Víctor Saura: “No puedes adoctrinar a los jóvenes sobre lo que está bien y lo que no: te estrellarás”

Profesor de secundaria

 El periodista hace tres años que se ha pasado a la docencia y ha publicado el libro 'Aquest confús i desigual món explicat als joves'

El periodista Víctor Saura se ha pasado recientemente a la docencia

El periodista Víctor Saura se ha pasado recientemente a la docencia

Àlex Garcia

Tras 30 años en el mundo del periodismo, Víctor Saura (1967, Barcelona), decidió cambiar la redacción por el instituto. Fundador la fundación Periodismo plural y director del Diari d’Educació, hacía tiempo que le daba vueltas a un cambio y se animó a hacer el máster del profesorado. Se acabó tirando a piscina cuando le llegó la oportunidad de cubrir una baja en un instituto como docente. Pasó de hablar de profesores a serlo. Hace tres cursos que ejerce como profesor sustituto en institutos públicos de secundaria, bachillerato y FP y acaba de publicar Aquest confús i desigual món explicat als joves (Octaedro).

¿Hemos dejado de acompañar y explicar el mundo a los jóvenes?

Hay cosas que no está previsto que las explique nadie. En el sistema educativo la interpretación de la actualidad no está escrita en ninguna parte. Y no todas las familias tienen las claves para acompañar. Yo vi que espontáneamente los alumnos de tanto en tanto me preguntan cosas de estas. Son preguntas que surgen de forma espontánea y aunque mi materia sea inglés, si le puedo dedicar 10 minutos al tema, lo hago. Es un momento en el que ellos están puestos con los cinco sentidos.

Saura es profesor substituto en un instituto de Barcelona

Saura es profesor substituto en un instituto de Barcelona

Àlex Garcia

¿Le preguntan mucho sobre el mundo sus alumnos?

Tiene curiosidad, pero si además creas el espacio para que la tengan, es fantástico. En este inicio de curso, por ejemplo, he estado dando clase en la optativa de filosofía de 4º de ESO, que consiste en despertar el espíritu crítico. Fueron dos meses y medio en los que intercalábamos conceptos filosóficos con actualidad. Y salían muchos temas. Defiendo que de esto se hable en las escuelas. Y a la vez descubrí que el consumo que tenían los chicos y chicas de la actualidad era muy sesgado. Sus fuentes de información para mí eran muy tóxicas. Estaban cargados de prejuicios alimentados por personajes extraños que tienen centenares de miles de seguidores y que evidentemente alimentan todos los estereotipos. No sé si los convencí de algo, pero por lo menos les ayudé a entender que la información se debe contrastar, que hay fuentes de información que tienen más credibilidad que otras, que todos tenemos un sesgo… Fue muy chulo.

El problema es que ven el mundo y se informan a través de las redes.

Sí… Instagram, YouTube… Les decía, “vamos a ver qué ha dicho La Vanguardia o El País sobre esto” y decían “¿Pero qué haces? ¿Por qué miras estos medios?”. Les preguntaba que de dónde habían sacado la información y me mostraban vídeos... Justo pasó lo de la Dana en Valencia y tuvimos grandes debates sobre si la gente estaba desamparada, sobre quién estaba ayudando, sobre si se escondían los muertos del parking… Y había contenidos de filosofía que nos iban al pelo. El concepto de realidad y de verdad son contenidos de filosofía. Entonces estábamos estudiando las falacias y decíamos “este argumento es falaz porque está generalizando”. Los chicos están interesados y además, si creas el espacio, aún más. Pero debe ser bidireccional: deben poder expresarse. No les puedes adoctrinar, aunque sean el mejor sentido de la palabra, sobre lo que está bien y lo que no. Porque te estrellarás.

Es una lucha que los alumnos dejen los portátiles y poder hacer actividades sin él

¿Hay alguna temática en estas conversaciones que le sorprendiera más?

La clase era mayoritariamente de chicos y diría que la mayor parte estaban convencidos de que el hombre está discriminado. Tampoco se creían el cambio climático. Hay una generación que está recibiendo inputs de que esto es una patraña. Recuerdo a un alumno que debía explicar el reciclaje al resto de grupos y me dijo “todo acaba en el mismo lugar, en el vertedero”. Me sorprendió el convencimiento con el que lo decía. Quizás debemos llevarlos más a plantas de reciclaje y menos a museos para que vean que no es mentira. Todos los prejuicios que te puedas imaginar… Un día no encontrábamos el tema de debate y fuimos al tema recurrente de si se debe informar de la nacionalidad de los delincuentes. La mayoría consideraba que sí. Y lo que me sorprendía es que muchos de ellos eran hijos de inmigrantes. Muchos estaban de acuerdo con la premisa “más inmigración, más delincuencia”. Yo les explicaba que eso era estigmatizador… Lo importante era ir razonando porque están en un proceso de crecimiento y maduración y reciben.

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El libro es en formato analógico… costará llegar a los jóvenes.

