprovechó la alfombra roja de los premios Emmy para, envuelto en una kefia palestina, denunciar lo que definió como “genocidio de Israel en Gaza”. En una web de venta de ropa alternativa, el precio de la kefia (modelo Arafat) es de 24,90 euros. Bardem es coherente con un discurso solidario que ha manifestado a todas sus entrevistas de promoción previas a la gala de premios. En Polonia, mientras tanto, siguen analizando los restos de drones rusos abatidos. Los expertos han llegado a la conclusión que podrían ser señuelos pensados para localizar las baterías antiaéreas del ejército polaco o de la OTAN. O sea: una satánica finta pensada para, más adelante, ser más criminales y eficaces.

Inevitablemente, todas las tertulias comentan las movilizaciones y los in­cidentes de Madrid, que sabotearon la última etapa de la Vuelta. En la Cope, Carlos Herrera califica al presidente
Pedro Sánchez de “agitador social” y compara la estrategia de kale borroka con la del 1 de octubre. En Onda Cero, Carlos Alsina busca en el humanismo y la sabiduría de Amos Oz, reflexiones que le ayuden a explicar –entenderla
es imposible– la barbarie. Después, a
los tertulianos les toca torear un día
de debates especialmente envenenados.

Las tertulias ayudan, como un termómetro, a detectar las fiebres de la actualidad

Como formato radiofónico, la tertulia resiste. En petit comité , muchos radiofonistas comentan que les encantaría desprenderse de una fórmula cada vez más permeable a las interrupciones. Pero, al mismo tiempo, saben que es un formato muy útil para transformar la indignación visceral en opinión publicada y proveedor de cuñadismos. El otro problema es el nombre. Carlos Alsina y Roger Escapa mantienen la denominación clásica de tertulia.

Otros buscan eufemismos más creativos. En Julia en la onda (Onda Cero), la tertulia se llama Gabinete para cafeteros , heredero del Gabinete que hace años Julia Otero acuñó como un acto de singularidad, que es lo mismo que hace el Hoy por hoy (Ser) con El abierto . En Herrera en Cope son Las claves del día y, en El matí de Catalunya Ràdio , L’àgora , un término que, en televisión y sin apóstrofe, ya explotó Xavier Bosch en un espacio de entrevistas. Es el mismo Bosch, que, en El món a RAC1, bautizó la tertulia como El perquè de tot plegat , que Jordi Basté transformó en una rotonda exitosa, con tráfico suficiente para escapar en todas las direcciones –denuncias, debates, conexiones, llamadas–. Resultado: cuando salen de la emisora, es probable que muchos tertulianos se pregunten si siguen siendo tertulianos o instrumentos de la fragmentación impuesta por la compulsiva comunicación actual. Una fragmentación que se aleja de la idea de conversación que, en origen, definía la esencia tertuliana. Y eso hace que la apariencia de debate y de diálogo sea, a veces, un simple cebo, muy útil, que, como un termómetro, ayuda a detectar los niveles de intransigencia, ignorancia y demagogia ambientales.

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