Empezó su carrera musical en los años 80 cantando en diferentes orquestas, pero su primer disco en 1989, Esa chica es mía, consiguió vender la desorbitada cifra de 300.000 copias y posicionarlo como el yerno ideal: un chico discreto y elegante, de voz rota, profundamente romántico y especialmente atractivo.
Su interpretación de la canción Bailar pegados dejó a España en una meritoria cuarta posición en el Festival de Eurovisión y se convirtió en himno de los karaokes de todo el país. Pero treinta y seis años de carrera han dado para mucho más. Con veintidós discos a sus espaldas, acaba de publicar ahora el vigésimo tercero, Ritorno a Via Dalma, donde a los clásicos italianos que ya homenajeaba, de la talla de Franco Battiato, Mina o Umberto Tozzi, añade artistas contemporáneos como Laura Pausini, Nek o Zucchero. Sin embargo, el cantante reconoce a Guayana Guardian que no le gustaría “alargar mucho”.
Después de Via Dalma en 2010 y Via Dalma II un año después, llega ahora Ritorno a Via Dalma. ¿Cómo ha elegido los temas?
En el equipo somos gente de muchas edades diferentes y fue buenísimo porque había gente a quien yo les decía una canción y no la conocían, y ellos, en cambio, me decían que cantara Raffaella Carrà… ¡Y yo les decía que como querían que cantara la Carrà! Enfrentarme a canciones tan icónicas como las de Mina, Pino D’Angiò o la Carrà ha sido muy atrevido y complicado para mí. La gente todavía tiene en mente aquellos originales y, a pesar de que no se trata de competir con ellos, sí de llevarlos a mi terreno. ¡Esto es difícil!
Estos tres discos tienen un elemento en común: la nostalgia. ¿Se siente cómodo mirando atrás?
En los tres he vuelto otra vez a aquella niñez, porque en casa de mis padres es la música que sonaba, y la radio en aquel momento eran canciones italianas y francesas. Sí, es muy nostálgico y el concierto será un revival bestial.
Enfrentarme a canciones tan icónicas como las de Mina, Pino D’Angiò o la Carrà ha sido muy atrevido y complicado para mí
Uno de los grandes temas a los que han cantado siempre los italianos es el amor…
¡Es el gran tema! Si pones la radio o escuchas discos, el 80 o 90% son canciones de amor. Y qué bonito que vaya cambiando la sociedad, pero que esto se mantenga. Hablamos mucho del amor a la pareja, pero el amor es muy amplio. Aquel amor que puedes tener por un nieto, un hijo, tu trabajo, tu pareja, tus padres, tu entorno… es un puntal importante.
¿El amor ha sido el gran sentido de su vida?
Yo creo que sí. Me considero un tío próximo a la gente y valorar el amor que puedas tener a tu alrededor no se debe perder nunca. Y más ahora, que parece que todo se está despersonalizando, que vamos por la calle con los auriculares y totalmente aislados… ¡Esto me da mucha rabia!
Déjeme centrarme en el amor a la pareja, en el hecho de compartir la vida con una persona. ¿Cree que el amor que cantaba a los veinte o treinta años es muy diferente al amor que canta a los cincuenta o sesenta?
Yo creo que sí, aunque la base sí está. En aquella época eres una persona con unas bases poco establecidas, todo es nuevo, pero conforme vas cumpliendo años notas que tu vida va arraigando. No sé si es un amor mejor, pero sí más arraigado y más auténtico.
¿Por qué tengo la sensación cuando veo una foto suya, Sergio, que para usted no pasan los años?
Siempre he intentado estar a gusto con cada momento y con cada etapa de la vida, y sobre todo asumir que cumples años, que quizá ya no haces una serie de majaderías que antes hacías, que vas madurando, pero esto es lo bonito. Quizá sí que volvería unos diez añitos atrás, pero estoy muy bien como estoy. Tienes que ser suficientemente sabio y espabilado para acomodarte a cada situación y a cada momento de la vida.
Quizá volvería unos diez añitos atrás, pero estoy muy bien como estoy, tienes que ser sabio y espabilado para acomodarte a cada momento
¿Qué es para usted hacerse mayor?
