“Muchos abuelos pasan de ser una figura afectiva a asumir responsabilidades de cuidado que no siempre pueden o desean sostener”: los abuelos de hoy y su complicado rol en familia

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Los abuelos han pasado de ser figuras de autoridad distante a convertirse en pilares afectivos y logísticos clave en la crianza moderna, en un equilibrio tan valioso como frágil

La convivencia intergeneracional requiere esfuerzos y apertura de mente por todas las partes

“Cuidan desde otro ritmo, con más paciencia, y desde una forma diferente de estar presentes”, refiere la psicóloga Celeste Vaiana.

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Paloma tiene 69 años y dos nietos de nueve y once años. Vive en Madrid junto a su marido, Pepe, y se declara una abuela entregada a la causa. “Para mí, ser abuela es poder tener a dos personas maravillosas en las que volcar la ternura, y también hacerlo con el tiempo que lamentablemente no tuve con su madre cuando era pequeña”, cuenta. 

Los niños pasan con sus abuelos varios ratos a la semana, comen algún día en su casa y de vez en cuando pasan algunos días con ellos de vacaciones en la playa. Son un apoyo para sus padres, ya que ambos trabajan como profesores de instituto, pero también son una precisa máquina generadora de recuerdos para sus nietos: hacen manualidades, cocinan, leen cuentos, se bañan en la piscina y escuchan con curiosidad las peripecias que ambos les cuentan de su juventud.

Para mí, ser abuela es poder tener a dos personas maravillosas en las que volcar la ternura, y hacerlo con el tiempo que no tuve con su madre 

Paloma69 años

El contacto intergeneracional tiene muchas ventajas, según explica Celeste Vaiana, psicóloga clínica con experiencia en terapia familiar. Entre ellos, que puede crearse un vínculo muy nutritivo y que fortalezca el tejido invisible de la vida familiar. Para la psicóloga, además, los abuelos ofrecen una presencia distinta a la de los padres y esto es también positivo. 

“No están tan apurados ni exigidos por el ritmo acelerado de la vida cotidiana, y eso les permite vincularse con los niños de otra manera. Cuidan desde otro ritmo, con más paciencia, y desde una forma diferente de estar presentes”, dice. Asimismo, sostiene que, a través de sus historias y experiencias, ayudan a los nietos a sentirse parte de algo más grande: una familia, una historia.

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Para las abuelas y abuelos, el vínculo con el niño o la niña puede aportarles mucha más vitalidad, ilusión, ternura. Incluso una oportunidad para vivir la crianza de otra forma por esa mayor disponibilidad. “En mi consulta he visto que, en muchos casos, los abuelos reparan con sus nietos lo que no pudieron ofrecer a sus hijos. Están en otra etapa de su vida, más disponibles, más conscientes, y pueden vivir la crianza con mayor disfrute y menos presión”, manifiesta Vaiana. 

Así lo siente Paloma, para la que lo único que le resulta más complicado es sostener como abuela las peleas entre los hermanos. “Cuando se pelean y discuten me recuerdan a mis hermanos y a mí, que también nos peleábamos de niños, y a veces bien fuerte, ¡a base de castañazos! Es algo normal entre niños, parte de su proceso de aprendizaje, pero no puedo evitar agobiarme”, explica.

El peso de las abuelas

En la mayoría de las familias, la abuela sigue teniendo un papel más activo y visible en la crianza y el cuidado de los nietos en comparación con el abuelo. Esto ocurre, por ejemplo, en el caso de Paloma y Pepe: aunque en el día a día se encuentran encantados los dos, incluso más aún su marido, en ella recae más la carga de comidas o del coche porque es ella la que conduce. Confiesa, eso sí, que en cuanto ve a los niños se le pasa todo. “Me puedo llegar a olvidar de lo cansada que estoy en un momento”, señala.

Jerónimo González Bernal, director del área de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Burgos, explica que esta realidad se observa en muchos contextos sociales y culturales: “Esto ya aparece en nuestras publicaciones desde hace años, y en diferentes culturas estudiadas por nosotros, en Italia, Argentina, Nigeria. La realidad es que la abuela materna sigue siendo la pieza clave de la relación con los nietos. Normalmente, las madres, en la mayoría de los casos, gestionan el cuidado de los hijos y prefieren confiárselo a su familia”.

