La autopsia practicada al cerebro de la Hermana Mary reveló signos de daño generalizado, en forma de placas y ovillos, manifestaciones típicas de la enfermedad de Alzheimer. Podría no haber sorprendido a nadie, dado que la mujer había fallecido apenas tres meses antes de cumplir 102 años. A nadie, salvo a los testigos de la lucidez que Mary mantuvo hasta el último de sus días. Por eso el hallazgo dejó perplejo al investigador David Snowdon, quien a mediados de los 80 lideró el famoso Estudio de las Monjas, del que la religiosa fue exponente emblemática.
En el año 2000, la Academia Sueca premió con el Nobel de Medicina a Eric Kandel por un descubrimiento que había realizado en los 70, mientras estudiaba a un caracol marino. Demostró que la memoria a corto y a largo plazo se forma mediante diferentes señales que modifican la estructura de las conexiones neuronales. Y que eso aplicaba a todos los animales que aprenden, desde los moluscos hasta el ser humano.
“Kandel probó que el cerebro puede seguir cambiando, reconstruyendo su estructura, función y conexiones hasta el último día de vida. Eso se llama neuroplasticidad. Los científicos estuvimos equivocados durante décadas diciendo que no era posible, que una vez que envejeces ya está”, dice Carol Kotliar, doctora en medicina, médica cardióloga, especialista en hipertensión arterial, investigadora clínica independiente del CONICET.
Los cerebros resistentes al Alzheimer de las monjas del convento de Notre Dame (en Minnesota, Estados Unidos), el hallazgo de Kandel, otros avances derivados del auge de las neurociencias, junto con el aumento de la expectativa de vida y su propia experiencia en el consultorio, encendieron en Kotliar el interés por el cerebro.
Es el cerebro el que nos ayuda a movernos, a mejorar la adherencia a los tratamientos y a mantener un estilo de vida saludable
Y ese interés se tradujo en el desarrollo de un método para la estimulación cognitiva en adultos sanos, el Mental Training Tech 24.5 (MTT 24.5), que fue probado en un ensayo clínico piloto en 2023. En las últimas semanas, la revista científica PLOS One aceptó para su publicación el manuscrito con los resultados preliminares obtenidos entre los participantes.
“En tantos años que he pasado en el consultorio atendiendo pacientes, me di cuenta de que más que al infarto, el miedo que tienen es a perder la autonomía”, comenta Kotliar. Y en esa autonomía, la cabeza juega un rol fundamental. “Es el cerebro el que nos ayuda a movernos, a mejorar la adherencia a los tratamientos y a mantener un estilo de vida saludable”.
Sobre la protección cardiocognitiva: ¿cómo se relacionan la salud del cardiovascular y el cerebro? “El cerebro necesita dos alimentos principales. Uno es el oxígeno, que es transportado por el sistema cardiovascular, que trabaja para el cerebro, el amo principal. Es decir, el sistema cardiovascular -del cual yo soy especialista- trabaja para que ese cerebro pueda seguir vivo y sano y cumpliendo sus funciones. Y el segundo elemento que necesita el cerebro son los conocimientos nuevos, para poder mantener habilidades cognitivas a medida que envejece. Hay que empezar desde jóvenes: trabajar para evitar el infarto que se produce a los 60-70, pero las causas se originan mucho antes. Y también hay que enseñarles a los niños a que aprendan a usar bien su cerebro. La niñez es la etapa en la que más neuroplasticidad tenemos, pero podemos reproducirla en cualquier momento de la vida.
Esto es fundamental. Porque cada vez más niños nacidos en estos años tendrán chances de llegar a los 100 años. ¿Cómo van a llegar nuestros hijos, nuestros nietos? Con más riesgo de demencia, de pérdida de memoria, de fragilidad, aparte de las enfermedades cardiovasculares.
Hasta un tercio de los adultos entre 40 y 45 años empiezan a tener deterioro cognitivo leve. Dicen no encuentro el teléfono, no sé dónde dejé el coche, estoy como obnubilada, y ponen diferentes excusas (dormí mal, comí mal, estoy estresado). Es un deterioro cognitivo leve porque de alguna manera empieza a afectarse la memoria y puede progresar. Cuando estás más grande dejas de leer porque te cuesta acordarte de los personajes o ves una serie y te perdés cosas. La reserva cognitiva es la solución a esto. Aumentar tu seguro, tu reserva cognitiva, lo que tenés guardado en el cerebro estimula distintas áreas”.
Hasta un tercio de los adultos entre 40 y 45 años empiezan a tener deterioro cognitivo leve
Cerebros resistentes
Kotliar vuelve varias veces durante la charla al Estudio de las Monjas para ejemplificar cómo una vida intelectual activa puede proteger contra el deterioro cognitivo y las demencias. De la investigación iniciada en 1986 participaron 678 religiosas que aportaron sus historias médicas, se sometieron a test cognitivos e incluso algunas donaron sus cerebros post-mortem para ser analizados. Muchas de ellas llegaron lúcidas al final de vidas longevas.
¿Qué era lo que marcaba la diferencia? “No era nada más que estilo de vida —responde la médica—. La autopsia practicada al cerebro de Mary mostró que tenía Alzheimer avanzado. Sin embargo, ella estaba impecable, enseñaba, estudiaba. Gracias a eso había desarrollado reserva cognitiva, áreas de su cerebro que servían como si tuviese plata guardada en el banco o abajo del colchón y cuando te va pasando algo o envejeces, te cubre el daño. Tenía el cerebro enfermo, estaba realmente mal, pero no se notaba”.
