Una tensión arterial alta provoca daño progresivo en múltiples órganos y sistemas del organismo, tan importantes como el corazón, el riñón, el cerebro, y los ojos. Además, las consecuencias de la hipertensión se agravan con el paso del tiempo, por lo que a partir de los 50 o 60 años resulta especialmente recomendable controlar la tensión arterial, y en su caso tratarla. Y es que, esta patología es de esas que “juegan sucio”, ya que, en la inmensa mayoría de los casos, no presenta síntomas. Lo que significa que va mermando la salud sin que apenas lo notemos.
Por ello, la doctora Marta Araujo-Castro, coordinadora del grupo de suprarrenal de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y coordinadora de la Unidad de Adrenal y Patología Hipotálamo-hipofisaria del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Ramón y Cajal, Madrid, recalca que, dado que la edad es un factor de riesgo que no podemos controlar, “es importante tratar de modificar los factores que sí se pueden manejar como el tabaquismo, el sedentarismo, la obesidad y la dieta inadecuada”.
Solemos asociar la hipertensión con llevar una vida acelerada. Pero ¿es acertada esta asociación? ¿Es compatible llevar una vida tranquila con tener la tensión arterial alta?
Es cierto que el estrés puede producir elevaciones temporales de la presión arterial, ya que ante el estrés el cuerpo reacciona liberando ciertas hormonas como el cortisol y las catecolaminas que conducen a un aumento de la tensión arterial. Sin embargo, el estrés no es una causa directa de hipertensión arterial de forma mantenida, aunque bien es cierto que tanto la ansiedad como el estrés crónico se consideran factores de riesgo ya no solo de hipertensión arterial, sino también de otras enfermedades cardiovasculares. Por tanto, llevar una vida tranquila es perfectamente compatible con tener hipertensión arterial, ya que la mayor parte de los casos de hipertensión no se relacionan con el estrés. Los principales factores de riesgo son la obesidad, los antecedentes familiares, la inactividad física y los estilos de vida poco saludables.
Esa “invisibilidad” es una de las cualidades más peligrosas de la hipertensión. Y es que, al no presentar síntomas podemos padecerla durante años sin saberlo…
Cierto, uno de los principales problemas de la hipertensión es que no da síntomas, salvo que se trate de una hipertensión grave o ya se hayan desarrollado complicaciones relacionadas con la hipertensión arterial. Por este motivo, es muy importante realizar mediciones periódicas de la tensión arterial para detectarla de forma precoz.
Uno de los principales problemas de la hipertensión es que no da síntomas salvo que ya se hayan desarrollado complicaciones
Doctora Araujo-Castro, endocrina.
¿Cómo afecta la hipertensión a la salud?
Las consecuencias más graves se manifiestan principalmente a nivel del corazón, cerebro y riñones. Entre ellas, se encuentra el mayor riesgo de accidentes cerebrovasculares, con los importantes efectos en el bienestar físico y psicológico que este tipo de enfermedades conllevan; los infartos de miocardio que pueden tener importantes repercusiones en la salud de la persona y un aumento significativo de la mortalidad; la insuficiencia renal que puede progresar a diálisis e incluso trasplante renal si no se controla; y otras tantas complicaciones.
¿Qué se puede hacer para detectar y evitar esos daños?
El consejo más importante es realizar mediciones de la presión arterial de forma periódica. Las recomendaciones actuales sobre las que existe más consenso sería realizar una medición al menos anual en pacientes con más de 40 años o que tengan algún factor de riesgo cardiovascular y/o de hipertensión, como antecedentes familiares de hipertensión arterial, obesidad o diabetes, etc.
¿Y en los menores de 40?
En caso de que el paciente sea menor de 40 años, no tenga ningún factor de riesgo cardiovascular y los niveles de presión arterial sean bajos sería suficiente con realizar la medición cada 3 años. No obstante, mi recomendación, como norma general, teniendo en cuenta que la medición de la presión arterial es una prueba no invasiva y fácilmente accesible para la mayor parte de las personas, y teniendo en cuenta su elevada prevalencia y posible repercusión clínica, es medir la presión arterial al menos cada año, e incluso con mayor frecuencia si existen factores de riesgo cardiovascular.
