Joan Babot, exjugador del Barça, 80 años: “La vitalidad no depende de la edad, sino del propósito que se convierte en un reto constante que te mantiene vivo”

'Después de los 60'

A punto de cumplir 81 años, Joan Babot sigue enfrentando nuevos retos sobre dos ruedas, convencido de que la vitalidad no depende de la edad sino del propósito.

Su historia es un viaje de reinvención, esfuerzo y constancia, del fútbol al ciclismo, con la bicicleta como aliada de una longevidad activa y llena de sentido

Joan Babot

“Los momentos más especiales han sido compartir las experiencias en el desierto con mis hijos Jaume y Francesc”, cuenta Joan Babot.

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“Si tienes un ‘para qué’, tienes una razón para esforzarte”, dice Joan Babot Mestres como quien revela una verdad esencial. A punto de cumplir 81 años, este vecino de Sant Joan Despí, a las afueras de Barcelona, ha convertido la bicicleta en una extensión de su cuerpo. También en su propósito vital, aunque en ningún caso es su historia la de un deportista extremo, sino más bien la de un hombre que aprendió desde niño que el esfuerzo es la única herramienta que nunca falla. Basta con revisar su trayectoria, una oda a la constancia, a la reinvención después del dolor. 

“Recuerdo cuando éramos 1500 habitantes y las casas se conocían por los motes de cada familia”, rememora sobre su infancia. En el municipio donde creció, por entonces todavía sin asfalto, su vida transcurría entre huertos, animales y vecinos que compartían “aquella nada que había”. Un lugar donde la carencia material se compensaba con un profundo sentido de comunidad y dignidad. “Solo comíamos pollo dos veces al año, en la fiesta mayor y Navidad”, cuenta. De ahí que aprendió pronto el valor del trabajo y la necesidad de buscar soluciones: “Mi padre se disponía a utilizar los ahorros para comprar otro caballo. Yo, con todo el respeto que en aquella época se tenía a los padres, traté de convencer a mi padre de comprar un motocultor”. Y aquel gesto adolescente no sería el último de muchos actos de audacia que copan su relato.

Si tienes un ‘para qué’, tienes una razón para esforzarte

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Ese relato en el que, más pronto que tarde, la pasión por el fútbol llegó como una extensión natural del juego callejero. Joan creció entre partidos improvisados hasta que su talento lo llevó al CD Comtal, filial del Barça. “Jugué en el Comtal, después en el Atlètic Catalunya que me permitió llegar a debutar con el FC Barcelona”, recuerda con orgullo. También pasó por el Xerez, defendiendo la portería lejos de casa. “Llegar a defender la portería de la Selección Catalana de Futbol fue un orgullo, incluso enfrentándonos a la Selección Española cuando en ella jugaban Reina, Castellanos, De Felipe… Un hecho que hoy se antoja imposible”. Pero a los 24, todo se detuvo de forma abrupta: una rotura de ligamento cruzado lo apartó del deporte profesional para siempre.

“Fue como despertar de un sueño en el que me lo estaba pasando bien y sentir que, de repente, se había acabado”, refiere sobre aquella lesión. Sin recursos ni rehabilitación avanzada como la que existe hoy día, no tuvo más remedio que hacer frente al vacío. Recién entonado el ‘sí, quiero’ con Elvira, su mujer, echó mano de los ahorros del fútbol para empezar de nuevo: “Nos habíamos casado justo antes de que se rompiesen los ligamentos de mi rodilla… Montamos unas paradas de mayoristas en Mercabarna”. Desafortunadamente, la incursión empresarial no fue como esperaba: “Trabajaba y trabajaba y por más que trabajaba, aquello no rendía… El negocio no funcionó y los ahorros se convirtieron en deudas”. Lo único que le quedó fue un camión viejo con el que inició una nueva etapa como transportista autónomo, recorriendo España para saldar cada euro adeudado.

Romperme el ligamento cruzado fue como despertar de un sueño en el que me lo estaba pasando bien y se había acabado

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Vendría después el fútbol base, donde volcó lo aprendido en el campo para formar a las nuevas generaciones. Se convirtió en presidente de un club local y entrenador de cantera. “Podía hacer valer mi experiencia, la podía compartir y enseñar a los jóvenes valores”. Sea como fuere, no todo eran satisfacciones: “Si los infantiles son maravillosos, los adolescentes son un martirio y mayor martirio son aquellos padres que quieren que su hijo sea el crack internacional que difícilmente será.” En paralelo, su rodilla ya amenazaba con dejarlo cojo de por vida, pero entonces apareció el doctor Humbert Ferrer. Y con él, una segunda oportunidad: “Me aconsejó que me operase... En ese momento, no podía imaginar que aquella operación, además de coserme los ligamentos, me ligaría a la bicicleta para el resto de mi vida”.

