Este jueves, festividad de San Ignacio de Loyola, patrón de la villa donde nació, empezó la feria taurina de Azpeitia, tres corridas de toros en días consecutivos. Para la ocasión, un cartel de campanillas, el mismo que resultó triunfal el año pasado: Morante de la Puebla, Daniel Luque y Juan Ortega, con toros de Loreto Charro y El Vellosino ( algunos de presentación impropia). La plaza, como es habitual, llena.
Pero antes de entrar en el detalle del festejo permita el lector ponerle contexto.
Azpeitia, corazón de Euskadi, a los pies del macizo de Izarraitz, bañada por el río Urcola, data su tradición taurina documentada desde la mitad del siglo XVI y los festejos populares en sus calles, la sokamoturra entre ellos, son ancestrales.
Su plaza de toros, con capacidad para 3.500 personas, se inauguró en 1903 y se la conoce como La Bombonera -nada que ver con el estadio de Boca Juniors, claro- por su bella arquitectura, conservación y enclave en el paisaje geográfico.
Entre el tercer y cuarto toro, los toreros destocados, el público en pie y en silencio, suena el legendario zortziko fúnebre
Por ella han pasado los mejores toreros y ganaderías de distintas épocas y, como ahora Morante o Luque, ha tenido entre sus preferidos en las últimas décadas a Espartaco, Mendes, Esplá, Rincón, Pepín Liria o Juan Bautista.
Entre los muchos hitos, el indulto del toro Almirante de la ganadería portuguesa de Murteira Grave el pasado año, primero en la historia de La Bombonera.
En Azpeitia, durante los saninacios y al reclamo del toreo se ven gentes de todas las geografías( franceses, muchos) y se oyen idiomas y acentos diversos. La banda sonora de la corrida son canciones populares entonadas a coro y en euskera desde los tendidos y tiene un momento de gran emotividad cuando entre el tercer y cuarto toro, los toreros destocados, el público en pie y en silencio, suena el zortziko fúnebre en memoria del banderillero José Ventura Laka, natural de Deba, y muerto de una cornada en Azpeitia en 1892.
Ocurre que este año y en los días previos al inicio de la feria diversos colectivos azpeitiarras habían difundido un comunicado en protesta por la presencia de Morante, pidiendo su exclusión de la misma por la -dicen- adscripción ideológica cercana a la ultraderecha del torero de La Puebla del Río y con iniciativas como la creación de un “espacio antifascista”.
Así las cosas, entre la expectación taurina y la inquietud por la proclama de los censores del pensamiento, llegaba el gentío a los aledaños del coso.
Pero resultó que los de la acera de enfrente de la plaza eran dieciocho con sus consabidas consignas antitaurinas y de los “antifascistas” no había noticias, ni siquiera tambores lejanos.
Y, entre clamores, arrancó el paseíllo.
Suaves lances de recibo de Morante al que abría plaza, de El Vellosino, muy escaso de fuerzas. Después, la faena de muleta, condicionada por ello, se quedó en un par de series en redondo sin mayor eco y tres naturales deslavazados. A por la espada y a esperar al cuarto.
Diversos colectivos azpeitiarras habían difundido un comunicado en protesta por la presencia de Morante
De Loreto Charro el segundo (como lo sería el sexto), que no dejó lucirse a Daniel Luque capote en manos, pero que acometió con fuerza en el caballo, aparatoso derribo del piquero incluido. Resultó que como consecuencia del trance quedó lisiado y fue devuelto a chiqueros.
El sobrero, del mismo hierro, embistió con cierta viveza al capote de Luque, pero sin permitirle estirarse. Pero tras el paso por el caballo el toreo de Gerena se lució en el quite por delantales y la sabrosa media. Llegados a banderillas, fue en el tercer par cuando en un momento de máximo apuro del banderillero Raúl Caracol, el quite salvador de Morante, se llevó una atronadora ovación.
Muletazos por alto a dos manos como apertura de faena de Luque y una primera serie de cadenciosos derechazos hizo arrancarse a la banda. Después otras en el mismo son y bellos remates.
Largos y templados los naturales, el toro embistiendo con nobleza y el torero de Gerena volviendo a demostrar su mutuo idilio con Azpeitia. Las luquesinas con copyright desataron pasiones pero la tardanza del toro en doblar, pese al estoconazo, dejó el premio en una oreja.
Ramillete de verónicas y una media de primor de Juan Ortega como saludo al tercero. Con torería marca de la casa se llevó Ortega a los medios al toro y aunque luego lo cerró más en el tercio, de vuelta a ese terreno corrió la mano con mimo en los redondos.
Templados los naturales tirando de las embestidas y armoniosos los enlazados molinetes finales de un faena de brillos intermitentes. La estocada en los bajos lo echó todo a perder.
Y, antes del arrastre del toro, el zortziko. Gallina de piel, que diría el gran Johan.
Brindis de Morante a Joxin Iriarte, al frente de la comisión taurina de Azpeitia, e inicio de faena a la morantiana manera
No pudo estirarse Morante en el recibo al cuarto, pero sí dejó el sello de una media de las suyas en el quite. Brindis de Morante a Joxin Iriarte, al frente de la comisión taurina de Azpeitia, e inicio de faena a la morantiana manera: ayudados por alto a dos manos puro compás, el de pecho largo y florido remate.
Tandas en redondo con ajuste y, asentadas las zapatillas en los medios, naturales largos, alguno de ellos eterno, y esa manera de irse de la cara del toro. Armonía total, como en los derechazos postreros a pies juntos, delicatessen.
No tuvo la faena la rúbrica con la espada que merecía pero ahí queda eso. Y Morante, solemne como torea, recogió la ovación de todos.
Poco a mencionar en los primeros tercios del segundo del lote de Daniel Luque, salvo sus escasas fuerzas y poco celo. Con mimo, a media altura la muleta, lo trató el diestro de Gerena en las series en redondo para asentar al de El Vellosino y con buen pulso en los naturales.
Una tarde de toros en Azpeitia es siempre es una delicia. Y por eso, quien la disfruta, vuelve
Relajada la planta, acortadas la distancias y con remates con los de pecho solemnes, Luque construyó una faena de capacidad absoluta, culminada con bernadinas de gran ajuste y una estocada para enmarcar, que ya por sí sola merecía la oreja que paseó.
Verónicas aterciopeladas de Juan Ortega en el sexto y brindis al público. Dos tandas de derechazos con alguno catedralicio, la música que se arranca y naturales largos, aunque punteados en sus finales, que los deslucen.
De regreso a la diestra, de nuevo redondos arrebujaos y torería en el desplante. Estocada efectiva y oreja.
Luque a hombros, Morante “herria zurekin”, Ortega despacioso.
Una tarde de toros en Azpeitia no es como una tarde de toros en El Puerto, claro, pero siempre es una delicia. Y por eso, quien la disfruta, vuelve.