“Otros tendremos el cerebro envejecido en algún momento —añade—, pero desarrollar más reserva cognitiva, más conexiones, más fortaleza, ayuda a no sufrirlo. De eso se trata el método: incorpora conocimientos de muchos temas diferentes, aislados y no conectados, que van “prendiendo lucecitas” en distintas partes del cerebro que tenías en off porque no las usabas”. “Así como cuidamos el cuerpo, también necesitamos entrenar el cerebro de forma sistemática y accesible”, dice Kotliar.
Así como cuidamos el cuerpo, también necesitamos entrenar el cerebro de forma sistemática y accesible
Cómo aumentar la reserva cognitiva
El Mental Training Tech 24.5 es un programa de estimulación cognitiva diseñado para mejorar el rendimiento cognitivo y la neuroplasticidad en adultos sanos. Su objetivo es estimular la función cerebral a través de la adquisición de nuevos conocimientos (DATA) y técnicas de aprendizaje (TECHS). El 24.5 hace referencia al tiempo de instrucción, que son 24 horas y media, distribuidas a lo largo de 12 sesiones presenciales.
“En la parte de DATOS se aprenden conocimientos nuevos, que la persona no conoce, de cualquier tema y bien cortitos, no más de 15 palabras por cada uno. Estos datos suman más o menos 40 a lo largo de todos el curso y se asocian a técnicas que hacen que se afiancen en el cerebro, aumentando la reserva cognitiva”, explica Kotliar. ¿Qué tipo de técnicas? “Aprender a escribirlo con las dos manos al mismo tiempo, con una mano de derecha a izquierda, con la mano no dominante, o en código Braille, por ejemplo.”
¿Y el ChatGPT, entre otras plataformas de inteligencia artificial generativa, no contribuye a que usemos cada vez menos el cerebro? Es decir, a apagar las “lucecitas”. Depende, responde Kotliar. “Si lo que ves en chat GPT no solo lo copias y pegas, sino que lo tomas como una fuente, es una enciclopedia viva de conocimiento. Pero lo que pasa es que no estamos haciendo el ejercicio de que quede en nuestro cerebro”.
La médica propone un desafío a los lectores: “Aprendan un dato nuevo, curioso, búsquenlo donde quieran. Así, hasta llegar a 10. De lo que sea: cine, historia, biología. Lo importante es que sean diferentes. Y practica para que esos datos queden en tu cabeza, porque si no te los vas a olvidar enseguida. Escríbelos con la mano no dominante (si eres diestro, con la zurda) o cuéntaselos a alguien en voz alta. No importa de dónde los saques. Lo que importa es que trabajes para que queden en tu cabeza”.
Pero la reserva cognitiva no se estimula solo con conocimientos nuevos, apunta: “También con un estilo de vida saludable, que incluya intereses diferentes (actividades culturales, deportivas, hobbies), sociabilización y que evite el aislamiento”.

Necesitamos entrenar el cerebro de forma sistemática y accesible para cuidar nuestra reserva cognitiva.
“Resultados prometedores”
Del ensayo clínico participaron 76 adultos sanos (sin deterioro cognitivo clínico) con una edad promedio de 59 años. En 56 se probó la intervención (es decir, el MTT 24.5) y otros 20 formaron parte del grupo de control.
Los resultados iniciales mostraron una mejora significativa en la función cognitiva global, especialmente en la memoria, con un aumento del 11,4% en el grupo de intervención, sobre todo en los individuos con puntuaciones cognitivas más bajas al inicio del estudio. También se reportaron mejoras secundarias en la fluidez verbal, el lenguaje, habilidades visoespaciales y atención.
Estos resultados sugieren que la estimulación cognitiva estructurada podría desempeñar un papel fundamental en la prevención del deterioro cognitivo
“Estos resultados sugieren que la estimulación cognitiva estructurada podría desempeñar un papel fundamental en la prevención del deterioro cognitivo y la promoción de la salud cognitiva en adultos sanos. Dados los prometedores resultados, son esenciales futuros estudios que incluyan poblaciones más grandes y un seguimiento a largo plazo para validar estos efectos y explorar el potencial para mitigar el declive cognitivo relacionado con la edad y mejorar la calidad de vida”, concluyeron Kotliar y colegas en el artículo que fue aceptado para su publicación en PLOS One.
“Esta validación científica internacional marca un antes y un después para el proyecto, que ya había tenido gran repercusión en redes y medios desde que fue patentado”, sostuvo la médica, que en estos tres años fue invitada a presentar el método en congresos y reuniones científicas en Europa, Estados Unidos y Centroamérica. En 2024 recibió el Premio Mujer en las Ciencias del Women Economic Forum (WEF), como reconocimiento al trabajo sostenido en ese campo.
En la actualidad, su interés pasa por poder terminar -desde la Fundación Madre de la Salud y de la Vida, que preside- el desarrollo de una aplicación online que permita que esta metodología esté disponible en forma gratuita para todos, sin necesidad de asistencia presencial. “La idea es contribuir a cambiar el paradigma: así como cuidamos el cuerpo, también necesitamos entrenar el cerebro de forma sistemática y accesible”.