Longevity

El polémico gerontólogo Aubrey de Grey y sus teorías sobre vivir hasta los 150 años: “El envejecimiento es el peor problema de la humanidad” 

Perfil Longevity

Este gerontólogo, uno de los referentes del 'biohacking', propone una revolución científica que desafía la muerte al tratar el envejecimiento como una enfermedad curable 

Su enfoque divide opiniones y abre un debate sobre la posibilidad real de prolongar la vida humana más allá de los límites actuales

Aubrey de Grey es un gerontólogo y biomédico inglés, conocido por sus teorías sobre el envejecimiento y la posibilidad de vivir hasta los 150 años. Sus teis no dejan indiferente. 

Aubrey de Grey es un gerontólogo y biomédico inglés, conocido por sus teorías sobre el envejecimiento y la posibilidad de vivir hasta los 150 años. Sus teis no dejan indiferente. 

Propias

Una mañana de septiembre, un hombre de 73 años y otro de 72 caminan mientras hablan de un tema poco habitual: la posibilidad de prolongar la vida humana gracias a los avances en biotecnología. El mayor sugiere que, con los métodos médicos modernos y los trasplantes de órganos, la humanidad podría aspirar a vivir cada vez más joven e incluso alcanzar la inmortalidad. El más joven afirma que ya existen predicciones que apuntan a que, en este siglo, vivir hasta los 150 años podría ser una realidad. 

La conversación informal sorprende a quienes, a su paso, la escuchan. El impacto crece si tenemos en cuenta que quienes charlan sobre plantarle cara a la muerte son Vladimir Putin y Xi Jinping durante un desfile militar en Pekín. Aleatoria o no, la conversación entre ambos líderes refleja cómo la longevidad y el control del envejecimiento han dejado de ser una mera cuestión de ciencia o salud pública, sino también un asunto estratégico y político a nivel global.

El episodio no es algo aislado, forma parte de una corriente cada vez más caudalosa preocupada en extender la vida humana más allá de los límites actuales. Una de las voces que ha empujado ese debate al centro de la agenda científica es Aubrey de Grey, gerontólogo, doctor en Biología y culpable de dividir a la sociedad entre quienes lo ven como un visionario adelantado a su tiempo y quienes lo consideran un optimista radical con promesas imposibles.

Su apariencia, delgada, con una larga melena y una barba interminable que suele acariciar mientras habla, evoca la imagen de un druida. No es gratuita esta comparación. En las tradiciones celtas, el druida era el guardián del conocimiento profundo, el que interpretaba los ciclos de la vida, la naturaleza y el tiempo. De Grey juega, de algún modo, ese rol. Este Panoramix contemporáneo habla de derrotar la vejez con la serenidad de quien anuncia la llegada del buen tiempo: “nunca se me había ocurrido, que alguien pudiera no pensar que el envejecimiento es el mayor problema del mundo; es tan obvio como el color del cielo”.

Ese nunca es una pista de la raíz de sus convicciones: su propia historia. Criado en Londres por una madre artista, sin la presencia de su padre y como alumno de colegios de élite en los que no terminaba de encajar, Aubrey de Grey creció haciendo equilibrios entre la soledad y la libertad. Su madre lo empujó hacia las matemáticas y la ciencia y quiso que tocara el piano. Aubrey supo que ese no sería su camino: “no era lo bastante bueno y ya había muchos pianistas excelentes”, confesaría al recordar esa etapa, “yo lo que quería era mejorar la calidad de vida de la humanidad”, añadía.

