La salud mental es, sin duda, uno de los mayores riesgos a los que se enfrentan las sociedades modernas. El malestar psicológico se ha convertido en el síntoma de tensiones mucho más profundas y son precisamente los jóvenes los que están pagando el precio más alto, pero también son ellos los que pueden romper el ciclo de estigma y silencio que ha caracterizado la salud mental. “Es una oportunidad histórica”, proclamó Álex Rovira, economista, conferenciante internacional y consultor español en el primer encuentro del ciclo de conferencias sobre salud mental, organizado por Guyana Guardian y Fundación AXA.
Desde hace cinco años, coincidiendo con la pandemia, el Grupo AXA realiza un estudio a nivel mundial para conocer cómo está la salud mental en 16 países. “Los resultados españoles son preocupantes”, afirmó Josep Alfonso, director general de Fundación AXA. “Somos el país que más ansiolíticos, antidepresivos y somníferos toma; más de la mitad de la población dice sufrir estrés, un 48% depresión y un 23% ansiedad”, destacó, para agregar que estas cifras invitan a la reflexión y a ocuparse del problema. Ante un mundo incierto como el actual, continuó Alfonso, “la prevención y la protección” son vitales, al tiempo que destacó como factor positivo el peso que tienen en España las relaciones sociales, la familia y los amigos para superar los problemas. El director general de la Fundación AXA reclamó que se hable abiertamente de los problemas de salud mental: “De cómo podemos cuidarnos y cuidar a quienes tenemos a nuestro alrededor”.
La salud mental es un desafío tribal que requiere de políticas transversales
Basándose en las cifras de este estudio mundial de AXA, Rovira dictó su conferencia, titulada El espejo de una sociedad: Ocho reflexiones hacia una sociedad más humana, a la que siguió una charla con Enric Sierra, vicedirector de Guyana Guardian, y un coloquio con los numerosos asistentes al evento.
“La salud mental es una cuestión de salud pública, de pura humanidad”, subrayó Rovira, tras resaltar que solo uno de cuatro españoles disfruta de una salud mental “floreciente”. Esta cifra, aseguró, no habla de una epidemia de enfermedad mental, sino de algo más sutil y preocupante: “Hemos normalizado el malestar como parte inevitable de la existencia”. A su juicio, sí se ha vuelto epidémico el malestar silencioso y, para apoyar esta afirmación, ofreció un dato: El 29% de la población vive en un estado de vacío emocional sin llegar a la enfermedad clínica. “Es la existencia en piloto automático; se existe, pero no se vive”, manifestó, para advertir a continuación que “normalizar el malestar no es resiliencia, sino resignación colectiva”.
Gran interés. Los asistentes al evento preguntaron a Rovira, entre otras cosas, por el suicidio, el papel de los cuidadores, herramientas para afrontar el futuro con esperanza y cómo gestionar la frustración.
Para Rovira, una sociedad que mide el éxito principalmente en términos económicos y productivos genera, inevitablemente, un déficit en el bienestar emocional. “El PIB no mide la felicidad nacional bruta”, sostuvo, para agregar que vivimos en la época de mayor prosperidad material de la historia humana, pero los indicadores de bienestar psicológico sugieren que algo fundamental se ha perdido en el camino hacia la modernidad.
Cada español, expuso, identifica en promedio cinco factores que afectan negativamente a su salud mental. La incertidumbre sobre el futuro, donde las amenazas se multiplican y globalizan, es el más prevalente. También la inestabilidad financiera y la inseguridad laboral trascienden lo económico para convertirse en un problema existencial, igual que el bombardeo a noticias negativas.
La soledad no deseada es tan dañina como fumar un paquete de cigarros al día
Rovira se refirió a la “epidemia de la soledad”. Aunque, argumentó, vivimos en la era de la información y las redes sociales, nos sentimos más solos que nunca. Así, según datos del informe de la Soledad en España, el 20% sufre soledad no deseada, un mal que, avisó, multiplica por cuatro el riesgo de problemas de salud mental. “Es tan dañina como fumar un paquete de cigarrillos al día”, apostilló, no sin antes hacer hincapié en que las “redes sociales prometen comunidad, pero a menudo entregan el aislamiento” y nos obligan a representar constantemente una “versión editada” de nuestras vidas, lo que genera “una brecha dolorosa entre la vida real y la vida mostrada”.
