Donar un riñón a un vecino, a los 61 años: “Que una persona cercana lo necesitara me hizo pensar que nada era casual; mi entorno lo hubiera entendido más si hubiese sido un familiar, pero yo quería ayudar”

‘Después de los 60’

Al vecino de Asun Ariznabarreta le fallaron los dos riñones de un día para otro, y eso despertó en ella la posibilidad de ser su donante, entrada ya en la sesentena. “Pensé que si la vida había traído esto a mi entorno, sería por algo”, razona

Asun donó un riñón, a los 61.

Asun donó un riñón, a los 61. 

Cedida

Hay historias que son una luz en medio de una noche oscura, de esas que te hacen frotar los ojos y demuestran con fuerza que aún hay motivos para confiar en la vida y, sobre todo, en las personas. La de Asun Ariznabarreta es una de ellas. Porque hace un año, cuando tenía 60 años y ya se había jubilado, tomó la que probablemente fue una de las decisiones más altruistas de su vida, convencida de estar haciendo lo que tenía que hacer: donarle un riñón a su vecino, miembro de una comunidad vecinal que para esta mujer es como una “pequeña familia”.

Todo empezó cuando supo que a este vecino suyo, nueve años mayor que ella y con quien tenía una muy buena relación, le dejaron de funcionar los dos riñones sin previo aviso. “Era una persona vital y de repente se apagó, tenía que ir a diálisis tres días, empezó a desanimarse… y eso me impresionó mucho”, recuerda esta vitoriana, afincada en Corbera de Llobregat (Barcelona) desde hace años. Ese fue el momento en que algo en la cabeza de Asun se empezó a mover.

Lee también

“Cada mañana repaso 1.500 palabras y he hecho jornadas de 12 horas andando con gente más joven, porque los de mi edad no me siguen”: se prepara para ‘Pasapalabra’ y corona montañas, a los 63 años

Marta Gambín
Antonio Durán se aficionó a la montaña pasada la cincuentena.

Ella misma cuenta los motivos que la llevaron a planteárselo: “Estoy en un momento de mi vida que creo que nada es casual, y tengo la convicción que no es tan importante lo que yo busque como lo que me busque a mí, por lo que tengo muy en cuenta lo que la vida me trae; la vida es una escuela de almas, hemos venido a aprender y cada alma tiene su curso de aprendizaje, y me he dado cuenta de que realmente lo que me trae la vida es lo que necesito para aprender”, razona.

Todo ese autoconocimiento vital lo volcó en querer ayudar a alguien que tenía relevancia en su día a día, aunque no fuera directamente alguien de su familia, un ítem que le da todavía más fuerza al relato. “Reconozco que hubiera sido más fácil y que mi entorno lo hubiera entendido más de haber sido un familiar, pero para mí era un alma más”, explica, convencida. “Que a una persona cercana le pasara esto me hizo pensar que nada era casual, sino causal, y pensé que si la vida había traído esto a mi entorno cercano, sería por algo”.

Pensé que si la vida había traído esto a mi entorno cercano, sería por algo

Asun Ariznabarreta

Pese a eso, no fue una decisión que Asun tomara a la ligera ni sin pestañear. Un par de años antes había conocido a alguien que le había donado un riñón en vida a su hermana, algo que en su momento ya le llamó la atención, y antes de proponérselo a su vecino, empezó a informarse. Entre ellas, contactó con la asociación ALCER (Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón en Catalunya), donde conoció a Jon y Beatriz, su mujer. “Él le donó un riñón a ella, y yo comencé a hablar con otras personas que habían sido donantes en vida; todas me decían que hacían vida normal y que la calidad de vida del receptor era muy diferente”, dice, así que lo vio claro. ¿Por qué no iba a ayudar a su vecino?

A partir de ahí, pasó por muchas pruebas y entrevistas, sobre todo al no ser familiar directa del receptor, para controlar que la donación fuera totalmente altruista y no fomentada por un intercambio económico. También para que su salud no se viera perjudicada. “Me dijeron que descartaban al 90% de las personas que se ofrecían para donar, porque se aseguran mucho de que el donante no pierda calidad de vida por quedarse con un solo riñón”, explica. 

Lee también

Dicho y hecho. Hace poco más de un mes, Asun entró en quirófano. Todo fue bien y actualmente está en fase de recuperación, y aunque dice sentirse un poco más cansada de lo habitual, reconoce que ha atravesado una catarsis emocional y física que no se esperaba, pese a considerarse una persona muy mental. “He pasado un duelo, porque has dado una parte de tu cuerpo y el cuerpo se tiene que adaptar”, dice.

Y también ha habido muchos otros aprendizajes en este proceso, un fortalecimiento que ha hecho que Asun se sienta más a gusto consigo misma. Ahora confía más en su intuición y en sus valores, además de en aquello que cree importante para sí misma, incluso aunque sea diferente a lo que ve el resto del mundo. Y por eso se ha animado a contar su caso, para que su testimonio aporte esperanza. “La jubilación me parece una etapa maravillosa, el tiempo pasa muy rápido, y me veo preguntándome que es importante para mí antes de morir; me digo que no debo postergar las cosas para el mes que viene”.

El tiempo pasa muy rápido, y me veo preguntándome que es importante para mí antes de morir; no hay que postergar las cosas para el mes que viene

Asun Ariznabarreta

Lo cierto es que Asun ya tenía una amplia trayectoria en arrimar el hombro y ofrecerse a ayudar a los demás. Tras haber estudiado Psicología y haber estado los últimos veinte años trabajando como funcionaria, al retirarse quiso volcarse en echarle una mano a aquellas personas que la pudieran necesitar, y así empezó como voluntaria en Paliaclinic, una fundación que acompaña a personas en el final de su vida, y con la que todavía colabora. “Te adaptas a lo que la otra persona necesite, me aporta un enriquecimiento personal increíble, y te das cuenta de que cada persona es un mundo y que cada necesidad es diferente”.

El otro protagonista de esta historia, el vecino de Asun, también se está recuperando, y su relación con ella se ha fortalecido hasta el punto de considerarla una hermana más. Y si bien es cierto que el entorno cercano de Asun no lo tuvo claro, la apoyó a sabiendas de que ella quería tirarlo adelante. “Me planteé explicarlo cuando ya hubiera pasado, para no hacerlos sufrir, pero yo quería ayudar y me siento muy orgullosa de haberlo hecho”, argumenta.

Lee también

“El último tramo fue el mayor desafío al que me he enfrentado, estaba cansada y con hipotermia, pero la edad no es un obstáculo para los retos”: nadar 70 kilómetros en 7 días, a los 70 años

Marta Gambín
Fabienne nadando en aguas abiertas.

En ese sentido, aun entendiendo y sabiendo que es una decisión compleja y que asusta, Asun no puede dejar de aprovechar la ocasión de intentar animar a otras personas a que consideren la opción de hacer una donación en vida: “Sé que no es fácil porque da mucho miedo, pero actualmente hay muchas personas en lista de espera para recibir un riñón, se necesitan muchos, y cambia mucho recibirlo de donante vivo”.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...