Ana Isabel Pérez se enamoró y se marchó a vivir a Holanda por amor. En 2017 pesaba 47 kilos, no trabajaba y, poco a poco, fue ganando peso: “Estaba siempre en casa. Cogí peso de forma progresiva, pero daba igual. Yo no me veía gorda, me veía bien”.
Su pareja no opinaba lo mismo. “Está gorda, está fea”, le decía. Las críticas se volvieron constantes y crueles. Hasta que, un día, el 30 de septiembre de 2018, él le comunicó que debía marcharse. Lo contó este martes en el programa Y ahora Sonsoles: “A las tres menos cuarto de la mañana me llevó al aeropuerto. Yo no estaba trabajando, así que él mismo me compró los billetes. Tuve que hacer transbordo en Portugal. A las cinco de la tarde ya estaba en Barajas”.
Ana Isabel fue víctima de un maltrato silencioso que se extendió durante años en el extranjero
El motivo: su cuerpo. “Te vas porque estás gorda. Cuando adelgaces, vuelves, porque sigue siendo tu casa”, recuerda Ana Isabel.
Aterrizó en Madrid “con lo puesto, destrozada y sin autoestima”. Decidió someterse a una operación de balón gástrico, no por salud, sino por desesperación: “Lo hice por él. Pensaba que nadie más me iba a querer”. En seis meses perdió 22 kilos. Le enviaba fotos del cambio físico, “no para compartir mi evolución médica, sino para ver si ya me dejaba volver a casa”.
Violencia de género emocional
Ana Isabel Pérez: “Pensaba que nadie más me iba a querer. Así que claro que adelgacé: era lo que él quería”
Volvió a Holanda en mayo de 2019. Pero lo que se encontró no fue una reconciliación, sino una traición. “Tirando de las sábanas de franela encontré una bolsa con un tanga de encaje rosa, una sudadera talla M y unos vaqueros talla 36. Yo no usaba esa talla ni en 2008”.
Cuando le preguntó, él lo negó todo. “Estoy loca, según él. Mi vecina me dijo que, mientras yo estaba en España, por mi casa habían pasado al menos tres rubias”. Ana Isabel decidió marcharse definitivamente, pero necesitaba tiempo para recuperar sus cosas. “Aguanté dos meses más hasta poder hacer la mudanza”.
Ana Isabel asegura que nunca llegó a denunciar a su expareja por maltrato psicológico, pero reconoce que fue víctima de violencia de género. “Me decía todos los días que no valía nada. Me dejó completamente anulada. Yo no era ni la sombra de lo que fui”.
La historia, sin embargo, no terminó ahí. Ana Isabel reconstruyó su vida y hoy es madre de dos hijos. “Ahora estoy feliz. Pero me costó entender que lo que viví no era amor: era maltrato psicológico. Lo fue desde el primer ‘estás fea’ hasta la última maleta”.