Los datos del estudio de AXA muestran que solo el 13% de los jóvenes entre 18 y 24 años tiene una salud mental floreciente, frente al 44% que presenta síntomas severos. “La imposibilidad de emancipación, la precariedad laboral estructural, los precios inmobiliarios obscenos, inalcanzables, han clausurado el proyecto vital tradicional. Son la primera generación en décadas que vivirá peor que sus padres”, recalcó. Así, opinó, los datos no muestran “depresión, sino lucidez ante un panorama objetivamente difícil”. Y aunque presentan los peores indicadores de bienestar, son quienes, con un 60%, más buscan ayuda profesional, lo que revela una generación más consciente de la salud mental.
Rovira, autor de La buena suerte, obra de gran impacto internacional, se refirió también al colapso de la confianza institucional apoyándose en datos: mientras que el 74% de los españoles confía en amigos y familiares para el apoyo en salud mental, solo el 43% cree que el sistema público puede brindar la asistencia oportuna. “Esta baja confianza en el sistema público refleja décadas de desinversión en servicios de salud mental. Un Estado que no cuida la salud mental de sus ciudadanos está incumpliendo su función básica de protección y más con la carga impositiva que tenemos”, aseveró, para señalar a renglón seguido que las listas de espera se han convertido en una barrera “más cruel que la económica”.
Propósito. Josep Alfonso destacó que la Fundación AXA tiene como objetivo fundamental fomentar la protección y prevención en riesgos y la salud mental y puso en valor el papel de los profesionales sanitarios.
Al hilo de esta reflexión, apuntó que el problema no es solo de recursos, sino de voluntad y mentalidad social. “El estigma y la falta de cultura de salud mental siguen siendo obstáculos fundamentales”, sostuvo. Así, del 31% que reporta problemas de salud mental, solo el 23% accede a atención especializada. Igualmente, lamentó que muchos problemas de salud mental se aborden exclusivamente con medicación. “Se trata el síntoma farmacológicamente, pero no se aborda la causa psicológica o social”, señaló. “La salud mental no es un problema individual que se resuelve uno a uno sino un desafío colectivo que requiere respuestas sistémicas. Es un desafío tribal”, apostilló.
El cambio es posible y pasa en primer lugar por dar visibilidad al problema
En cuanto a la tecnología, con la proliferación de aplicaciones sobre salud mental, observó que éstas alimentan la fantasía de que podemos curarnos solos, sin necesidad de “relaciones humanas genuinas”. La tecnología, avisó, no está cumpliendo las expectativas que genera, porque “la salud mental no es un problema técnico con solución algorítmica”.
Pese al malestar generalizado que revelan los datos, Rovira se mostró convencido de que el cambio es posible. El hecho de que se mida y se hable más de salud mental, ya es parte del cambio. “La visibilización del problema es el primer paso hacia su solución”, insistió. También los jóvenes pueden convertirse en arietes del cambio y abogó por investigar al 25% de la población que dice tener una salud mental floreciente, porque enseña que es posible mantener el bienestar incluso en condiciones adversas. En este punto, el conferenciante lanzó varias propuestas de acción, empezando por poner deberes a gobernantes y políticos. “La salud mental no puede ser responsabilidad exclusiva de sanidad; necesitamos un enfoque transversal que integre empleo, vivienda, educación y urbanismo, que tienen impacto directo en el bienestar psicológico”, defendió, al tiempo que reclamó más inversión en prevención y dar prioridad a la salud mental juvenil, “la inversión más rentable a largo plazo”. Por su parte, empresas y empleadores deben rediseñar el concepto de productividad y apostar, entre otras, por la formación en salud mental, porque “una plantilla formada en salud mental es una inversión en productividad y retención del talento”.
España es el país que más ansiolíticos, antidepresivos y somníferos toma
Asimismo, consideró urgente desarrollar modelos de atención que lleguen a más población y, para los profesionales sanitarios, reclamó herramientas que les permitan trabajar tanto con la persona como con su contexto.
Ya en la charla con Sierra, Rovira abundó en algunas de estas cuestiones y, usando un símil futbolístico, reivindicó el papel del ojeador para que fuera de nuestras fronteras, ya sea en Dinamarca o en Japón, se encuentren buenas políticas, “decentes, económicamente sostenibles y altísimamente rentables a nivel social”.
Tanto en la conversión con Sierra como en las preguntas que le planteó el público, Rovira se refirió al uso del móvil por parte de adolescentes y, en este sentido, se mostró partidario de su restricción. “La censura está mal vista, pero tendríamos que aplicarla. Hay que poner límites, mecanismos de supervisión y regular”, sentenció.