Es ganar en sensibilidad. Soy más sensible y ahora cualquier cosa me llega mucho más, me afecta mucho más. También me doy cuenta de que antes necesitaba muchas más cosas y ahora, en cambio, soy muy feliz con aquellas pequeñas cosas que antes me pasaban desapercibidas. Esto es lo que creo que te da la sabiduría para disfrutar el momento.
¿Cuáles son estas pequeñas cosas?
Ir a vivir a un pueblo, en el Empordà: ¡es una pasada! Es aquella sensación de ir a buscar lo que es esencial, de ver que la gente allí se saluda, se da los buenos días y se mira a la cara. Y esto es una cosa que añoraba mucho. Cuando estoy espeso, salgo a pasear por el bosque y es la mejor vitamina. Estoy en un momento de mi vida en que necesitaba esto.
El cantante Sergio Dalma.
¿Cuántos años hace que se trasladó?
Siete. Había veraneado allí durante diez años y siempre le deba vueltas… hasta que un día sentí que había llegado el momento. Cuando estás fuera de casa sabes que tarde o temprano volverás, pero no sabes nunca cuando pasará. Los padres se hacían mayores y yo sentía aquella necesidad de estar más cerca de lo que pensaba cuando era pequeño.
¿Qué encuentra ahí?
Ahí soy Josep. Siempre he querido diferenciar mucho a Sergio Dalma y a Josep Capdevila. En Madrid era más complicado porque ahí todo el día se oye ‘Sergio’, pero en el Empordà son los vecinos que me han visto siempre y eso me gusta mucho: ser uno más. Y mira, ahora te diré una cosa que me ha pasado. Desde que vivo ahí me siento muy protegido. Estoy como entre algodones, con mucho apoyo, y cuando salgo para ir a Madrid pienso que la ciudad se me comerá. Siempre me dicen que qué bien que canto y que ahora haremos tal disco o tal concierto, y está muy bien, pero que me quieran como persona, que es lo que quiero que el día de mañana perdure, me hace sentir bien, y en el pueblo yo me siento querido.
Antes todo tenía una velocidad que casi ni te permitía disfrutar las cosas, ahora hago primero una cosa y después otra, creo que forma parte de cumplir años y vivir en un entorno mucho más tranquilo
Además de este cambio de entorno, ¿a medida que van pasando los años va cambiando ciertos hábitos, ciertas rutinas?
Cuando vives en una ciudad vives a otro ritmo, pero ahora me pasa que, cuando salgo del Empordà, cojo el AVE y llego a Madrid, me dicen que me ven tranquilo. Creo que esta es la idea: gestionar las cosas de otro modo. Antes todo tenía una velocidad que casi ni te permitía disfrutar las cosas. Ahora, en cambio, hago primero una cosa, después otra, al día siguiente empiezo otra, y noto que lo estoy gestionando de otro modo. Creo que esto forma parte del hecho de cumplir años y sobre todo de vivir en un entorno mucho más tranquilo. Cuando voy a Barcelona, ya no voy en coche, sino en tren, y digo ‘oh, qué bonito’… pero me vuelvo. Y en Madrid igual. Aunque pueda estar una semana o diez días, no me contagio otra vez de aquel ritmo porque ya tengo asumido otro pulso y me lo miro con cierta distancia. Aprendo a dosificarme mucho.
¿Y a nivel físico?
Yo siempre he hecho deporte. En la mili perdí once kilos, me vi bien y empecé. Quizás antes hacía un deporte más agresivo, más de cardio, pero hace casi cuatro años empecé a hacer yoga porque sufría de la espalda y me fue muy bien, también para saber encontrar aquel momento conmigo mismo, para estar tranquilo. Físicamente y emocionalmente. Es una pequeña meditación, aunque mi meditación es la lectura.
¿Lee mucho?
Me levanto bastante pronto, hacia las siete ya estoy despierto, y cuando acabo de desayunar siempre dedico una horita a leer, antes de hacer deporte. También antes de ir a dormir leo otra horita. He encontrado el equilibrio haciendo un poco de spinning, dos días de yoga y dos días de entrenamiento de pesas, porque pienso que a partir de cierta edad la musculatura la tenemos que reforzar.
Sabemos, Sergio, que también le gusta la buena vida. ¿Es cierto que cuando van de gira, siempre brindan con una copita de vino antes de salir al escenario?
