“Cuando nació mi hijo, una de las primeras cosas que me dijo mi madre fue: ‘yo ya crié a mis hijos’, he ido aceptando la situación”: abuelos que no asumen el rol tradicional

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Ya sea por decisión personal o por circunstancias específicas, hay abuelos y abuelas que no desean asumir el cuidado de sus nietos como una obligación

El rol de los abuelos y abuelas ha ido cambiando con el nuevo escenario demográfico y social

El rol de los abuelos y abuelas ha ido cambiando con el nuevo escenario demográfico y social

Getty Images/iStockphoto

“Mi madre siempre fue clara. Cuando nació mi primer hijo, una de las primeras cosas que me dijo fue: “Yo ya crie a mis hijos”. A veces me cuesta asumirlo, sobre todo cuando veo a otras madres con un apoyo total de sus padres, pero he ido aceptando la situación”, explica Clara (nombre ficticio) por teléfono. Su madre no tuvo abuelos presentes cuando ella nació, y tuvo que criarla sola, y esto, para Clara, tuvo un impacto en su decisión actual de no querer ejercer el rol de abuela que ella sí ve a su alrededor. “No creo que lo haga por egoísmo, pienso que ella ha sufrido mucho y para ella su forma de querer simplemente no pasa por ejercer un cuidado en cierto modo impuesto”, aclara.

Esta idea sobrevuela el artículo Aproximación a la participación de los abuelos en la educación de sus nietos y nietas, publicado en 2014 en la Revista INFAD de Psicología, sobre competencias educativas y emocionales que asumen abuelos y las abuelas. En el documento, sus autores explican que hoy en día muchos abuelos asumen tareas de cuidado y educación que ya habían superado con sus propios hijos, y esto genera tensiones importantes entre apoyar a la familia y disfrutar de una etapa que parecía más ligera en cuanto a las responsabilidades laborales y de cuidados. No es de extrañar entonces que para algunos abuelos y abuelas el rol de cuidadores no encaje en sus planes de vida. 

Pueden ser personas que han decidido libremente no ejercer ese papel, al menos no de manera tradicional, ya sea porque no desean cuidar o porque tienen una visión distinta del vínculo intergeneracional. Esta vivencia convive con la experiencia de quienes se entregan al cuidado de los nietos y de las nietas por puro gozo o por necesidad de las familias, que les demandan ayuda a tiempo parcial o en momentos ocasionales, pero también con otro escenario muy distinto: aquellas personas que no llegan a ser abuelos o abuelas debido a la baja natalidad y al retraso en la maternidad. Esto les obliga a adaptarse a una nueva realidad familiar y a buscar otras formas de satisfacción en esta etapa de la vida, más allá del rol que quizás habían imaginado.

María Elisa Chuliá, profesora de Sociología en la UNED e investigadora, cree que es importante subrayar la heterogeneidad de casos, pero, en general, cuando las personas mayores tienen muchas opciones de ocio accesibles y económicas (como viajar, hacer actividades culturales, sociales, etc.), valoran más su tiempo libre. “Al ser conscientes de que les queda menos tiempo de vida, dedicar ese tiempo a cuidar a los nietos puede verse como un “sacrificio” mayor”, explica. Advierte, sin embargo, que el “ethos familiar” es muy potente en la sociedad española y seguramente muchos abuelos y abuelas, aunque preferirían dedicar su tiempo a actividades más sosegadas o lúdicas, se comprometen a cuidar a sus nietos.

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“La entrega a los hijos y, por tanto, también a los nietos, es muy fuerte y, además, está socialmente reconocida. A los abuelos que cuidan a sus nietos se les percibe como personas generosas. Ellos saben que ayudando en el cuidado de los nietos contribuyen al bienestar de sus hijos, un objetivo fundamental en la vida de los mayores que tienen descendencia”, sostiene. Un sacrificio de tiempo y energía invertidos en el cuidado de los nietos que suelen hacer en mayor medida las mujeres, según la experta, que también acostumbran a preocuparse más por las relaciones intrafamiliares.

