La doctora Suzanne O’Sullivan, sobre cuidarse sin obsesiones cuando envejecemos: “Hay que comer bien y moverse, pero disfrutar de la vida”
Longevity
“Hay que valorar el cuerpo que envejece, aceptar que las imperfecciones van a suceder y poner en valor todo lo que hemos logrado”, dice la doctora en Medicina por el Trinity College de Dublín y especialista en neurología en el National Hospital for Neurology and Neurosurgery de Londres
Doctora Suzanne O'Sullivan
Cuando envejecemos, “debemos aceptar que envejecer también es ganar”, dice la doctora Suzanne O'Sullivan (Dublín, 1966). Lo explicaba en una entrevista en Guayana Guardian a raíz de la publicación de su último libro, La era del diagnóstico (Ariel), en el que explica cómo la obsesión médica por etiquetar nos está enfermando.
Sobre qué consejos daría a la población sénior ante un envejecimiento inevitable, responde con claridad. “Yo sé que mi cerebro envejece y que mi memoria ya no es la misma, pero también sé que tengo más sentido común y sabiduría que nunca. Hay que valorar el cuerpo que envejece, aceptar que las imperfecciones van a suceder y poner en valor todo lo que hemos logrado. Hacer las cosas sensatas que todos conocemos —comer bien, moverse, dormir—, pero disfrutar de la vida. Yo preferiría vivir hasta los ochenta con plenitud que llegar a los cien tomando un millón de medicamentos”, asevera O'Sullivan.
Hay que valorar el cuerpo que envejece, aceptar que las imperfecciones van a suceder y poner en valor todo lo que hemos logrado
Neuróloga clínica y escritora, O’Sullivan lleva más de tres décadas escuchando los misterios del cerebro y del cuerpo humano. Doctora en Medicina por el Trinity College de Dublín y especialista en neurología en el National Hospital for Neurology and Neurosurgery de Londres, ha trabajado también en el Royal London Hospital, donde ha tratado a centenares de pacientes con enfermedades neurológicas y psicosomáticas.
Autora de libros de referencia como Todo está en tu cabeza (premio Wellcome Book Prize 2016), El cerebro convulso y The Sleeping Beauties, O’Sullivan acaba de publicar en España el volumen mencionado.
El sueño es importante, pero la mejor manera de medirlo es si te sientes despierto durante el día
“Como infravaloramos a la gente mayor, nos resistimos a las cosas inevitables de la vejez. La menopausia es una etapa natural de la vida, pero se habla de ella como si fuera una catástrofe en ciernes para cualquier mujer. Es cierto que para algunas puede ser una experiencia horrorosa, pero para otras es una experiencia positiva y para la inmensa mayoría de las mujeres es una experiencia neutral”, relata en La era del diagnóstico, la doctora irlandesa.
El sueño también se ha patologizado, según ella. Y es que “a medida que vamos cumpliendo años, dormimos menos, pero, por alguna razón, la cultura popular, en forma de libros y pódcast, nos ha programado a muchos para que creamos que, si dormimos menos de siete horas, puede pasar nos algo horrible. Y no pasa nada”, según ella. “El sueño es importante, pero la mejor manera de medirlo es si te sientes despierto durante el día”, así de sencillo.
A medida que vamos cumpliendo años, dormimos menos.
En el contexto de una sociedad edadista, apunta en el libro, “es lógico que por la pérdida de la agilidad mental y física se termine yendo al médico con la esperanza de que este profesional sea capaz de revertir el curso de la vejez y, si eso no es posible, facilitarnos una etiqueta médica que nos dará el poder de ser perdonados por los signos del envejecimiento que ya tenemos. La expectativa de disfrutar siempre de buena salud constante, de envejecer con elegancia y de contar con un cuerpo y una mente que nos respondan, no ha permitido que las personas nos vayamos preparando para el inevitable declive físico que a todos nos afecta”.
En Longevity, añadía, “las mujeres somos animadas constantemente a mantener la expectativa de que, si vivimos de cierta manera, podremos conservar la juventud o alargarla lo máximo posible. Pero esa conversación hace sombra a otra más real: la de cómo cambia el cuerpo y la mente a medida que envejecemos”.
Una consecuencia, según la neuróloga, es que eso “nos hace estar poco preparados para los cambios que llegan. Yo ahora estoy en mis cincuenta y, como la mayoría de la gente de mi edad, noto que algo que antes curaba enseguida, ahora tarda meses. Casi siempre duermo regular, mi memoria está empeorando. Si hablamos de una película o un libro, me cuesta muchísimo recordar el nombre del autor o del director. Y entiendo que todo eso son partes normales del envejecimiento, que empieza a los treinta. Valoramos tanto la juventud que tenemos expectativas poco realistas sobre esos cambios”.
¿Es esta una visión excesivamente negativa sobre los cambios físicos ineludibles de la edad? “No quiero ser negativa, ahora también tengo conocimiento y sabiduría. He ganado experiencia, soy más medida, más sensata, tengo las partes increíbles que nos llegan con el envejecimiento. Tenemos que aceptar que hasta cierto punto se pueden estabilizar algunos aspectos del envejecimiento con una vida sana, pero la expectativa de mantener la juventud más allá de lo posible nos lleva a buscar soluciones médicas, y eso no siempre es positivo. Debemos tener una conversación realista sobre cómo cambia el cuerpo para entender la diferencia entre los cambios que podemos esperar y los que realmente requieren atención médica”, relata. Mucho sentido común, en tiempos de mucho diagnóstico apresurado.