La falta de síntomas de la hipertensión juega en nuestra contra. Pero no es lo único. También la edad es un factor de riesgo. ¿A partir de qué edad se puede achacar la hipertensión a los años?
La edad es un factor de riesgo importante para desarrollar hipertensión, pero es un factor no modificable, por ello es relevante tratar de modificar los factores modificables como el tabaquismo (dejar de fumar), el sedentarismo (aumentar la actividad física), la obesidad (tratar de mantener un peso saludable), la dieta inadecuada (tratar de seguir una dieta equilibrada) para minimizar el riesgo de desarrollar hipertensión arterial.
A partir de los 40-50 años es cuando empieza a aumentar de forma más marcada el riesgo de desarrollar hipertensión arterial, ya que con el paso de los años las arterias tienden a perder la elasticidad y se vuelven más rígidas. Nuevamente, enfatizar que el riesgo de que esto ocurra aumenta si coexisten otros factores de riesgo como el tabaquismo, la obesidad y la diabetes.
¿Diría, entonces, que al cumplir los 50 o 60 años, es normal tener la tensión alta?
No, no es normal tener la tensión alta a partir de esa edad. Es cierto que la prevalencia de hipertensión es de aproximadamente un 40-50% a partir de esa edad, pero no se considera algo normal y debe diagnosticarse y tratarse adecuadamente para evitar complicaciones.
Para evitar la hipertensión es importante tratar de modificar factores como el tabaquismo, el sedentarismo, la obesidad y la dieta inadecuada
Para poder detectarla, hay que medirla. La SEEN recomienda que las personas de más de 40 años se revisen la tensión arterial una vez al año. Parece mucho tiempo…
Mi recomendación es realizar una medición al menos de forma anual en personas sin hipertensión conocida. No obstante, si el paciente tiene algún factor de riesgo cardiovascular o de hipertensión arterial, incluso debe plantearse realizar mediciones con mayor frecuencia. Por supuesto, en pacientes con hipertensión ya conocida, las mediciones de tensión arterial deben ser mucho más frecuentes (control diario hasta alcanzar un adecuado control tensional con el tratamiento, y tras alcanzar un adecuado control se pueden espaciar los controles).
Ha mencionado las consecuencias de la hipertensión a largo plazo. ¿Son las mismas en personas jóvenes que en adultos mayores?
De forma general, el riesgo de complicaciones cardiovasculares y de salud aumentan a medida que cumplimos años. Las principales consecuencias de la hipertensión arterial son el mayor riesgo de accidentes cerebrovasculares, los infartos de miocardio, la insuficiencia renal y los problemas de visión.
Para evitar la hipertensión es importante tratar de modificar factores como el tabaquismo, el sedentarismo, la obesidad y la dieta inadecuada.
Por seguir con las diferencias… ¿La hipertensión afecta de un modo diferente a las mujeres que a los hombres?
Teniendo en cuenta los datos epidemiológicos disponibles, se sabe que la prevalencia global de hipertensión es mayor en los hombres que en las mujeres, pero tras la menopausia, la prevalencia de hipertensión aumenta de forma marcada en las mujeres, llegando a superar la de los hombres. Estas diferencias parecen estar relacionadas con los cambios hormonales que se producen tras la menopausia, principalmente debido a la reducción de los estrógenos que puede afectar a la función de los vasos sanguíneos. También es frecuente que tras la menopausia pueda haber un aumento de peso que va a contribuir al mayor riesgo de hipertensión arterial, entre otros factores.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, ¿diría que existe un perfil asociado a las personas con hipertensión?
Correcto. Existe un perfil típico asociado a la hipertensión arterial primaria/esencial. Lo habitual es que se trate de un paciente de mediana edad, entre los 45-55 años, con sobrepeso u obesidad, vida sedentaria y con factores de riesgo asociados. No obstante, es importante enfatizar que este es el perfil típico de la hipertensión esencial/primaria, y que también existen causas secundarias de hipertensión arterial. Entre ellas destaca la hipertensión arterial de origen endocrino, que representa más de un 10 % de los casos de hipertensión arterial. Entre las causas hormonales de hipertensión arterial se encuentra el hiperaldosteronismo como causa más prevalente, que es causa de un 5-10% de los casos, y suele afectar a pacientes más jóvenes que los casos de hipertensión esencial, no tiene por qué asociarse a sobrepeso ni obesidad y no es infrecuente la ausencia de historia familiar de hipertensión arterial. Otras causas endocrinas de hipertensión arterial menos frecuentes son el síndrome de Cushing, la acromegalia y el feocromocitoma, entre otras.
