Nacho Duato, bailarín, 68 años: “He hecho el ridículo y me he ido con quien no debía, he despertado con alguien que no sabía quién era, pero no me arrepiento”

Vips Séniors

Figura clave de la danza mundial, este “artesano del movimiento”, como se reconoce, asegura encontrarse mejor que a los 50. “Estoy más sereno, más irónico y más calmado, aunque, claro, para un bailarín perder las facultades físicas es una putada”, expone

Compañía de Nacho Duato ensaya para la actuación en Teatre Tivoli

Nacho Duato, a sus 68 años. 

Mané Espinosa / Propias

“La gente se pensaba que yo era un bailarín burgués, pijo, educado, guapito y creído, y ahora sorprende que piense como pienso”. Y así es, ya que últimamente el bailarín y coreógrafo Nacho Duato (Valencia, 1957) acapara la atención de los medios de comunicación: todos le reclaman para que exprese su opinión en tertulias o entrevistas porque ahora sus reflexiones cuentan, sobre todo las políticas, desde que empezó a publicar en su cuenta de Instagram mensajes en contra de las políticas de Ayuso.

Pero, lejos de esas diatribas, a sus 68 años quien fuera director artístico de la Compañía Nacional de Danza durante dos décadas —desde 1990 hasta julio de 2010— sigue más activo que nunca. Viviendo entre San Petersburgo y Madrid, y con la misma vitalidad y tantos compromisos como cuando viajaba por medio mundo. Porque este temporal argumento a modo de controversia, que le sitúa en el ojo del huracán, no opaca una excepcional trayectoria que ha permitido que sus coreografías sean “patrimonio nacional” —como él mismo ha asegurado, con razón, en más de una ocasión— y se preserven gracias a una escuela que lleva su nombre —la Nacho Duato Academy— y a una joven compañía de bailarines que recupera su repertorio.

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Con 51 años ya decía: “Es duro ver ese inevitable deterioro”. 17 años después… ¿Cómo lo está viviendo?

Me refería a mi faceta de bailarín, porque cada vez dominas más el arte de la danza, el escenario y el público, y entiendes de qué va tu profesión, pero el péndulo del tiempo no para y tu cuerpo se deteriora. Es muy triste y paradójico a la vez. Si fuésemos a los 30 años tan maduros como lo somos a los 50, sería una maravilla, pero no es así. Y no pasa nada. Ahora tengo 68 y me encuentro mejor que a los 50, la verdad.

¿En qué sentido?

Estoy más sereno, más irónico, más calmado, más de saber de qué va esta farsa de la vida… aunque, claro, para un bailarín perder las facultades físicas es una putada.

Me encuentro mejor que a los 50, aunque, claro, para un bailarín perder las facultades físicas es una putada

Senior Editor

¿Y hay algo también estético dentro de ese deterioro que le inquiete?

No, no. Una de las mujeres más guapas que he visto es Ángela Molina. Mira cómo está, sin operarse, con arrugas, con su pelo blanco… No entiendo eso de ir en contra del tiempo. Querer estar siempre con 40 años me parece como una traición a ti mismo y a la vida. Operarte, pincharte... Mira el espectáculo que dan todas las chiquitas que a los veinte años ya están todas operadas. Es horrible.

¿Y eso de la juventud divino tesoro?

Sí, pero la vejez también es muy bonita. Mi abuelo vivió hasta los 103, y para mí ha sido una fuente inspiración. Andaba sin bastón, de pronto se puso enfermo y a la semana murió. Pero, claro, aunque tengas genes, tienes que cuidarte durante toda la vida, porque eso no te lo regalan. Llevo cuidando el cuerpo desde que empecé a bailar… y sigo. Ahora de pronto veo a gente que empieza a cuidarse a los cincuenta. Y hablamos, por ejemplo, de ecología y de separar el cartón, de lo orgánicos y el plástico, pero, en cambio, ¿te metes cuerpo cualquier porquería en el cuerpo? No lo puedo entender. Lo único que tienes para toda la vida es tu cuerpo.

