Juanito Oiarzabal, alpinista, 69 años: “Soy un superviviente, tendría que estar muerto hace tiempo; he sabido gestionar mi vida, pero he tenido muchísima suerte”
Vips Séniors
El alpinista vasco se ha pasado toda la vida recorriendo el mundo buscando las cimas más altas, lo que le ha convertido en una auténtica leyenda del alpinismo español y mundial
“Soy un adicto a la montaña y soy feliz cuando estoy plenamente en contacto con la naturaleza”, cuenta
El alpinista, a sus 69 años.
Juanito Oiarzabal nació en Vitoria-Gasteiz, pero se ha pasado toda la vida recorriendo el mundo entero buscando las cimas más altas y las aventuras más impensables. Gestas como haber sido la sexta persona del mundo en coronar los catorce ocho miles del planeta —y haberlo conseguido, además, sin oxígeno supletorio— o la primera en escalar dos veces los tres picos más altos del mundo le han convertido en una auténtica leyenda del alpinismo español y mundial.
Sus maneras le han valido el respeto de los compañeros de profesión y sus logros le han otorgado la admiración de quienes le han seguido. A punto de cumplir los setenta años, reconoce a Guyana Guardian que los años pesan y que cada día le cuesta más hacer lo que ha hecho toda la vida, pero imbatible todavía cuando explica su agenda, sigue dejando boquiabierto a quien lo escucha.
Juanito Oiarzabal, cincuenta y cinco años subiendo y escalando los picos más altos del planeta, leyenda del alpinismo español y internacional, ¡le vemos estupendo!
Ahora tengo sesenta y nueve años y el 30 de marzo cumplo setenta. ¡Cómo me van a pesar, hija!
Ui, deduzco que no le está gustando hacerse mayor…
Hacerse mayor forma parte de la vida y una persona como yo, que está de prestado en esta vida, todavía lo celebra más. Porque si echo la mirada atrás y recuerdo los compañeros que he dejado por el camino y que no van a llegar a la edad que tengo yo ahora, veo que soy un auténtico superviviente y un auténtico privilegiado.
Si echo la mirada atrás y recuerdo los compañeros que he dejado por el camino, veo que soy un auténtico superviviente y un privilegiado
¿En qué nota ese hacerse mayor?
Llevo ya casi una década que el rendimiento que yo tenía anteriormente no tiene nada que ver con el de ahora. Las lesiones que he tenido últimamente, la operación de un hombro que ahora solo levanto a 30 grados, las amputaciones de los dedos de mis pies, las terminaciones que contínuamente me dan hormigueo… Yo lo noto mucho. Además, me he engordado debido a dos embolias de pulmón y sobre todo a un covid muy severo que me tuvo ingresado veinticinco días. Todo eso evidentemente me ha mermado. Yo antes era una persona tremendamente activa, y lo sigo siendo, pero me cuesta. Un ejemplo muy claro: mañana mi cuadrilla se va a hacer esquí de montaña al Pirineo con las primeras nevadas que han caído. Pues bien, yo creo que este año no voy a ponerme ni los esquíes.
¿Cómo han cambiado todos estos impedimentos sus hábitos? ¿Cómo es un día hoy en la vida de uno de los alpinistas más reconocidos de nuestro país?
Soy de hábitos normales y muy concretos. Lo mío es sota, caballo, rey. Habitualmente, si estoy en casa en Vitoria, por la mañana voy al gimnasio y tres días a la semana a la montaña, donde doy un paseo de tres, cuatro o cinco horas. Ahora tenemos todas las montañas de aquí al lado nevadas, y es un placer disfrutarlas. También hago la compra y la comida, y por las tardes la partida de mus de tres a seis es imperdonable. Juego todos los días que estoy en casa, y eso lo pongo por delante de muchas cosas en mi vida, porque es una forma de relajarme, de liberarme y de estar tranquilo. Después, un par de cervezas y a casa. Más o menos lo que hace todo el mundo, pero en mi caso con las conferencias. Igual tengo que viajar dos o tres veces al mes.
¡Hombre, tan tranquilo no está entonces!
Bueno, bueno, ¡no paro! Y ahora hemos presentado aquí en Bilbao un documental sobre mi vida, con el que llevamos dos años y que refleja la vida de Juanito desde el principio. Lo presentamos en el Festival de Cine de Montaña de Bilbao Vizcaya, que es probablemente el más importante que hay en toda Europa. Y luego, el documental se irá trasladando y lo daremos seguramente también por Netflix. ¡No me aburro, vamos!
¿Ha dejado del todo el alpinismo?
Estoy ahora con la jubilación activa y acabo de venir hace tres meses del Tíbet con un gran grupo. He estado también en Eslovenia con otro grupo y en primavera voy a hacer la vuelta al Manaslu, que es un 8.000 en Nepal. Luego, más adelante, voy a hacer un trekking a las montañas de Uganda y a ver a los gorilas. Mi vida ya no es lo activa que era, porque yo antes pasaba nueve meses fuera de casa y ahora paso tres o cuatro.
Mi vida ha sido tremendamente intensa hasta hace ocho años, en que ha pegado un bajón muy significativo, y eso ha hecho que me vea más pesado y poco técnico
Pero… ¿Cómo puede aguantar este ritmo? ¡Un trekking en estos lugares debe de ser muy exigente!