En muchos casos, los abuelos reparan con sus nietos lo que no pudieron ofrecer a sus hijos

Celeste VaianaPsicóloga clínica
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Aunque González afirma que los abuelos varones han incrementado su implicación respecto a generaciones anteriores, todavía suelen estar menos presentes en las tareas diarias de cuidado, organización y acompañamiento emocional de los nietos. “Las abuelas suelen asumir más responsabilidades y dedicar más tiempo directo a los niños, en actividades como la alimentación, la higiene, el apoyo escolar o el seguimiento de rutinas”, cuenta. 

Esta diferencia se debe, según el experto, a varios factores históricos y sociales, como los roles de género tradicionales, la mayor disponibilidad de tiempo de las mujeres tras la jubilación y la expectativa cultural de que sean ellas quienes cuiden y acompañen a la familia.

La abuela materna sigue siendo la pieza clave de la relación con los nietos 

Jerónimo González Bernal Director del área de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Burgos

De la autoridad formal al juego como vínculo afectivo

Los cambios que se han producido en las estructuras familiares en las últimas décadas también han acarreado una mutación en la relación y la disponibilidad de la familia extensa: los hijos y las hijas legan más tarde (si llegan) y las familias encogen, pero, en muchas ocasiones, son el trabajo y el precio de la vivienda los elementos que terminan condicionando lo cerca o lo lejos que se puede vivir de abuelos, tíos, amigos de toda la vida… María Victoria tiene 78 años y nueve nietos entre los nueve y los 21 años. Vive en Ronda, Málaga, y, aunque tiene cuatro hijos, solo uno de ellos vive en su localidad. 

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“Para mí, ser abuela significa la trascendencia y la continuación de mi vida. Me alegra mucho ver felices a mis hijos con sus propias familias. Cada vez que me han dicho que iba a tener un nieto, me he puesto muy contenta; de hecho, me habría gustado tener aún más nietos. También significa poder servirles como una especie de enciclopedia con patas: me gusta enseñarles cosas, desde las más simples cuando son pequeños, hasta temas más profundos cuando crecen”. 

Cuenta con pena que solo tiene cerca a dos de sus nietos; los otros siete viven lejos, cuatro de ellos en Madrid. “Aunque los veo con cierta frecuencia, también hablo mucho con ellos por teléfono o videollamadas, me resulta difícil no poderlos ver más”, relata.

Ser abuela significa poder servirle a mis nietos como una especie de enciclopedia con patas, me gusta enseñarles cosas

María Victoria78 años

Las abuelas y los abuelos de ahora también se han adaptado a los cambios sociales y tecnológicos, utilizando herramientas digitales para mantener el contacto y estar presentes en la vida de sus nietos y nietas. Según explica Jerónimo González Bernal, buscan interactuar y aprovechan cualquier oportunidad para compartir tiempo juntos, incluso a través de la tecnología, lo que fortalece el vínculo intergeneracional. 

Dice también que distintos estudios han encontrado que los propios abuelos valoran aún más si cabe su rol: “En general hemos visto que están encantados, es decir, que desean ejercer el rol de abuelos, lo consideran una mejora de la calidad de su vida, y este bienestar se refleja también en los nietos. Si ya se demostró que los niños y niñas que tenían contacto con abuelos, mejoraban en aspectos cognitivos, sociales y emocionales, el que el abuelo ejerza su rol de amor incondicional de esta forma, va a fortalecer aún más a los nietos”, manifiesta.

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¿Puede decirse que los abuelos y las abuelas de hoy han cambiado la autoridad por el juego? La respuesta de González llega con necesidad de ser matizada: “Sí y no. No se trata tanto de que la autoridad haya sido sustituida por el juego, sino de que ambos aspectos han evolucionado y se han integrado de una manera distinta en la relación entre abuelos y nietos”. Según el experto, si bien antes los abuelos solían ejercer una autoridad más formal y distante, con un papel de guía y transmisor de normas. 

Hoy, aunque la autoridad sigue presente, se manifiesta de forma más cercana, flexible y afectiva. “El juego ha ganado protagonismo como herramienta para fortalecer el vínculo, compartir tiempo de calidad y transmitir valores de manera natural y divertida. Así, el juego y la autoridad conviven y se complementan, permitiendo que los abuelos sean figuras de referencia y confianza, tanto para el aprendizaje como para el disfrute compartido”, explica.