Con el diagnóstico sobre la mesa, ¿cuáles serían las principales líneas de actuación para el tratamiento de la hipertensión en personas de más de 50 años?
Lo primero son las recomendaciones de cambios en el estilo de vida, ya que resulta crucial que las personas con hipertensión arterial sigan una dieta mediterránea mediante el consumo diario de frutas y verduras para aumentar la ingesta de potasio y limitar la ingesta de sal a menos de 5 gramos al día, evitar productos procesados, realizar ejercicio físico regularmente, mantener un peso corporal adecuado, reducir el consumo de alcohol y eliminar el hábito tabáquico. Por otra parte, en la mayor parte de los casos suele ser necesario instaurar un tratamiento farmacológico específico para reducir la tensión arterial.
Parece que da mucha importancia a la alimentación. ¿Qué clase de dieta sería la más adecuada para controlar la hipertensión?
Los principales patrones de dieta recomendados en pacientes con hipertensión arterial son la dieta mediterránea y la dieta DASH. La primera consiste en el consumo preferente de alimentos vegetales, como frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, y con aceite de oliva como principal fuente de grasa. Además, se propone limitar el consumo de carnes rojas y de dulces en general. La dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) se basa en el consumo preferente de frutas, verduras, granos integrales, productos lácteos bajos en grasa, pescado, aves y carnes magras y en un consumo reducido de sal, grasas saturadas, carnes rojas y bebidas azucaradas.
Tras la menopausia, la prevalencia de hipertensión aumenta de forma marcada en las mujeres, llegando a superar la de los hombres
¿Hay algún alimento o patrón alimentario que deberíamos eliminar para combatir la hipertensión a partir de los 50 o 60 años?
Sí, se recomienda evitar los alimentos con gran contenido en sal, los alimentos procesados, carnes rojas y los azucares en general. Estos alimentos no solo tienen un impacto negativo en la presión arterial, también el peso y la salud cardiovascular en general, se ven perjudicadas.
Entonces, ¿escondemos el salero?
Es importante tratar de reducir el consumo de sal, ya que el exceso de sodio va a llevar a un aumento de la retención de líquidos en el organismo con el consecuente aumento de la presión arterial. Las recomendaciones actuales según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es realizar una ingesta de sal menor de 5 gramos al día.
¿Y el café?
En cuanto al consumo de café, aunque es cierto que la cafeína puede generar un aumento transitorio de la presión arterial no es una causa directa de hipertensión arterial. La recomendación es realizar un consumo moderado de café.
Para combatir la hipertensión a partir de los 50, se recomienda evitar los alimentos con gran contenido en sal, los procesados, carnes rojas y los azucares en general
Otra pata de la estrategia sería la actividad física. En este punto, existe una interesante polémica acerca de si es mejor priorizar los entrenamientos de cardio, de fuerza o si es mejor una combinación de ambos a partir de los 50 años. En el caso de las personas mayores diagnosticadas como hipertensas, ¿qué tipo de ejercicio recomendaría?
La recomendación general es realizar una actividad física aeróbica moderada durante al menos 150 minutos a la semana. Es importante tener en cuenta que la actividad física regular puede ayudar a reducir la presión arterial y también tiene beneficios en la salud cardiovascular en general.
¿Cree necesario o cuanto menos, positivo, implementar técnicas para reducir el estrés?
El control del estrés es importante no solo en el manejo de la hipertensión arterial, sino en el bienestar físico y psicológico general de nuestros pacientes. Creo que si existe cualquier situación de ansiedad y/o estrés crónico que tenga repercusión en la calidad de vida del paciente, es importante buscar atención médica y/o psicológica para tratar de controlar el problema.