¡Antes hacía trekkings mucho más largos! Ahora he estado en el Tíbet dando la vuelta al Kailash, que es una montaña sagrada, algo así como La Meca para los budistas. Pues bien, hemos ido mucho en autobús, hemos hecho mucho viaje cultural y hemos caminado también. Mi vida ha sido tremendamente intensa hasta hace ocho años, en que ha pegado un bajón muy significativo, y eso ha hecho no que me vea como un abuelito, pero sí más pesado, poco técnico. Ahora miro muy bien los lugares donde voy y busco nuevos horizontes que encajen con mi perfil.
¡Madre mía! Intuyo que usted está en muy buena forma física, a pesar de los achaques de la edad, y también mental. ¡Ni sus piernas ni su cerebro tienen descanso!
La mente la tengo bastante clara. Afortunadamente, a pesar de haber estado años y años por encima de 8.000 metros, la altura no me ha afectado a las neuronas y a la falta de riego.
Así pues… aquello que hace la mayoría de personas de jubilarse y disfrutar de todo lo hecho hasta el momento, ¿usted lo contempla?
Yo estoy jubilado, sí, pero me molesta estar demasiado tiempo en casa. Añoro los viajes, estar en nuevos países, comunicarme con otras culturas, disfrutar de sus gentes, de sus valles… Hecho muy en falta todo lo que hacía antes porque yo encima vivo mucho del recuerdo. Yo soy de esos que dicen “¿pero tú sabes lo que yo he hecho?”.
¿Qué es lo que no puede faltar nunca en su vida, tenga salud, esté activo o no?
Tengo muy claro que la montaña. ¡Soy un adicto a la montaña y a la naturaleza! Antes hacía cosas de envergadura, de exposición, de peligro… Ahora, sin embargo, no me queda otra que subirme a la montaña más carismática de Vizcaya. ¡A los setenta años no me da para más! Yo era de los que decía que cuando no pudiera subirme a un 8.000 me subiría a un 6.000, y cuando no, a un 4.000. Ahora me estoy subiendo a los 3.000 del Pirineo, a los 2.500 del País Vasco y a los 2.000 de Vizcaya. Soy feliz cuando estoy plenamente en contacto con la naturaleza y, aunque estoy muy mermado y ya no puedo ir a escalar, ese contacto lo mantengo.
Soy un adicto a la montaña y soy feliz cuando estoy plenamente en contacto con la naturaleza
Cada día hay más personas que están descubriendo que ese contacto con la naturaleza les está proporcionado bienestar y salud…
Sí, no sé qué ha pasado, pero eso de ir al monte y de ir a correr está de moda. ¡Es una auténtica locura, el mundo de la montaña y el del trail! Hay mucha masificación en los 8.000, pero también en la Pica d’Estats, en el Mont Blanc, en el Aneto… Creo que se nos está escapando un poco de las manos. Antes salíamos a la aventura; hoy salen con todo hecho ya: masificación, mucha cuerda fija en las montañas, mucha huella abierta, mucha expedición comercial, mucho dinero por medio y mucho negocio. No hay nada que descubrir.
A pesar de que ahora parece que todo el mundo puede lograr grandes gestas, lo suyo fueron auténticas proezas en tiempos en que no había los recursos y facilidades que hay hoy en día. Y por el camino, además, perdió compañeros. ¿Tuvo miedo en algún momento?
No, y ya no porque ya ha librado. Estadísticamente hablando, yo tendría que estar muerto hace tiempo. Siempre lo llevo en la retina y en el pensamiento: soy un privilegiado. He sabido gestionar mi vida, pero también he tenido muchísima suerte.
De todo lo que ha vivido, Juanito, ¿cambiaría algo?
Nadie es perfecto y he cometido errores. Tengo mis seguidores y también mis detractores. Pero sinceramente no cambiaría nada, porque he tenido una vida tan intensa que he jugado y he conocido la auténtica aventura.
Juanito, ¿qué le hace ilusión para los años que vienen? ¿Cuál es su reto?
Ahora mismo, llegar a los ochenta años con una vida y una calidad más o menos buena. Voy a cumplir setenta y le pido a la vida estos diez años más para disfrutar de la familia, de los hijos, de la cuadrilla, de mis partidas, de la montaña… en la medida de lo posible, para hacer lo que pueda. Luego me da absolutamente igual porque ya no tengo retos a realizar. ¡Después de los 80 ya se ha jodido!
No cambiaría nada de lo vivido, porque he tenido una vida tan intensa que he jugado y he conocido la auténtica aventura
Si tuviera al Juanito de veinte años delante, ¿qué le diría?
Joder, le diría que lo estás haciendo genial. Le diría que eres muy auténtico, único, una persona como la vida misma, natural, y sobre todo tremendamente ambiciosa a la hora de superarte a ti mismo. ¡Eso le diría!
Déjeme acabar preguntándole qué le parece esto de pasar a la historia con un nombre en diminutivo. ¿No le gustaría un poco más de trascendencia y que hablasen de usted como Juan Oiarzábal?
Mira, la película que acabamos de presentar se titula Oiarzábal. Entre Juan y Juanito. Antes se ponían los nombres de los dos abuelos y a mí me pusieron Juan Eusebio, por tanto, con Juan no me identifico. A mí todo el mundo y toda la vida me han llamado Juanito y desde luego me identifico con ese. No atiendo por ningún otro nombre. Y Juanito no es que haya muchos. Me gusta.