“Cada mañana repaso 1.500 palabras y he hecho jornadas de 12 horas andando con gente más joven, porque los de mi edad no me siguen”: se prepara para ‘Pasapalabra’ y corona montañas, a los 63 años

‘Después de los 60’

Antonio Durán se introdujo en la montaña pasada la cincuentena, tras quedarse sin trabajo; actualmente, ha subido las cimas más altas de España y se ha atrevido con picos en Italia, Eslovaquia o Perú

Además, y tras participar en otros concursos, lleva unos años estudiando para concursar en ‘Pasapalabra’: “Hay que repetir y repetir; es difícil, pero a base de repasar, la palabra se te queda”, afirma

Antonio Durán se aficionó a la montaña pasada la cincuentena.

Antonio Durán se aficionó a la montaña pasada la cincuentena.

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Cuando uno observa las fotos de Antonio Durán en la montaña, debe pensar que son las instantáneas de un experto con solera, de esos que llevan años y años curtiéndose entre cerros, colinas y cimas, explotando su espíritu aventurero casi desde la cuna. Pero lo cierto es que este valenciano de 63 años se adentró en la montaña ya pasada la cincuentena y las imágenes que ha ido grabando en su retina las ha ido coleccionando desde entonces, cada vez más hipnotizado por una actividad que le ayuda a mantenerse en plena forma física, mental y emocional.

Siendo Carlos Soria su gran inspiración (acaba de completar el Manaslu, en Nepal, a sus 86 años), los logros de Antonio no son moco de pavo: ha ascendido las 10 principales cumbres más altas de la Península Ibérica —dos veces el Pico Veleta, tres el Aneto o cuatro el Pico Posets, así como el Mulhacén—, pero sus conquistas le han llevado a pisar Europa y coronar el Monte Tubqal (conocido como el Techo del Atlas, en Marruecos), el Etna (Sicília) o los Montes Tatras (Polonia y Eslovaquia). Y todavía más: este año se atrevió a cruzar el charco para superar los 5.000 metros en Perú.

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“Es una ventaja haber llegado tarde a la montaña, porque no he sufrido un desgaste en las piernas; los compañeros con los que voy tienen las rodillas o los discos cascados, y yo de momento estoy perfecto”, explica. Y es que esta pasión le llegó casi de casualidad, sin buscarlo. Antonio llevaba 25 años trabajando en una empresa multinacional de marketing y estudios de mercado cuando le llegó el aviso de despido un viernes a última hora. Y de repente, tras toda una vida en activo, se vio obligado a frenar en seco. “Fue un golpe, la vida te cambia por completo”.

Pero con el mazazo también le llegó un tiempo que antes no tenía, y que decidió invertir en no aburrirse. Empezó idiomas, siguió volcado en el ciclismo y pensó que era el momento idóneo para iniciarse en serio en la montaña, algo que había llamado su atención unos meses atrás, cuando su hijo iba a un grupo de scouts que organizó una salida al Puig Campana (Alicante). “No encontramos ni el camino para subir, así que junto con otros padres nos emplazamos a volver para hacer la cima y lo conseguimos; pensé que esto no me podía volver a pasar”, explica entre risas.

Es una ventaja haber llegado tarde a la montaña, porque no he sufrido un desgaste en las piernas

Antonio Durán63 años

A partir de ahí, montó un grupo, que ha ido creciendo hasta estar formado por una cuarentena de personas diversas, y ahora se van sumando a las salidas en función de las aptitudes físicas, el calendario y los recursos económicos. Con algunos pasó de los Pirineos a Sierra Nevada, también a otras ubicaciones extranjeras. “En España no hay montañas de más de 4.000, así que fuimos a marruecos, que hay tres picos cercanos de 4.200, y de ahí dijimos que queríamos probar un 5.000: había que saltar a los Andes”.

Así fue como Antonio y cuatro colegas más estuvieron tres semanas en Perú y subieron al Machu Picchu andando, casi 80 kilómetros, en un trekking de cuatro días y con la mochila a cuestas, pernoctando en pueblos a lo largo del camino. Y, como no, consiguieron su reto de completar un 5.000: el Nevado Mateo (5.200). Ahora el próximo objetivo para 2026 es viajar a Bolivia para completar un 6.000 y darle la vuelta al Mont Blanc, pero el sueño de Antonio aún pica más alto. “Mi ansia es no morirme sin haber ido al Himalaya y hacer un trekking por el Annapurna”.