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Hablando de su abuelo, precisamente aludía en una entrevista a un consejo suyo: “Lo importante en la vida es tener la llama siempre con la misma fuerza”. ¿Cómo mantiene viva esa llama?

Sí, mi abuelo decía: ahora tienes 20 centímetros de cera y yo tengo sólo un centímetro, pero la llama puede ser la misma; de hecho, una llama con un centímetro de cera es igual de grande que una con 20. Solo tienes que cuidar esa llama, no la puedes poner a la intemperie, ni descuidarla… Hay que alimentar esa llama continuamente. Y lo mismo pasa con el éxito. El éxito para mí es mantener esa llama, conseguir iluminar durante mucho tiempo, aunque sea en un rinconcito de la habitación. Y… bueno, tengo la suerte de que llevo más de 40 años haciendo coreografía, todavía me llaman y funciona mi trabajo.

¿Y cuál cree que ha sido la razón de su éxito?

No ir nunca a la moda ni tratar de ser moderno, ni de ser especial, ni de impactar continuamente. Se trata simplemente de ser tú mismo, de ser único y no engañarte.

Intuyo que retirarse no está en sus planes.

No, no, no, no. Ahora mismo me voy a Rusia, estoy preparando un ballet, luego tengo un estreno … Y después vuelvo a Madrid para estar con la academia, con mis maravillosos jóvenes bailarines. Me voy de gira con ellos en tren, en autobús… Sigo trabajando y seguiré… hasta que el cuerpo aguante.

No me considero artista, me gusta llamarme artesano del movimiento

Senior Editor

Voy con una de las preguntas clásicas. ¿Profesionalmente, qué le queda por hacer?

Mi objetivo es el día a día. En abril, por ejemplo, estreno Raymonda, pero no pienso en el estreno, sino en hacer un solo minuto y medio al día de un ballet que dura dos horas y media. Es como hacer una alfombra o un bordado, hay que ir poquito a poco. Si miras los 40 metros de alfombra que tienes que hacer y ya quieres llegar al final, entonces no avanzas. Así es como yo trabajo.

¿Qué vértigo siente cuando es consciente de que el personaje de Nacho Duato ha trascendido a la persona?

Yo no he conseguido nada. Hago ballets que no están mal y que a la gente le gusta… y ya está. No me considero artista. Me gusta llamarme artesano del movimiento. Artistas son palabras mayores. Además, me gusta mucho el folclore y la artesanía. No hay artesanía fea: los trajes regionales, la música regional, una silla, una casa, una tela, un trozo de cerámica… En mi profesión, el mérito lo tiene el compositor. Por ejemplo, ahora que estoy haciendo Raymonda, es de Aleksandr Glazunov, y luego el que ha hecho el libretto, Marius Petipa. Yo simplemente transcribo lo que oigo y lo pongo en el escenario.

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Antes hablaba de la necesidad de cuidarse. ¿Algún secreto de su rutina que quiera compartir con nosotros? Por ejemplo, para mantener si pelo tan bien.

Pues me lo voy a cortar, porque el otro día me vi en el programa de Marc Giró y dije: parezco Camila, la reina de Inglaterra, con el pelo blanco todo ahí destartalado.

Pues a mí me produce envidia.

Mira, mi mundo es estrenos, recepciones, premios, cócteles… Yo no quiero beber, pero están siempre con el “¿Otro champán?” Y el alcohol es malísimo. Es lo único que me he permitido porque en mi vida he ido a un McDonalds ni he comido una pizza, ni galletas de industriales, ni pan Bimbo… Como muy sano, pero la putada es la bebida, sobre todo en este mundillo.

Nunca he ido a un McDonalds… Como muy sano, lo único que me he permitido es tomar alcohol, aunque es malísimo

Senior Editor

¿Y algún capricho de skin care?