Sí… es el handicap que tengo porque pide un esfuerzo para el que quizás no están demasiado acostumbrados. Además, está escrito como yo sé escribir. No he intentado hacer un lenguaje juvenil porque me habría quedado falso. Mi esperanza es que primero llegue a los padres y que consideren que puede ser una buena lectura para sus hijos. Que los padres sean prescriptores.

¿La tecnología les ayuda de confundir al mundo?

Seguro. A los adultos a veces nos resulta difícil separar el grano de la paja. Lo que estos canales han fabricado es algo muy maléfico. Antes escuchabas la radio y leías la prensa por la mañana y ya tenías toda la información que necesitabas para el día y durante el resto de la jornada hacías tus actividades. Ahora las redes quieren nuestra atención continuamente y en cualquier momento nos asaltan con noticias, con información que nos puede condicionar. En los centros educativos es muy difícil luchar contra la tecnología. Es una lucha brutal que dejen los portátiles y poder hacer actividades sin él. Hasta que no se invente el sistema en el que el profesor desde su mando pueda controlar lo que tiene cada uno en sus pantallas y apagar… Como docente debería de ser capaz de apagar las pantallas de mis alumnos cuando lo considerara para saber qué miran. Hay un cierto retorno al libro físico y volvemos a gastar más en fotocopias. En mi pequeña experiencia, les va muy bien hacer una actividad en papel.

Cuando hago lengua no pongo deberes nunca porque no sé quién los está haciendo

¿Es partidario de la tecnología en el aula?

Creo que hay algunas cosas que van muy bien… Por ejemplo, el classroom, porque tienes un control de lo que te envían, puedes corregir y enviar un feedback personalizado… Pero ahora mismo con ChatGPT, todo se complica. Cuando hago lengua no les pongo deberes nunca porque no sé quién los está haciendo. Antes podía sospechar que era el padre o el hermano mayor, pero ahora lo hace ChatGPT. Si tenemos que hacer una redacción hay que hacerla en papel y en el tiempo lectivo. El problema es cuando ChatGPT te hace la redacción y no activas ninguna neurona para hacer esta tarea. Y te la intentan colar alumnos muy jóvenes. A mis alumnos de filosofía al segundo día les encargué una redacción y en el tiempo del aula me enviaron unas redacciones que les dije “estos es imposible que lo hayas hecho tú”. En 30 minutos yo no habría sido capaz de redactarla y ¡me he pasado 30 años de mi vida redactando cosas! No tenía ninguna prueba más allá de mi experiencia de que era imposible que un chico de 15 años hubiera hecho esa redacción. Los centros tienen unas pantallas en las que pueden poner vídeos o proyectar lo que tienes en tu pantalla y eso está muy bien porque hay una información visual que te llega y es muy buena. Pero quizás nos hemos pasado de frenada.

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Por su experiencia ¿Los jóvenes confían en la política y en los medios de comunicación?

Generalizar es muy difícil, pero mi sensación es que no. Consideran que la política no sirve de nada, y por eso crecen los discursos de extrema derecha. A los medios de comunicación convencionales les dan cero credibilidad… Y así se está creando este caldo de cultivo. Todos estos comunicadores o influencers están ganando la partida. Y el mundo ‘civilizado’ tampoco ayuda mucho porque estamos tan constantemente lanzando mensajes catastrofistas, lo que transmitimos es que toda va tan mal, que al final confirmamos la idea de que esto es un desastre. Cuando lo que defiendo en el libro es “hay problemas, pero estamos en el mejor momento”.

Es verdad que hay un problema que creo que a los jóvenes los marca muchísimo, que es el de la vivienda. Ahora los jóvenes no se pueden plantear ni un alquiler. Esto ayuda a confirmar mucho este punto de desesperación o de pensar que el sistema los ha dejado tirados… Y por eso el discurso de ultraderecha cuaja.

Después de 30 años ejerciendo en el periodismo, Saura trabaja ahora como docente

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¿Qué papel debe jugar la escuela en este ‘explicar el mundo’?

Creo que el análisis de la actualidad debe entrar en el aula. Se puede incorporar, por ejemplo, en la materia de filosofía de 4º de ESO o en alguna otra de ciencias sociales. Hace falta que esas noticias como la victoria de Trump, la Dana las podamos analizar, analizar cómo lo ha vivido cada uno, de dónde nos hemos informado. Y si ese análisis de lo que está pasando ahora lo puedes unir con cosas del pasado, es fantástico.

Acaba el libro diciendo que es un mundo desigual, pero menos que antes ¿Es una buena motivación para trabajar con los chicos: que sepan que pueden cambiar las cosas?

Sí… Hay que relativizar un poco las cosas porque a veces parece que se hunda el mundo y hay que valorar también las cosas que mejoran. A veces viviendo en la parte privilegiado del mundo, esto lo tenemos que tener en cuenta y después mirar cómo podemos estar mejor y cómo podemos ayudar a los que lo tienen más difícil sin descuidar que vivimos todos en el mismo mundo y cuanto menos desigual sea, será mejor para todos. Hay que empezar a asumir este mensaje.

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