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La angustia de pueblos entre el humo y las llamas: “Papá, la vida vale más que la casa”

España arde

San Martín de Castañeda, en Zamora, ejemplo de dolor y resistencia ante las evacuaciones

“Tenemos camiones para salvar las vacas, pero no nos dejan: si mueren, ¿de qué viviremos?”

La Guardia Civil evacúa a una anciana de San Martín de Castañeda 

Efe

San Martín de Castañeda es (y ojalá lo siga siendo) un paraíso de Castilla y León, en la comarca de Sanabria, en el noroeste de Zamora. Pero podría estar en Galicia, en Extremadura o en Asturias. Hay muchos pueblos así en este mapa incandescente que es hoy la Península, con vecinos que ven con impotencia las llamas y que se resignan o no a la evacuación, con el miedo de dejar atrás sus casas. Su memoria. Su pasado. Sus vidas.

La Vanguardia telefoneó a esta localidad, casi al azar, horas antes de que fuera evacuada, junto a pueblos vecinos, como Ribadelago o Vigo (Vigo del municipio sanabrés de Galende, no de Pontevedra). La reacción de la primera vecina contactada, Cristina, fue muy reveladora: “Espera, que no quiero que me escuche mi madre para que no se asuste más. Subo a la terraza para hablar, aunque me tendré que llevar la mascarilla”. Se insiste mucho en el fuego, sí, pero ¿y el humo?

El humo lo invade todo 

Vecinos de San Martín de Castañeda

Como en municipios de otras comunidades, el olor a quemado y las partículas en suspensión han llegado a San Martín de Castañeda, donde se han de usar mascarillas al aire libre... “Y, si me apuras, bajo techo también, porque las emanaciones entran por cualquier rendija, por pequeña que sea y aunque esté todo cerrado. La madrugada del domingo al lunes nos despertamos todos con problemas para respirar”, explica un vecino.

Cristina Martínez, de 38 años, técnica ambiental (la interlocutora de la terraza), nació en Madrid y vive en Zamora, pero pasa muchas temporadas en el pueblo. De aquí son sus abuelos y sus padres, Ludi y Martín, de 70 y 72 años, que regresaron para afincarse cuando se jubilaron. Su casa ha visto ya a tres generaciones: abuelos, padres, hijos. “Mi padre dice que nunca abandonará estas cuatro paredes ni su trocito de tierra”.

El aviso de Protección Civil 

Marian Montesinos / Efe

Toda la comarca recibió antes del mediodía del lunes una alerta de Protección Civil ante “una previsible evacuación”. Este municipio, que en invierno apenas llega a los cien habitantes, duplica su población estos días de fiesta mayor. El sábado hubo una comida popular, la Charanga Cherokee y un bingo, entre otras actividades. Todo se celebró junto al imponente monasterio del Císter, uno de los tesoros de la comarca. Dos furgonetas ya estaban aparcadas desde primera hora en esa misma explanada para llevarse a los últimos de Filipinas.

Muchos veraneantes ya se fueron el fin de semana. Residentes más o menos fijos sostenían ayer que había que poner a salvo a los más vulnerables y a los mayores que aún no se hubieran marchado, pero animaban a quedarse a los adultos “que estén bien de salud y fuertes”, como pasa o pasó en Jarilla (Cáceres), el Valle de Valdeón (Asturias) o A Veiga (Ourense), por citar solo tres ejemplos. El aviso de evacuación llegó pasadas las 14 horas.

José Antonio García, de 61 años, policía prejubilado, pasa seis meses en Zamora y seis en San Martín, la tierra de su mujer. Su casa está rodeada “por árboles de ocho, doce metros”. Hace cinco años compró material antiincendios y una buena manguera: “He desbrozado mi finca, pero si una pavesa prende en las copas de los árboles...”. Si no tiene más remedio, se irá (“meteré en mi todoterreno a todos los vecinos que quepan y quieran acompañarnos”), aunque aguantará todo lo posible.

Más de 5.500 habitantes de esta comunidad autónoma han sido evacuados en los últimos días a raíz del avance del fuego. Las autoridades han tropezado con la misma piedra en muchos de los 140 municipios afectados: las negativas a irse para no dejar las casas indefensas. La Junta de Castilla y León se muestra “comprensiva”, pero a la vez reclama la “máxima colaboración con los técnicos porque nadie conoce mejor los riesgos”.

Los instantes previos a la evacuación de San Martín de Castañeda 

Efe

“¿Técnicos? ¿Qué técnicos? Aquí solo hay tres guardias civiles que nos impiden salvar a nuestras vacas”, replica Lucía, hija de ganaderos, que prefiere no revelar su apellido ni su edad. Su familia tiene 200 vacas en la Laguna de los Peces, a 1.700 metros de altitud. “Tenemos los camiones listos para ir a salvarlas, pero no nos dejan. Si esas vacas mueren, de qué van a vivir mis padres”, se preguntaba esta joven, una de las que se niegan a abandonar el pueblo. Cristina, por el contrario, sí lo hizo.

La primera vez que La Vanguardia habló con ella, en la terraza, ya había guardado lo indispensable en una maleta: fotos, recuerdos y piezas de punto de su abuela, Luzdivina, una artista de las agujas y el hilo. En la segunda llamada tuvo que utilizar el manos libres. Iba al volante de su coche, con su madre y sus tías hechas un manojo de nervios. “Mi padre, el muy cabezota, aún no se ha querido marchar, aunque le he dicho: ‘Papá, la vida vale más que la casa’. Nosotras nos vamos a mi piso de Zamora”.