Impacto dentro del sistema familiar

Para Silvia Nava Pérez, psicóloga general sanitaria, es importante señalar que “ejercer de abuelos” no tiene una única definición, ya que se trata de un rol social y familiar que varía en función del contexto histórico y cultural. “En términos generales, podríamos hablar de una relación o vínculo en el que las personas mayores tienen un papel de acompañamiento emocional, transmisión de valores y, en muchos casos, de corresponsabilidad en el cuidado de sus nietos”. Es decir, ejercer de abuelos no es simplemente tener nietos sino una implicación que va mucho más allá del lazo biológico, y que para la psicóloga supone “asumir un rol dentro del sistema familiar que puede implicar presencia, cuidado, traspaso de sabiduría y experiencias, o simplemente disponibilidad emocional”. Un rol que, recuerda, no es ni obligatorio, ni universal, ni debe darse por hecho.

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¿De qué manera afecta a la dinámica familiar que las expectativas de una parte y otra transiten por carreteras divergentes? Responde Nava que la decisión de no ejercer el rol tradicional de abuelos puede generar conflictos dentro del sistema familiar, especialmente si hay una fuerte expectativa cultural o familiar sobre lo que se espera de ese rol. “Desde la Teoría Sistémica –un enfoque psicológico que estudia al ser humano no como un individuo aislado, sino como parte de sistemas interrelacionados– se explica que cualquier cambio o fallo en los roles familiares esperados puede alterar el equilibrio del sistema, generando reajustes, conflictos o, en algunos casos, nuevas oportunidades de redefinición de los vínculos”, señala. 

Esta decisión, según explica, puede generar frustración y decepción en los hijos adultos, “pudiendo reabrir heridas relacionales pasadas y, por tanto, siendo inevitable la revisión del vínculo”. En la relación con los nietos, en cambio, considera que, si los abuelos no quieren ejercer este rol activo, no tiene por qué haber un impacto emocional negativo, sino que dependerá de cómo construyan este vínculo y de la implicación afectiva que tengan con ellos, sin tener que estar directamente relacionado el amor a los cuidados. “Hay muchas maneras de “ejercer de abuelos”, no debemos verlo como blanco o negro, sino como un continuo en el que se pueden dar muchos momentos de cuidado del vínculo. Podríamos decir que el impacto en los nietos vendrá influido por el impacto que esté teniendo en los padres, y la capacidad que estos tengan de ajustar expectativas”.

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Un escenario en transformación

El rol del abuelo y de abuela puede enfocarse hoy desde una perspectiva más libre y menos ligada al deber o la expectativa cultural. Así lo considera Silvia Nava Pérez, quien destaca que en las últimas décadas ha habido una transición hacia una visión más flexible y plural de los roles familiares, incluyendo el de los abuelos. “Padres más implicados, madres compartiendo los cuidados y luchando para no tener que renunciar y, cómo no, los abuelos también son protagonistas de este cambio. Es saludable permitir que las personas mayores definan su rol en función de sus deseos y capacidades, pero implica abrir un diálogo generacional honesto, en el que las decisiones no se vivan como rechazos, ya que es una construcción social que puede renegociarse”, explica.

Lo que sí puede ocurrir en este proceso de cambio es que aparezca una compañera ampliamente conocida: la culpa. “El sentimiento de culpa en los abuelos por no cuidar a sus nietos depende de las expectativas familiares y culturales”, dice. Según la psicóloga, será mayor si se espera que participen activamente y ellos no lo hacen. “En familias con vínculos débiles o sin esa expectativa, es menos probable que sientan culpa. También puede surgir por una disonancia entre lo que desean (descansar, disfrutar su tiempo) y lo que creen que deberían hacer (ayudar)”.

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Por último, sobre la cuestión de la percepción social que parece dominar este terreno, María Elisa Chuliá recuerda que, así como cuidar a los nietos está reconocido socialmente, no cuidarlos –bien porque no se tiene oportunidad para hacerlo o porque se rechaza esta posibilidad, aunque la planteen los hijos– no penaliza socialmente. “La frase 'yo ya crie a mis hijos' no me parece que genere hoy día rechazo alguno. Podríamos decir que la satisfacción de las preferencias individuales se ha convertido en un objetivo moral tan legítimo para todo el mundo, también para los mayores, que la sociedad comprende muy bien a los abuelos que no acceden a cuidar a los nietos de manera sistemática”, manifiesta. 

Eso sí, apunta que quizá menos comprensión sí genere el hecho de que no estén disponibles para cuidar de los nietos ocasionalmente; pero considera que esa situación de que los abuelos se abstengan de “echar una mano” o de “estar al quite” ante contingencias sobrevenidas se da en España muy poco.

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