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Impotencia oficial e ira social en una España desbordada por los incendios

Las consecuencias de la ola de calor

El Gobierno reconoce que la capacidad de respuesta ante el calor y el viento es “limitada”

Los vecinos y los bomberos se sienten abandonados y critican la falta de prevención

La crisis se cobra el tercer muerto y se estima que este año ya han ardido 150.000 hectáreas

Los incendios en España se cobran el tercer muerto y se estima que este año ya han ardido 150.000 hectáreas

Las llamas de este agosto tórrido ya se han llevado por delante la vida de tres personas, han devastado una superficie que se estimaba ayer en más 100.000 hectáreas y han calcinado decenas de viviendas. En su negro rastro queda dibujado otra vez el principio de que en esta era de máxima peligrosidad forestal, más que en verano los incendios se apagan en invierno en los consejos de ministros y de las comunidades autónomas, con medidas de prevención y de gestión del monte. Pese a asegurar que España es de los países mejor dotados para combatir el fuego, el Gobierno reconoció ayer su impotencia ante las muy adversas y cambiantes condiciones meteorológicas, mientras en las zonas afectadas crecen el sentimiento de abandono y la ira de vecinos y bomberos forestales.

Si bien este jueves se consiguió contener uno de los peores incendios de los que hay registro en España, el iniciado en Molezuelas, Zamora, que se extendió al sur de León. En estas dos provincias sigue habiendo situaciones críticas. También las hay en Cáceres, Ourense, Valencia y Andalucía. Este panorama, en plena operación salida del puente del 15 de agosto, obligó a cortar autovías y carreteras y la conexión ferroviaria entre Madrid y Galicia. Según las autoridades, la zona quemada en Molezuelas ya asciende a unas 31.500 hectáreas.

El desolador vídeo de la UME 

LV

Ajeno a los debates políticos a quemarropa sobre las responsabilidades en una crisis que registra sus peores momentos, el fuego imponía este jueves su propia ley al saltar al mediodía desde León a Asturias, de una comunidad gestionada por el PP a otra del PSOE, y amenazar a una valiosa reserva de osos. También se extendió entre dos autonomías gobernadas por los populares, cuando casi en simultáneo llegó a Zamora desde Ourense. Y en esa provincia gallega desmontó la cartografía del servicio de extinción cuando al foco iniciado el viernes en la parroquia de Requeixo de Chandrexa da Queixa se le unió el declarado en Parafita, en el mismo municipio. Se fusionaron en un único incendio que, según la Xunta, ya asoló más de 10.500 hectáreas.

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El de las cifras constituye uno de los clásicos campos de batalla y confusión, por la -en ocasiones interesada- gestión de los datos oficiales por las administraciones autonómicas, que anima a recurrir a la fuente alternativa de los satélites. Estos, al medir el perímetro total pero no exactamente el área quemada, ya provocó en el pasado alguna sonora pifia política. Según la agencia EFE, a partir de datos de los satélites, el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales estimaba ayer por la mañana en 148.205 las hectáreas ardidas en España durante este año, cifra que la misma fuente situaba la víspera en 105.106 hectáreas.

Tras el bienio “relativamente tranquilo” de 2023 y 2024, este 2025 vuelve a ser un año de fuego, como del 2022, como apuntó ayer a Onda Cero el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán. Enfatizó que “España es uno de los países del mundo que mejor capacidad de respuesta tiene en caso de incendios”. Sin embargo, explicó que se afronta una coyuntura “complicada”, bajo unas previsiones meteorológicas que “no dan tregua”. Así reconoció que en los próximos días “la capacidad de respuesta se va a ver muy limitada por la situación”, caracterizada por altas de temperatura y vientos mutantes, con preocupantes “cambios bruscos” de las condiciones meteorológicas”.

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Xurxo Martínez / Efe

El secretario de Estado de Medio Ambiente defendió el funcionamiento del dispositivo de extinción, como también han hecho entre otros los presidentes de Galicia y Castilla y León, Alfonso Rueda y Alfonso Fernández Mañueco, en una materia que gestionan las comunidades autónomas.

Estos mensajes oficiales contrastan con los que llegan desde las áreas más afectadas. “Estamos solos y a alguien le debe interesar que estemos solos”, declaró ayer a la Cadena Ser un voluntario de un centro de acogida de evacuados en Tábara, Zamora, que comparaba esta crisis con la de la DANA de Valencia. “Esto se ha ido de las manos por no tener organización”, declaró el alcalde de Riofrío de Aliste, Germán Matellán.

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La contención del mayor incendio de esta crisis, el de Molezuelas, que se ha cobrado dos de las tres víctimas mortales, y la mejor evolución del de Puercas permitió ayer la vuelta a sus hogares de una parte de los cerca de 10.000 evacuados que había en Castilla y León, aunque también hubo nuevos desalojos. Las escenas de dolor se sucedían en la comarca zamorana de Aliste al comprobar el paisaje de desolación que se encontraron los vecinos al regreso, bajo el recuerdo de la catástrofe de la Sierra de la Culebra del 2022. “¡No sé qué diablos se ha quemado si no quedaba casi nada por quemar!”, se escuchaba con desconsuelo.

El Gobierno señala que el mayor peligro reside en los bruscos cambios de las condiciones meteorológicas

También proliferan las críticas del servicio de extinción, como la que efectuó ayer el Sindicato de Agentes Medioambientales de Castilla y León. Denunció que se llegan a hacer jornadas de 20 horas y que la duplicación del presupuesto desde el 2022 no se traduce en una mayor efectividad.

Bajo la previsión de que la ola de calor se agravará durante el fin de semana se esperan jornadas difíciles contra las llamas que no se atajaron durante el invierno.