“No existe tal cosa como envejecer con gracia. No conozco gente que quiera padecer alzheimer, cáncer, artritis o cualquiera de las otras enfermedades que afectan a los mayores. Envejecer es malo, y más vale que lo aceptemos”. Así, a golpe de afirmaciones llamativas —y bastante controvertidas—, se ha convertido en uno de los máximos exponentes del biohacking, esa corriente que busca optimizar el cuerpo humano a través de la ciencia y la tecnología y que defiende que el envejecimiento no es un proceso inevitable, ni un destino biológico inmutable, sino una enfermedad que puede y debe ser combatida con herramientas médicas avanzadas. Esa idea, que suena a promesa de ciencia ficción, ha puesto a De Grey en el centro de un debate global, fascinando a muchos y despertando escepticismo en tantos otros.

Posee un discurso poco convencional, pero es que su persona tampoco encaja en el molde. Es a conciencia, “el propósito de un científico es estar en la minoría con la mayor frecuencia posible. He desarrollado el hábito de notar cosas que la gente hace y que no tienen mucho sentido, como usar ropa interior”, esta era su confesión a The Times para luego completarla con “y la monogamia es otra de esas cosas. ¿Qué tiene de especial el sexo que es lo único que solo haces con una persona?”. 

No se ha esforzado en maquillar que su biografía sentimental es también singular. “Justifica tu existencia”, cuentan que le dijo a Adelaide T. C. Carpenter la primera vez que se vieron. Suponemos que la respuesta le convenció porque ella, una investigadora consolidada, veinte años mayor que él, acabaría siendo su esposa. También una de las bisagras para que De Grey entrara al mundo de la biología.

No conozco gente que quiera padecer alzheimer, cáncer, artritis o cualquiera de las otras enfermedades que afectan a los mayores. Envejecer es malo, y más vale que lo aceptemos

Aubrey de Grey

Porque el rostro más polémico de la longevidad, trabajó primero como researcher en economía, programación e inteligencia artificial. No fue hasta mucho más tarde que se orientó hacia la biología, obtuvo un doctorado en la Universidad de Cambridge y se volcó en dinamitar el envejecimiento.

Pero ¿qué hay realmente detrás de sus afirmaciones más famosas? ¿Hasta dónde llega la ciencia y dónde comienza la especulación? ¿Por qué el discurso de Aubrey de Grey provoca reacciones extremas?

Aubrey de Grey. 
Aubrey de Grey. Otras Fuentes

El punto de partida: siete tipos de daño

De Grey simplifica el envejecimiento en siete categorías concretas de daño, un marco conceptual que denomina SENS (Strategies for Engineered Negligible Senescence). Según expone en su libro El fin del envejecimiento, prácticamente todo lo que deteriora al cuerpo con el paso del tiempo encaja en alguno de esos siete grupos: mutaciones en el ADN mitocondrial, acumulación de desechos dentro de las células, acumulación de proteínas dañadas fuera de las células, reacciones de glicación que endurecen tejidos, pérdida de células funcionales y riesgo de cáncer derivado de mutaciones cromosómicas…

Un SENS que, por cierto, siguió rodando gracias al dinero que Grey heredó tras la muerte de su madre en 2011 -más de 15 millones de dólares- y el apoyo de algunos pesos pesados de Silicon Valley, como Peter Thiel -sí el de PayPal- otros millonarios tecnológicos fascinados por su promesa de desafiar el reloj biológico.

Aubrey de Grey en una imagen de 2017, en Barcelona, después de una conferencia sobre alargar la vida, con varios de los participantes en la jornada. 
Aubrey de Grey en una imagen de 2017, en Barcelona, después de una conferencia sobre alargar la vida, con varios de los participantes en la jornada. Roser Vilallonga. Propias

La importancia de esta clasificación no es retórica: para él significa que el envejecimiento no es un rompecabezas infinito, sino una lista manejable de problemas para los cuales ya existen líneas de investigación activas. Si cada categoría puede abordarse con una terapia específica —desde células madre hasta ingeniería genética— entonces el envejecimiento, como fenómeno general, puede ser frenado. Lo que nos lleva a dos preguntas y tres críticas.

En mi opinión, el envejecimiento es, con diferencia, el peor problema de la humanidad”

Aubrey de Grey 

¿Viejos es igual a enfermos?

