Reconocer que tenemos un problema es fundamental, y el informe TIMSS es, en este momento, la confirmación de esta realidad. Que los resultados en matemáticas sean bajos, o incluso que la tendencia muestre un descenso continuado, no es novedad. Lo que tendría que ser verdaderamente noticia es que nos lo tomamos en serio, que actuamos con determinación y que comprendemos que nos jugamos la educación matemática de los niños.
A menudo, la reacción ante un resultado malo es salir a la defensiva. Las personas que han trabajado para mejorar la enseñanza, especialmente en una comunidad catalana tan activa y motivada, pueden sentirse atacadas o cuestionadas. ¿Será que la muestra no era representativa? ¿O quizá todo depende de unos factores puntuales? Sin embargo, esta actitud no nos ayudará a afrontar el problema.
Es el momento de dejar atrás las confrontaciones estériles
Tenemos que evitar diagnósticos precipitados y tratamientos experimentales. La polarización que hemos vivido en los últimos años no ayuda: hemos ridiculizado la enseñanza tradicional, afirmando que solo se basaba en la repetición mecánica sin razonamiento, y hemos menospreciado a muchos buenos profesionales. Por otra parte, tampoco podemos caer en la tentación de culpar la innovación, que a menudo ha reivindicado los mismos fundamentos que sustentan las matemáticas como disciplina. La educación es un tema poliédrico, lleno de caras y aristas. Para hacer frente, hay que escuchar a todos: alumnado, profesorado, familias, administraciones y expertos. Y trabajar juntos.

Matemagia, el uso de magia para mejorar el aprendizaje de las matemáticas, en un colegio
Vivimos en una sociedad diversa y cambiante. Las metodologías tienen que ser variadas para atender la diversidad de alumnos y profesores, pero también necesitamos programas estables y un currículum más concreto y definido. Hay que ofrecer a los niños recursos que les permitan progresar. No todo el mundo aprende igual, y habría que dedicar tiempo para trabajar en grupos pequeños, para atender mejor y plantear metodologías adecuadas. Tienen el derecho de sentirse acompañados y estimulados para aprender, aunque signifique un esfuerzo.
También hay que tener presente que para motivar el aprendizaje con contextos reales y dar tiempo al descubrimiento, necesitamos más horas de dedicación. Porque este enfoque no puede sustituir la práctica: consolidar y automatizar los procesos matemáticos es esencial para que los alumnos puedan dedicar atención y recursos cognitivos a los nuevos aprendizajes en etapas posteriores.
También tenemos que escuchar a las familias y pedirles colaboración. Pero, la escuela tiene que cumplir su función como garante del derecho a la educación, especialmente a través de una escuela pública de calidad.
Finalmente, TIMSS es un toque de atención que no podemos ignorar. Se refiere a etapas básicas que inciden en las posteriores y las matemáticas, con la lengua, son lenguajes que hacen de base de aprendizaje de todos los ámbitos. Es la hora de dejar atrás las confrontaciones estériles y de unir fuerzas para construir un futuro mejor para la educación matemática de nuestros niños y jóvenes.