¡No pasa nada! Y si pasa, ¡tampoco pasa nada!

Mar de fondo

Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde, escribió Jaime Gil de Biedma. Algo menos poético, pero parecido en el fondo, viene sucediendo estos días con la agonía parlamentaria del Gobierno.

El corte de mangas de Junts al PSOE quiso maquillarse la semana pasada por la negativa de los de Puigdemont a sumarse a una enmienda del PP que pretendía dejar sin efecto las órdenes ministeriales con la fecha de cierre de algunas centrales nucleares. Tomó cuerpo enseguida la narrativa de que Junts dice una cosa, pero a la hora de la verdad hace otra. Así que nada, o casi nada, había cambiado en realidad para Pedro Sánchez. ¡Sigan jugando! Una lectura muy optimista que partía de un equívoco: dar por supuesto que negar el pan y la sal al Gobierno equivalía a sumarse a las iniciativas del PP.

No puede pasarse por alto que Aitor Esteban diga que si fuera Sánchez pensaría en elecciones

Ha bastado una semana para comprender, como en el verso de Biedma, que la cosa iba, al menos, bastante en serio. Hoy se tumbará la senda de déficit aprobada por el Gobierno la semana pasada, primer paso para una hipotética aprobación de los primeros presupuestos de la legislatura.

No pasa nada, dicen los optimistas. A fin de cuentas, Junts hizo lo mismo el año pasado. Y tienen razón, salvo por un pequeño detalle. Imposibilitar otra vez la tramitación de unas cuentas públicas significa ahora que Pedro Sánchez no va a aprobar ni tan siquiera unos presupuestos en toda la legislatura.

Sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados Maria Jesus Montero Yolanda Diaz

La vicepresidenta María Jesús Montero

Dani Duch

El Gobierno se ha puesto la venda antes de la herida. La vicepresidenta María Jesús Montero ha exhibido la actitud exageradamente indolente del Gobierno en relación con el batacazo que vivirá el Ejecutivo hoy en el Congreso.

¡No pasa nada! El truco se ve a la legua, pero quién sabe si será efectivo. Se trata de quitar importancia a la patada que recibirá en el Congreso la senda de déficit, dándola por sentado antes de que sea una realidad. Ya sabemos que vamos a perder, así que la derrota es menos derrota.

No solo eso. En realidad, en la cabeza de los estrategas la derrota es casi, casi una victoria. Permite señalar a quienes voten en contra y a quienes se abstengan, peperos, voxeros, junteros, Podemos y una diputada de Compromís, como gentes que no piensan en todo lo bueno que esos presupuestos que hoy quedarán abortados en la primera curva aportarían a los ciudadanos. De ahí que, en una doble pirueta, Montero ya haya anunciado que volverá al Congreso en unas semanas con la misma propuesta para que se la vuelvan a tumbar. Filibusterismo presupuestario en grado máximo.

Las dificultades van más allá de los presupuestos. Esta semana debían producirse avances en la ley de lobbies, una de las propuestas estrella de regeneración democrática que prometió Pedro Sánchez cuando estalló el caso Cerdán. Debía votarse el dictamen para poder llevar la ley al Congreso antes de que finalice el 2025. Pero el PSOE sacó el termómetro para medir la temperatura ambiente y de momento no hay fecha para la continuación de su tramitación parlamentaria.

La nueva posición de los junteros, que en el seno del propio partido es cuestionada por no pocos miembros de la formación, no es meramente estética, como quiso interpretarse la semana pasada. Obedece a una falta de confianza en Sánchez que en estos momentos es transversal en el hemiciclo.

Que alguien nada sospechoso de opinar con las tripas como el presidente del PNV, Aitor Esteban, afirmara el fin de semana pasado en una entrevista que, si él fuera Pedro Sánchez, iría pensando en cómo y cuándo convocar elecciones no es algo que pueda pasarse por alto.

Ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma: envejecer, morir es el único argumento de la obra. Así acaba el poema de Biedma y ese parece también el sino de una legislatura que nació vieja por las dificultades del parto y a la que solo le resta morir.

Aunque a decir verdad, estas cosillas eran ayer en Madrid lo de menos. La salivación en los cenáculos brotaba de la posibilidad de que José Luis Ábalos, del que hoy ha de decidirse si ingresa en prisión preventiva o no, se revuelva contra el Gobierno y tire de la manta. Ayer, el exministro abonó esta narrativa disparando con munición menor contra Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Animó el día a los que mientras esperan, de­sesperan.

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