Maternidades forzosas, daños físicos y psicológicos, encarcelamientos y, en el peor de los casos, la muerte. Son las terribles repercusiones de la manca de acceso a un aborto seguro, legal y gratuito sobre las que reflexiona la fotógrafa Laia Abril (Barcelona, 1986) en la exposición On abortion, que se podrá visitar en el Palau Solterra, en Torroella de Montgrí, hasta noviembre.
La artista ha basado este primer capítulo de su proyecto titulado A history of misogyny en testimonios de persecuciones y amenazas en el ámbito clínico, confesiones católicas y la exposición de métodos clandestinos para abortar. Así, muestra elementos tan incómodos como unas ramas puntiagudas halladas en el útero de una mujer en Uganda en el 2002, que se usaron para interrumpir su embarazo; o una espiral multiplicada 4.500 veces que representa a las mujeres inuit a las que se implantó un DIU sin consentimiento en un intento de esterilización de su pueblo.
Con una narrativa visual, textual y sonora, este proyecto en constante evolución denuncia una forma de misoginia que todavía tiene miles de afectadas. Según la OMS, los abortos inseguros causan alrededor de 39.000 muertes al año y hacen que millones de mujeres sean hospitalizadas por complicaciones.