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Antonio, en la Montaña de los Siete Colores (Perú).

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“Para mí la montaña tiene un triple componente muy interesante: el contacto con la naturaleza, que te relaja mucho, y que va genial con el estrés que llevamos; mantenerse en forma y socializar”, defiende. Y es que, aunque este valenciano practicaba deporte habitualmente, confiesa que ir en bicicleta no tenía el mismo componente de cercanía que la montaña, a la que él mismo organiza salidas casi todos los fines de semana. “Mi mujer todavía trabaja y mis hijos no viven en casa, por lo que me paso el día solo; cuando vas de escapada, vas a tu ritmo, y hablas, te cuentan y escuchas, necesitas ese contacto con la gente”, valora.

También adula la capacidad de resiliencia y resistencia física que otorga esta actividad, con la que ha pasado momentos duros. “Hemos hecho jornadas de 12 horas andando, normalmente voy con personas que son 20 años más jóvenes que yo, porque los de mi edad no me siguen”, cuenta. Y reconoce que, a su edad, el fondo se pierda más rápido. “Cuando dejas de entrenar dos semanas, ya lo notas”.

Hemos hecho jornadas de 12 horas andando, normalmente voy con personas que son 20 años más jóvenes que yo, porque los de mi edad no me siguen

Antonio Durán 63 años

Pero el entreno de Antonio va mucho más allá de lo físico, y esta es la segunda parte de su historia después de los 60. Lleva unos cuatro años preparándose a conciencia para participar en Pasapalabra, el famoso concurso de Antena 3, tras haber participado en otros programas como Saber y Ganar o El Cazador, en este último ganando 40.000 euros a repartir entre los cuatro concursantes de su equipo. Y es que una de sus motivaciones tras el despido fue ejercitar la mente, especialmente tras llevar casi una década sin trabajar. “Conozco a gente que tras estar trabajando muchos años con actividad intelectual, la despiden y caen en depresión, he visto a muchos hundirse, y por eso quería tener actividad”.

Empezó a estudiar italiano para mantenerse activo mentalmente a través de los idiomas, hasta que un veterano exconcursante de Pasapalabra, Alberto Izquierdo, le animó a probar, y lleva desde entonces ejercitándose. “Estudio los programas y las palabras cerrojo, que son las cuatro más difíciles y las que normalmente nadie suele saber, dos de diccionario y dos de enciclopedia; tengo los ficheros y cada mañana repaso entre 1.200 y 1.500 palabras, todos los días”, explica.

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Lo repasa de una base de datos que ha creado él mismo manualmente y que cuenta con unos 35.000 vocablos repartidos en diferentes términos. Por ejemplo, relativos a animales hay 3.000, o 500 relativos a montañas. Sin embargo, la RAE tiene 88.000 afecciones, que se convierten en 222.000 entradas. Y ahí hay que sumarle el diccionari María Moliner, la enciclopedia y toda la cultura o el conocimiento general, que es infinito.

“Lo que hay que hacer es repetir y repetir, porque lo más importante es que te acuerdes rápido; es difícil, pero a base de repasar, al final la palabra se te queda”, cuenta Antonio, que reconoce que siempre le ha gustado estudiar. También utiliza programas de memoria o usa reglas mnemotécnicas, que son las técnicas que asocian información difícil de recordar con elementos más sencillos, como palabras, imágenes o rimas, para facilitar la memorización a corto y largo plazo.

Hay que repetir y repetir, porque lo más importante es que te acuerdes rápido; es difícil, pero a base de repasar, al final la palabra se te queda

Antonio Durán63 años

Todo ello para vivir una entrada en la tercera edad repleta de objetivos y motivaciones, también para animar a otras personas a que se lancen a perseguir sus metas. “A partir de los 60 empieza una etapa fantástica, después de criar y trabajar, tienes mucho tiempo libre; no hay que venirse abajo por no tener aficiones, se pueden hacer cosas que quizás no habías practicado antes”, se reafirma este valenciano, que dice levantarse con energía y con ganas de estudiar todos los días. “Yo no veía los concursos ni había ido a una montaña, se pueden buscar actividades que te sirvan para ocupar tu tiempo y realizarte, y lejos de desanimarse y hundirse en el sofá viendo la tele, merece la pena hacer el esfuerzo”.

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