Es uno de los pilares de su discurso. De Grey insiste en que la humanidad debe dejar de tratar el envejecimiento como un proceso irreversible y empezar a verlo como una enfermedad tratable. Es famosa su charla TED en la que pidió a la gente del público que levantara la mano si estaba a favor de la malaria. Obviamente nadie lo hizo. De Grey los tenía justo donde quería. El gesto le sirvió para evidenciar la paradoja: asumimos la vejez como un destino natural que no merece intervención en lugar de como una enfermedad a la que hay que buscar cura. Para él, las consecuencias del envejecimiento —patologías cardiovasculares, degeneración neuronal, pérdida de función inmunológica— no son más inevitables que el daño causado por un virus.

“Si volvemos 200 años atrás, más de un tercio de los niños morían antes de cumplir un año, incluso en los países ricos”. Estamos en el año 2018 y el científico británico interviene en la segunda jornada del III Foro de la Cultura con una conversación titulada El sueño de la inmortalidad. Con esta frase, venía a contarnos que la ciencia cambió esa realidad porque dejó de considerarla inevitable. Su mensaje era una comparación directa: si entonces vencimos la mortalidad infantil al comprender sus causas, hoy deberíamos enfrentarnos al envejecimiento con la misma lógica.

No hay diferencia entre salvar vidas y prolongarlas, porque en ambos casos les damos a las personas la oportunidad de vivir más”

Aubrey de Grey

Lo que, en su momento, se interpretó como una provocación, hoy empieza a ganar cierto apoyo gracias a la investigación sobre el abordaje del envejecimiento a nivel genético. “La gente está comprendiendo que las enfermedades de la vejez no son realmente enfermedades, son aspectos del envejecimiento, efectos secundarios de estar vivo”, apuntaba durante una entrevista reciente. Cambiar la percepción social -el “así ha sido siempre” y dejar de lado el viejo enfoque «geriátrico» para adoptar una visión «gerontológica» es, en palabras de Aubrey de Grey, crucial.

¿Habrá que pasar por la ITV?

Para Aubrey de Grey, la clave para cambiar nuestra relación con la vejez es asumir que el cuerpo humano funciona como una máquina. Una extremadamente compleja, sí, pero una máquina al fin y al cabo y, por tanto, “puede ser sometida a mantenimiento y reparación de la misma manera que un aparato simple, como un coche. Con el cuidado adecuado, un coche puede circular indefinidamente”, insiste el científico recurriendo a una de sus comparaciones más repetidas. 

Según su teoría, si logramos entender ese proceso de forma completa podremos intervenir de manera sistemática, reparando los daños a medida que surgen. Es decir, en lugar de resignarnos, podemos reemplazar las células, eliminar los desechos celulares que dañan al organismo e ir alargando nuestra existencia. Igual que hacen los devotos dueños de los coches de la concentración mensual de clásicos en Montjuïc el último sábado de cada mes.

Aunque para él, esto es secundario. Y es que él defiende que cualquier beneficio en la longevidad que se pueda lograr llega después, “resulta que, históricamente, la principal causa de muerte es… no estar sano. Así que las personas más sanas probablemente vivirán más” y se cuida mucho -muchísimo- de que en su discurso no se cuele el término inmortalidad. “No uses la palabra inmortalidad cuando hables de mi trabajo, es una palabra religiosa. Inmortalidad significa cero riesgo de muerte por cualquier causa, pero no trabajo para evitar que la gente sea atropellada por camiones, yo trabajo para mantenerlos sanos”, le espetó a un periodista de Vice durante una entrevista. 

Porque según este biohacker, moriremos, solo que lo haremos cada vez más tarde. Se une así al club de otros expertos con foco en la longevidad -Raymond Kurzweil o José Luis Cordeiro, entre otros,- que dejan caer titulares como que “el primer ser humano que va a vivir 1.000 años ya ha nacido”.