Con algunos de los compañeros llevamos veinte años trabajando juntos, ya hay una amistad y un vínculo muy bonito, y nos gusta hacer este ritual antes de salir. Uno trae una copa de vino, otro otra, y hacemos una cata de vino para decir ‘¡va, salgamos y pasémoslo bien!’.
He encontrado el equilibrio haciendo un poco de spinning, dos días de yoga y dos días entrenando con pesas, a partir de cierta edad la musculatura la tenemos que reforzar
Más allá de los conciertos, ¿mantiene la afición?
Me gusta invitar gente a casa, cocinar, que uno lleve una cosa u otra, y estar en una mesa larga, compartiendo un vino y haciendo una sobremesa y una buena charla. ¡A mí esto me gusta mucho! El mundo del vino también me ha gustado mucho: el vino y la mesa se tienen que compartir.
Hace poco ha anunciado veintidós fechas de conciertos, pero ha avisado que en esta gira del Ritorno a Vía Dalma todavía habrá más. ¿Has cambiado la manera de afrontar una gira ahora que tiene 61 años?
Dos o tres conciertos seguidos todavía se pueden hacer si no hay una distancia muy larga de quilómetros y si me puedo permitir dormir un mínimo de horas, descansar y no hablar mucho. Pero a mí todavía me gusta hacer el bolo como dios manda, yendo con los músicos en la furgoneta, parando en tal lugar donde siempre hemos parado y donde hacen unos huevos fritos maravillosos. ¡Esto forma parte también de la sensación de bolo!
¿Y como aguanta ese ritmo?
Cuando tienes veinte años no pasa nada si no duermes un día. No dormíamos y empalmábamos con otro concierto al día siguiente. Pero ahora mismo, cuando acabo el concierto me voy al hotel a descansar, porque lo peor que puedes hacer es irte de copas y forzar la voz. No es que no tengas ganas, pero si lo hacemos es en el hotel, donde no nos hace falta gritar. Ahora me lo paso bien de una forma más tranquila.
¿Cómo ve su futuro artístico ahora que ya ha estrenado la sexagésima?
He pisado escenarios que no hubiera imaginado nunca, he hecho la trilogía de los discos italianos, supongo que el próximo disco será un inédito… Tampoco me gustaría alargar mucho. La gente ahora se jubila a los 65, a los 67 o a los 70 a lo sumo. Siempre le digo a mi representante que me gustaría, tal como un día aparecí, que de repente digan ‘¿dónde está Sergio Dalma?’, porque tampoco se le tiene que dar tanta importancia. ¿Sabes lo que siempre me da mucha pena? Cuando sigues a alguien y se va convirtiendo en algo decadente. Yo siempre digo a todo mi equipo que, si ven algo, me lo digan, porque no me gustaría llegar a este punto.
Me da pena cuando sigues a alguien y se va convirtiendo en algo decadente, yo siempre le digo a mi equipo que, si ven algo, me lo digan
Pero… ¿No lo echará de menos?
¡Disfruto mucho de mi día a día! Cada vez tengo más desengaño de todo este mundo: la sociedad ha cambiado y te desengaña en muchos aspectos. Cuando ya no esté, pues oye, quien quiera escuchar lo que he hecho, bien, y quien no, también. Yo cuando salgo del escenario desenchufo. ¡No te puedes llegar a imaginar como desconecto! Y no, yo no soy de cantar en casa.
Si ahora tuviera delante al Sergio de veinte años, ¿qué le diría?
Cuando yo empezaba con orquestas a los 16 o 17 años, escuchaba mucho a quienes tocaban conmigo, que ya tenían 40 o más. Era una esponja, y creo que la gente joven también tendría que hacer esto: fijarse en la gente que lleva años, porque algo aprenderán, del mismo modo que yo también aprendo de la gente que empieza.
¿Y al Josep de aquel mismo momento?
Estoy muy orgulloso de Josep, porque ha luchado como una bestia para que Dalma no se lo comiera. Hubo momentos al principio que sufría, pero con los años creo que ha conseguido hacerlo bien. ¡Y aquí está ahora el resultado! En este aspecto, estoy más orgulloso de Josep que de Dalma.