El otro día me compré una crema de La Prairie que me costó 1000 euros y la olvidé en el lounge del hotel. No me cuido nada. Me lavo con jabón normal y ya está. No soy nada presumido para eso. Ahora me han llamado de un instituto de belleza para una sesión gratis de vitaminas en la cara. Suelen hacerlo pero… Nunca voy. Me da un ataque. Soy muy nervioso, no puedo estar parado ahí y que la gente empiece a tocar mi cara.

¿Entonces, cuál es el secreto?

El secreto de una buena cara es tener los huesos bien puestos y no tanto la piel. Si no tienes unos pómulos y una barbilla que te sostengan… Es lo que le pasa a Ángela Molina, que, aunque tenga arrugas, tiene unos huesos muy bien puestos y eso es una maravilla.

Ha estado toda la vida reclamando su espacio… Primero, de niño, cuando empezó a bailar y no le dejaban; luego, dedicándose a una profesión que no se valora lo suficiente, y menos en España…

No se valora nada, en este país la danza no se valora nada.

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También tuvo que reclamar su espacio saliendo del armario. ¿Merece la pena tanta lucha?

Del armario tiene que salir todo el mundo, y no solamente porque seas gay. Todo el mundo tiene que quitarse la máscara, y eso a la gente le da mucho miedo. Yo nunca he tenido una máscara puesta. He tratado siempre de decir lo que pienso y sé que a veces lo que digo a lo mejor molesta. Pero creo que sobre todo un artista, que convoca a la gente a que te venga a ver y que tiene una conversación artística con el público, tiene que posicionarse. Para mí esos artistas que dicen “de política no hablo”… pues entonces quédate en casa y canta en tu casa. Toda esa gente con tantos seguidores tiene que decir lo que piensa, señalar las injusticias e ir en contra de la gente que está tratando de que volvamos al siglo pasado. Al siglo pasado, no: a los años 50.

Otras de las clásicas preguntas: ¿Se arrepiente de algo?

Uno se puede arrepentir de todo, porque todo podría haber sido mejor, pero ¿para qué te vas a arrepentir? No, no me arrepiento de nada. He hecho cosas mal, he hecho el ridículo, habré perdido la cabeza, me he ido con el que no tenía que haberme ido, me he despertado con alguien que a lo mejor no sabía quién era, pero son cosas de las que no puedo arrepentirme y que forman parte de mi vida. Las malas experiencias son tan válidas como las buenas y las vergonzosas, también. Si las aceptas, las vives y las digieres te ayudan a comprender lo que es esta vida.

Nacho Duato posa antes de prensar su nueva Compañía Nacho Duato (CDND).

El bailarín y coreógrafo tiene 68 años. 

EUROPA PRESS / Europa Press

Del armario tiene que salir todo el mundo, y no solamente porque seas gay; todo el mucho tiene que quitarse la máscara, y eso a la gente le da mucho miedo

Senior Editor

Suele decir que nunca se ha enamorado porque no aguanta a nadie. ¿Se ha sentido solo en algún momento?

Soy una persona muy solitaria. En el colegio, me llamaban el patito feo porque iba siempre solo: no jugaba el fútbol, ni al baloncesto… Hace más de 20 años que no estoy con nadie, y lo más que he durado con alguien ha sido un año y medio o dos años, porque no me gusta. Primero, porque no puedo dormir con nadie, y no aguanto que estén con: ¿A qué hora quedamos? ¿De dónde vienes? ¿Qué hacemos? Soy muy libre. Y no me creo la pareja. Esa canción de “No hay bella melodía en que no surjas tú” (letra del bolero Contigo en la distancia)… si tengo a uno al lado que me dice eso, lo tiro por la ventana. (Risas). Otra cuestión es si tienes un proyecto de familia, y te juntas con alguien porque es más fácil cuando son dos y no uno solo. Creo que por eso la gente se casa, pero si no me quiero casar ni quiero tener familia ni nada, para qué voy a estar con un pesado al lado. Hombre, si de pronto pasa… pero no va a pasar porque no ha pasado.