Tenía 50 años cuando montó por primera vez una bici oxidada que había en casa de sus suegros. “La primera salida con aquella vieja bicicleta abandonada me llevó hasta el primer árbol que encontré en la ruta que llevaba hasta la cima de la Creu de Olorda [una ermita a medio camino entre Molins de Rei y Vallvidrera, en el Parque Natural de la Sierra de Collserola]. Esa fue mi primera meta y el día siguiente dejé ese árbol atrás hasta una nueva meta… La primera salida quizás no te lleva al destino, pero, sin duda, es la más importante porque te pone en el camino.” Así, lo que comenzó como rehabilitación se convirtió en otra pasión. Su cuerpo, su mente y su voluntad habían encontrado contra todo pronóstico en el ciclismo un nuevo lenguaje.

Joan Babot

“Solamente no consigues aquello que no intentas”, tiene claro Joan Babot.

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Y es que, desde entonces, la bicicleta ha sido su brújula, con la premisa incombustible de que “el reto no es contra otros, sino contra ti mismo. Solamente no consigues aquello que no intentas”. Tan motivado con la disciplina como lo estuvo con el futbol en sus años de juventud, a los 63 años se apuntó casi por casualidad a la Titan Desert, una exigente carrera de montaña por etapas que celebra cada año en el desierto de Marruecos: “Cogí mis días de vacaciones correspondientes y me fui a conocer el desierto, donde nunca antes había estado.” Aquella experiencia lo marcó, y seis participaciones después, la última con 70 años, Joan se convirtió en el más veterano del pelotón. “Recuerdo una etapa de 11 horas sobre la bici, en la que mientras desde la organización me proponían abandonar, yo seguía hasta llegar a la meta.”

A lo largo de estos últimos años, Joan ha tenido ocasión de pedalear junto a leyendas como Óscar Pereiro, Claudio Chiappucci o Roberto Heras. Ahora bien, lo que más atesora en su particular baúl de los recuerdos es el tiempo compartido con los suyos. “Los momentos más especiales han sido compartir las experiencias en el desierto con mis hijos Jaume y Francesc.” Por no hablar de que también ha completado cuatro ediciones de la Marroc On Bike, otra severa travesía sobre ruedas. “Ser un sexagenario compartiendo jaima con centenares de personas era algo que no podía imaginar desde mi vida cercana a la jubilación.” Y aunque no se considera un referente, no hay más que ver lo que sus compañeros de aventura le han ido transmitiendo para dar fe de que lo es: “Me dicen que de mayores quieren ser como yo y yo les digo que tienen que ser mejores que yo.”

La primera salida quizás no te lleva al destino, pero, sin duda, es la más importante porque te pone en el camino

Joan Babot Mestres80 años

A todo lo anterior cabe sumarle que Joan predica con el ejemplo en materia de autocuidado: “Hago todo lo posible por cuidar mi salud y el deporte es una de ellas, igual que lo es recuperar después del esfuerzo, comer sano y evitar los venenos que nos rodean. También escucha a quienes leen sobre longevidad: “Al parecer, existe una conexión entre los músculos y el cerebro… Quizás es lo que, sin saberlo, consigo haciendo rutas por las montañas con mi bici.” E insiste, sobre todo, en que el proceso para envejecer con calidad de vida empieza antes: “Lo que hagan a los 40, 50 y 60, marcará lo que podrán hacer a los 80.”

El próximo 5 de octubre de 2025, un día después de su 81 cumpleaños, Joan volverá a participar en La Travessa, una ruta en BTT que va desde Sant Joan Despí hasta Montserrat: “Es como el primer árbol que marcó mi primera meta, y cada nueva edición es una motivación para irme preparando, tanto física como mentalmente.” Un desafío tan mayúsculo como los demás cuya preparación cuenta con dos entrenadoras de lujo. “Elvira, mi esposa, me cuida desde que ella tenía 23 años y yo 25. Y mi hija Gemma que, como buena enfermera profesional, me tiene controladísimo”, señala, así como a su equipo de siempre, “mi grupo de sexagenarios, los ‘Masters Plus’, con los que cada martes y jueves a las 8 de la mañana emprendemos la marcha.”

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A quien cree que ya es tarde para empezar después de los 60, Joan le lanza una hoja de ruta clara con cinco pasos: “Que mantenga una actividad física. Que cuide su alimentación desde la calidad. Que cuide las relaciones. Que tengan un propósito. Y que nunca es tarde.” Y concluye con una de esas reflexiones que sintetizan toda su filosofía: “Más que aumentar en 20 años mi vida, he aumentado mis experiencias vividas en estos años”. Porque si algo ha sacado en claro tras tantas aventuras vividas, es que “la vitalidad no depende de la edad, sino del propósito que se convierte en un reto constante que te mantiene vivo”. El ‘para qué’ indispensable.

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