Los meses de verano suelen ser los más indicados para llenar los clubes y discotecas de todo el país. El calor, la playa, las posibles piscinas y las vacaciones del trabajo y la educación permiten a más de uno soltarse la melena, sea en zonas urbanas o más alejadas de la población. Este aspecto se nota especialmente en zonas como las Balears, con Ibiza siendo una de las capitales mundiales del entretenimiento y la fiesta.
Tanto Ibiza ciudad como Sant Antoni de Portmany reciben cada año a millones de personas, sean turistas españoles, intercontinentales o incluso celebridades, que buscan pasar la mejor noche de sus vidas. Este deseo puede acabar resultando muy perjudicial en distintos ámbitos, empezando por el económico. Nati Beciu, experta en eventos exclusivos, compartió en el podcast UriXperience las ingentes cantidades que algunos visitantes han llegado a gastar en la isla.
“Un montón de veces he visto cuentas de 70.000, en Ibiza es un canteo, cuentas de 70.000 euros, unas cosas loquísimas. venga a pedir champán o cosas así un poco estratosféricas o que invite a media sala. Hay gente que yo muchas veces le digo, por favor, si quieres tirar el dinero, tíralo hacia aquí, rey”, exponía. Durante la entrevista, también insistió en que este derroche parece ocurrir de forma endémica en Ibiza, con otros lugares viendo comportamientos más reservados.
“Sí, a mí me chirría, o sea, a mí yo cojo y digo, guau, o sea, a mí, por ejemplo, el nivel de gasto, además en Ibiza la gente va como muy predispuesta a gastar y normaliza muchísimo cosas que en Madrid y en Barcelona, o sea, yo tengo mil clientes que yo estoy en Madrid y en Barcelona, se gastan mil euros y me están diciendo ahí descuéntame esto y descuéntame lo otro y los veo en Ibiza y de repente...”, insistía. Esta locura a pie de discoteca también puede trasladarse a las nubes.
Mal de altura
Así se desprende de una entrevista que ha concedido Sara Hervás, azafata de cabina en vuelos privados. A través del podcast de Sr. Wolf, presentado por Juan Ramón Lucas, ha compartido los entresijos de las alturas y sus máximos responsables, los dueños del fuselaje. Una de las mayores complicaciones que vivió en persona fue una profunda confusión mental, que la mantuvo conmocionada durante media hora.
“Yo recuerdo una situación, de una ruta que estábamos haciendo que la llamamos la ruta del Around the World, porque cada día era dormir en un país diferente. Y una noche, en Santiago de Compostela, yo me despierto por la mañana y que creo que he sido secuestrada, porque todos los recuerdos del día anterior se me habían borrado completamente y la americana que tenía enfrente, colgada en la silla de mi uniforme, no la reconocía como mía”, confesaba.