Ante los críticos, la autodefensa de Aubrey De Grey tiene un claro escudo: si hoy una persona promedio podría aspirar a vivir 110 años sin intervención, con varias generaciones de terapias rejuvenecedoras, tendría la opción de prolongar su vida de manera drástica. No habría un techo natural. El envejecimiento no haría de las suyas.

¿Cómo se cuida un experto en envejecimiento? 

Cinco claves de la rutina que sigue Aubrey de Grey 

1

Despertar natural
Evita el uso de alarmas, prefiere despertarse con la luz natural del día

2

Café y pantallas
Nada más levantarse, se prepara una gran taza de café y revisa sus correos electrónicos

3

Comida sin rigidez
No sigue horarios estrictos para las comidas, ni es un fanático del desayuno. Su dieta es ligera y basada en varios snacks a lo largo del día

4

Movimiento vs ejercicio
De Grey no tiene una rutina de deporte, confiesa que se mantiene activo gracias a la movilidad natural que implica su rutina, como caminar o cargar su equipaje al viajar

5

Medición médica precisa
Realiza chequeos médicos completos y rigurosos para controlar su salud y evita el uso de dispositivos tecnológicos de seguimiento

Elitista, optimista y falto de ética

Las intervenciones de Aubrey de Grey son sinónimo de polémica, y una buena parte de la oposición que enfrenta apunta a tres ejes clave: elitismo, optimismo desmedido y cuestionamientos éticos. Porque las ideas del británico no remueven solo a nivel científico, también lo hacen a nivel filosófico, social y moral. 

Por un lado, de momento, el acceso a este tipo de tecnología está al alcance de unos pocos -él mismo ha confesado en alguna entrevista que tiene “la posibilidad de acceder gratis a servicios médicos que por lo general costarían diez mil dólares”- de modo que su propuesta de extender la vida humana casi indefinidamente parece ser un privilegio exclusivo para los más ricos.

Tengo la posibilidad de acceder gratis a servicios médicos que por lo general costarían diez mil dólares

Aubrey de Grey

Acoso y despido: “El comportamiento detallado en este informe es simplemente inaceptable”

Una investigación independiente elaborada por el bufete Van Dermyden Makus corroboró las denuncias de presunto acoso sexual presentadas por dos antiguas becarias de Aubrey de Grey contra el gerontólogo. Tras conocerse el informe, la SENS Research Foundation lo destituyó como director científico y calificó su conducta de “inaceptable”, pidiendo disculpas a las afectadas y reconociendo su valentía al denunciar.

Ambas mujeres relataron que De Grey utilizó su posición de poder en el ámbito del envejecimiento para acercarse a ellas cuando eran muy jóvenes. Afirmaron además que la fundación conocía otros testimonios desde principios de 2021 y que sin embargo, no actuó. Solo tras hacerse públicas estas acusaciones se inició la investigación que concluyó con la salida del científico de la institución que él mismo había cofundado.

Sin embargo, el punto más polémico quizá sea el de la criogenización, es decir, congelar el cuerpo justo tras la muerte legal para así minimizar el deterioro y permitir que futuros avances médicos reparen lo que ahora parece irreversible. Esta práctica que Aubrey defiende abiertamente -por algo es miembro de la Fundación Alcor-, aunque coherente con su visión científica y su lucha por extender la vida humana, choca con las posturas éticas convencionales y despierta rechazo en muchos, que la consideran una huida irreal y poco ética.

El otro debate que se abre es más hondo: la dificultad para cambiar la narrativa cultural que rodea a la muerte. Supone poner en duda una idea ancestral, algo así como aceptar la muerte de la muerte. Si para muchos su discurso suena a ciencia ficción o a una ilusión peligrosa, no es tanto porque hable de que el ser humano llegue a vivir 20, 50 o 100 años más, sino porque lo que plantea es cambiar por completo la relación humana con el tiempo.

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