En pleno debate sobre qué hacer con los jóvenes y su excesiva exposición a las pantallas, ha aparecido una serie británica en Netflix, Adolescencia, que ha reavivado la conversación al respecto. Como acertadamente, decía el psicólogo clínico José Ramón Ubieto en este artículo, “cada cierto tiempo aparece una serie sobre adolescentes publicitada como 'la serie que no olvidarás'”. Y así, hasta la siguiente. Es mucho peor cuando, además, la serie en cuestión se presenta como la ficción televisiva que advierte sobre un problema que, por lo que parece, a todos se nos había pasado por alto. Estarán de acuerdo conmigo, que en el caso de los jóvenes y los contenidos en internet no es el caso. Incluso, a veces, se le atribuye a dicha serie la virtud de haber dado justo en el clavo del problema que plantea.
Llevamos tiempo vertiendo ríos de tinta en prensa escrita y dedicando horas de programas en televisión y radio sobre los riesgos y los perjuicios que causan el disfrute incontrolado de internet entre los adolescentes. Está claro que el primer paso para poner solución a un problema es hablar de él y no esconderlo. Así que bienvenido sea el debate. Una discusión que hasta ahora se ha centrado, principalmente, en dos ejes. El primero es el papel que la tecnología tiene que ocupar en las escuelas. Y ahí han salido las consejerías de educación de toda España a anunciar sus planes. Estas últimas semanas, por ejemplo, Madrid ha anunciado que el próximo curso eliminará de sus colegios el uso individual de dispositivos digitales en alumnos de educación Infantil y Primaria. El inconveniente de todo esto es que quizás pone demasiado el foco en las escuelas, y por ende en los maestros que, sinceramente, ya se enfrentan a suficientes complejidades educativas.
Los adolescentes pasan una media de al menos 4,5 horas con el móvil
El segundo de los ejes es el que podríamos denominar legal-represivo. Hace unos días, el Gobierno presentaba la ley de protección de los menores en internet que, entre otras cosas, castiga el porno creado con inteligencia artificial, vuelve a obligar a los centros educativos a que regulen expresamente en uso de los dispositivos móviles y digitales en las aulas y en las actividades extraescolares, y considera el grooming como circunstancia agravante en diferentes delitos contra la libertad sexual de menores, y refuerza la tipificación de la difusión de material pornográfico a los niños, para evitar algunas conductas que ahora quedan impunes.
Pero prohibir el móvil en las escuelas no lo soluciona todo, puesto que los jóvenes pasan el 90% de su tiempo fuera de los centros educativos. La organización californiana Common Sense ha analizado que los adolescentes están “en una media de al menos 4,5 horas con el móvil, aunque algunos, ¡hasta 16 horas al día! Y reciben 237 notificaciones diarias en su aparato, el 23% en horario escolar”, explicaba Marta Ricart en este artículo.
Y estas, llega una serie de televisión de la que todo el mundo habla y que sin duda pone el dedo en la llaga. La gran virtud, y acaso lección, de Adolescencia es la de haber sacudido a los adultos, a los padres: “Hemos dejado solos a los jóvenes en un espacio tóxico”, se dicen. “La serie pone de relieve que no estamos mirando lo suficiente ni en el lugar adecuado”, apunta la investigadora de la Universidad Complutense, Elisa García-Mingo. Podemos prohibir y regular lo que queramos, pero al final hay que hacer mucha más pedagogía y educación. Y esto es responsabilidad, en primer lugar, de los padres.
- Porno. “El porno del siglo XXI está en manos de informáticos, es una mina de datos”. Así de rotundo se manifiesta Jorge Dioni, en esta entrevista, a raíz de la publicación de su libro Pornocracia (Arpa), en el que explica cómo el porno concibe al cuerpo como un parque de atracciones donde se anima a probarlo todo, aunque ello signifique entrar en una montaña rusa emocional.
- Manosfera. La serie Adolescence, estrenada el pasado 13 de marzo en Netflix, tiene como trasfondo el discurso de odio contra las mujeres que prolifera en redes sociales. Más allá de un asesinato machista, la producción televisiva retrata la violencia de género sutil que las mujeres viven día tras día y que encuentra su expresión más virulenta en la llamada manosfera, como se conoce al conjunto de discursos y creadores de contenidos misóginos que crece en la esfera digital.
- Sexting. El sexting, una práctica que consiste en compartir fotografías o vídeos producidos por uno mismo con connotación sexual a través de cualquier dispositivo, es un problema creciente, sobre todo entre los más jóvenes. El envío de estos contenidos parece inofensivo, pero se puede convertir en un verdadero problema para los menores, hasta derivar en acoso físico y ciberbullying.
Y ADEMÁS
Antonio Centeno padece diversidad funcional
- Asistencia sexual. En esta pieza de Sergi Garcia, sexólogas, feministas y personas con discapacidad reflexionan sobre este servicio controvertido y el derecho al acceso al propio cuerpo. “La asistencia sexual es un acompañamiento para personas con diversidad funcional que por sus propios medios no pueden acceder a su cuerpo. La asistente facilita esa exploración corporal mediante la masturbación”, explica Mon García, asistente sexual y pedagoga.
- Pádel, el nuevo Tinder. La dinámica del juego, que fomenta un ambiente distendido entre parejas, a menudo mixtas, y los tentempiés postpartidos han convertido a los clubes de pádel en escenarios ideales para que surjan conexiones de pareja.
ENTREVISTA
El psicoanalista José Ramón Ubieto ha escrito sobre la adolescencia
- José Ramón Ubieto. “Las vidas de los adolescentes ahora están llenas. No les dejamos hacerse preguntas”. Según este psicólogo, hay tres preguntas claves. “Una es la pregunta por la identidad, porque la adolescencia es un momento de ruptura. Tienes que tomar tu propia autodefinición. Tampoco cambia que la adolescencia es un momento de conseguir una inscripción en la comunidad a la que perteneces. Y luego está la pregunta sobre el cuerpo y el sexo. ¿Qué hago yo ahora con mi cuerpo? ¿Cómo me defino sexualmente?”
INSPIRACIONES
- Ser buena persona. El poder de la inspiración se reviste de un halo de trascendencia, pero en realidad no es un privilegio reservado a los genios o a unos pocos elegidos; cualquier persona puede generarla o experimentarla.
- Libros de autoayuda. ¿Funcionan o no? Este tipo de lecturas, “prometen algo que todos buscamos” -en palabras de la psicóloga Margarita Claudio Fernández-, ha aumentado su popularidad en los últimos años, pero deben consumirse con cierta precaución.
- Relativismo. Reajustar el orden de importancia de nuestros problemas es útil para ponerlos en su justa perspectiva y afrontarlos con más eficacia, pero tampoco conviene minimizar nuestros sentimientos por norma.