¿Cree que hubiese sido todo más fácil para la gente de nuestra generación si hubiéramos tenido que salir del armario ahora, en 2025, y no años atrás?

Sí, a veces lo pienso. Pero creo que cada uno nace en el año que tiene que nacer, y está muy bien todo lo que hemos pasado, por lo menos en mi caso. Si hubiese tenido tanta distracción como la que tienen ahora los jóvenes, no me habría concentrado en el trabajo tanto como lo hice. Además, ahora todo es tan fácil para ligar… Para nosotros era otro rollo, y me gustaba más. Yo soy muy analógico. Nunca he quedado así de pronto por una app. Además, nunca he tenido esa libertad, porque desde joven era conocido en Holanda y luego aquí, y casi no podía salir por la calle. Así que imagínate ligar. La gente se cree que yo era un ligón y para nada. Mis amigos siempre se quedaban con alguien y yo me iba a casa a dormir solo.

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Los jóvenes son de derechas, leía el otro día. ¿Nos estamos equivocando con los valores que les enseñamos?

Totalmente, pero es que la derecha está muy metida en las redes y ahí los captan. Y es muy normal que vayan en contra de lo establecido, del gobierno, de sus padres. Pero creo que no hay tanto joven de derechas. Es más, creo que en la televisión se les hace demasiado caso. Y en tertulias hay gente que opina que creo que no tendrían ni que invitar, porque un fascista no se le tiene que invitar a una televisión. Tendríamos que ser los de izquierdas mucho más contundentes a la hora de ver a quién invitamos y a quién dejamos hablar y decir barbaridades, ¿no?

¿Y por qué no quiere ser tertuliano?

Opino desde mi Instagram lo que me da la gana. La gente que me quiere escuchar, que se meta mi Instagram. No me quiero meter en el salón de la gente opinando, porque no soy un politólogo ni periodista. Soy un bailarín que opina como un ciudadano más.

Opino desde mi Instagram lo que me da la gana, no me quiero meter en el salón de la gente opinando, no soy politólogo ni periodista

Senior Editor

Es inevitable hablar de Ayuso, a quien dedica una publicación cada semana en sus redes sociales. Esa visceralidad que le genera, ¿cómo la explicaría?

Veo que Madrid está cada vez peor. Me da lo mismo de qué ideología sea. Mi abuelo era de derechas, mi padre fue gobernador con UCD… O sea, mi familia es de derechas, pero era gente inteligente con la que se podía hablar y discutir. Con la señora Ayuso, ¿de qué puedes hablar? Si no sabe hablar. Mira, el señor Fraga hablaba muy bien, aunque era un hijoputa, pero por lo menos se le podía oír, escuchar, hablar…. Esta mujer no sabe ni leer un papel. No soporto a la gente simple e inculta. Por eso me meto con ella, porque además lo que dice no se lo cree y ni siquiera sabe lo que es. Lo mismo me pasa con Almeida. Es gente que no ha viajado, no habla idiomas, se ve que no ha leído… y eso me pone muy histérico, no me puedo callar.

Es inevitable que le pregunte por la situación política actual. ¿Qué podemos hacer para cambiar esta crispación?

Los artistas y la gente que tiene seguidores tienen que hablar, hay que poner la vela en medio de la habitación para que ilumine a todo el mundo y no guardarla debajo de un sillón para que no se vea. Quiero que la gente vea la luz que tengo y que los que concuerdan conmigo, me sigan y así seremos más y más y más. Hay que salir a la calle y hablar. El rey tiene su trono para hacerlo. Ayuso, la Comunidad de Madrid. El ministro, el ministerio y los políticos, el Parlamento. Y yo tengo una ventana que es Instagram. Y cada vez que me hacen una entrevista, digo lo que pienso.

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