La magia de la conciliación

Cuando la periodista e ilustradora Joly Navarro Rognoni se convirtió en madre en 2018 tomó conciencia de la importante labor que llevan a cabo las abuelas y los abuelos para poder sostener los cuidados cuando el sistema no cuenta con una infraestructura y unas políticas realistas. Decidió entonces empezar un proyecto que hiciera visible ese conflicto entre conciliación y cuidados, pero también el escenario de la “abuelidad”: la sobrecarga, la feminización del cuidado, los modelos de crianza actuales y los conflictos intergeneracionales. Así nació Abueland, una serie de más de 50 viñetas que han sido expuestas en lugares tan diversos como asociaciones feministas, fundaciones, espacios culturales y colegios, y que fueron reunidas en un libro autoeditado en 2022 bajo el mismo nombre.

Loli tiene 70 años y vive en Valladolid. Es abuela de dos niñas de 11 y 7 años. Y como experiencia, dice que para ella convertirse en abuela fue una experiencia magnífica. “Me siento encantada en mi rol de abuela. Yo disfruto mucho de las niñas, con sus juegos, con sus confidencias, con todo en general”, cuenta. Considera que hoy los abuelos “están mucho más comprometidos, más implicados en la vida de sus nietos”. 

Ahora los abuelos están más comprometidos, más implicados en la vida de sus nietos

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En verano, la casa de Loli y su marido funciona casi como una pensión para poder conciliar: las niñas duermen allí, desayunan, y a veces pasan también la mañana. Después de comer, nosotros sus padres las recogen y están con ellos hasta la noche. Explica Raúl, el hijo de Loli, que durante el curso sus hijas y sus padres se ven menos. “A veces duermen allí porque les apetece, como un sábado cualquiera o, por ejemplo, este lunes pasado: a la pequeña le hacía ilusión que su abuela la llevase al colegio, así que durmieron allí para ir con ella al día siguiente. Hay mucho trato y vínculo. Aunque, eso sí, con el caos del día a día, a veces pueden pasar un par de semanas sin verse”, señala.

Hoy los abuelos son fundamentales en el día a día de muchas familias, y esto inevitablemente influye en el papel que asumen. Recuerda Jerónimo González que si bien antes los abuelos tenían un rol más distante, ahora participan activamente en el cuidado y en el apoyo emocional y económico de sus nietos. “Hoy los abuelos están mucho más metidos en la vida diaria de la familia que antes. Antes, su papel era más de figuras respetadas y sabias, pero solían estar un poco al margen del ajetreo de la casa y de la crianza de los nietos. Ahora, con el ritmo de vida que llevamos, los abuelos se han vuelto imprescindibles: ayudan a cuidar a los niños, los llevan al cole, les preparan la merienda, y hasta se manejan con el móvil o las videollamadas para estar en contacto”, describe.

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Para Celeste Vaiana la cara B de esto es la demanda de su ayuda, a veces exigente, a veces abusiva, para que las familias puedan conciliar. “Hoy muchos abuelos pasan de ser una figura afectiva y disponible a asumir responsabilidades de cuidado que no siempre pueden o desean sostener. Esto puede ser abusivo y descoloca su rol natural en la familia” dice. Está también la cuestión de los nuevos modelos de crianza, que suelen ser distintos a los que quienes son abuelos hoy aplicaron con sus propios hijos. Según la psicóloga, en el intento de criar con respeto a los niños, muchas familias olvidan respetar también a los abuelos, generando incoherencias. 

“Poner límites a los abuelos desde el conflicto solo genera tensión y no favorece ni al niño ni al entorno familiar. Es fundamental recordar que, al pedir a nuestros padres que cuiden de nuestros hijos, debemos hacerlo desde nuestro rol de hijos, con humildad y respeto. Podemos compartir cómo preferimos criar, sin juzgar, sino buscando una comunicación empática”. Considera que, en muchos casos, los abuelos no están en condiciones de cambiar a su edad. Y da una idea: “Si como padres decidimos no asumir el costo económico de una canguro, debemos estar dispuestos a asumir cierto costo emocional al hacer ese pedido a los abuelos”. En la misma línea opina Jerónimo González, quien concluye que la comunicación y el trabajo en equipo con los padres son fundamentales para superar este desafío.

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