Álvaro Bilbao: “El 95% de los miedos de los padres no están sustentados con una base científica”

Crianza

En 2015 el neuropsicólogo Álvaro Bilbao publicó ‘El cerebro del niño explicado a los padres’ , que se ha convertido en un referente en las crianzas actuales. Hablamos con el autor con motivo de este 10º aniversario

Álvaro Bilbao, neuropsicólogo

El cerebro del niño explicado a los padres, del neuropsicólogo Álvaro Bilbao, supera los 400.000 lectores y ha sido traducido a 25 lenguas

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Cuando sus tres hijos eran pequeños, Álvaro Bilbao —doctor en Psicología, formado en instituciones de referencia como el hospital Johns Hopkins de EEUU y especializado en neurociencia—, decidió escribir un libro trasladando todo lo que sabía sobre el cerebro al ejercicio de la paternidad. Así, integrando el conocimiento científico con la realidad cotidiana, surgió El cerebro del niño explicado a los padres (ed. Plataforma), que cumple su décimo aniversario

Traducido a 25 lenguas y con 400.000 lectores, se ha convertido en un long-seller que, aseguran, ha cambiado la forma de criar en miles de familias. Pese este éxito, Bilbao es poco dado a las entrevistas, norma que rompe con motivo de este aniversario. Como sus páginas, a lo largo de la conversación, el autor rezuma sentido común y pasión por la crianza.

Abogo por un estilo de educación que se centra en lo que dicen la ciencia y el sentido común, ¡porque tantas veces concuerdan!

Álvaro BilbaoNeuropsicólogo
libro Alvaro Bilbao

‘El cerebro del niño explicado a los padres’ cumple diez años

ed. Plataforma

¿Por qué cree qué El cerebro del niño explicado a los padres ha tenido este éxito?

Creo que ha conectado con una necesidad que muchos padres, que se sentían un poco huérfanos, tenían de recibir un mensaje un poco más equilibrado. En ese momento teníamos dos modelos de educación muy polarizados: el muy tradicional y el totalmente innovativo. Yo abogo por un estilo que se centra en lo que dicen la ciencia y el sentido común, ¡porque tantas veces concuerdan!

En el libro da pistas para educar y pone ejemplos suyo como padre. ¿Cómo le educaron a usted?

He venido de una educación muy tradicional, donde los límites, las normas y el orden en casa eran muy importantes, pero mis padres no eran especialmente afectuosos: sí que se ocupaban de nosotros, de que tuviéramos lo que necesitábamos, pero todo ello sin que fueran un poquito más afectuosos y cariñosos. Era un poco lo que solía pasar a todos.

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Hoy hay una poderosa corriente de padres y madres que consideran que las crianzas anteriores eran casi como… el Apocalipsis. Que fueron prácticamente maltratados, abandonados. ¿Era todo tan horroroso como algunos dicen?

Creo que depende mucho de la experiencia individual. En consulta de adultos he visto casos de maltratos muy graves y trastornos muy graves relacionados con ellos. Pero, por lo general, creo que la educación que hemos tenido tenía algunos puntos fuertes, como el valor de la disciplina, de la espera y del esfuerzo; la importancia de los límites, las normas y la jerarquía. Todo eso es muy importante, porque se relaciona con áreas concretas del cerebro de los niños que son muy difíciles de trabajar y desarrollar.

De todos modos, claro que, en muchos casos, faltó cariño, tiempo de atención. Ser un poco más conscientes de la psicología infantil: entender que cuando un niño a veces está llorando y te pide brazos, es que realmente necesita que le cojas en brazos. O que por la noche necesitan quizá un poquito de tiempo de atención antes de quedarse dormidos, solos, en su habitación. Pero pensar que todo lo pasado fue terrible y que todo lo nuevo es maravilloso, es un error: está demostrado por la ciencia que hay muchas cosas positivas de la educación pasada y muchos errores de la educación actual.

En la educación que muchos recibimos faltó cariño, tiempo de atención... pero tenía puntos fuertes: el valor de la disciplina, de la espera y del esfuerzo

Álvaro BilbaoNeuropsicólogo

¿Cuál sería el error más grande?

Lo que más vemos es la sobreprotección: padres que quieren dar todo a sus hijos, que les solucionan los problemas, que no quieren que sufran en ningún momento, ni que lloren ni que lo pasen mal. Hay como un estigma de que si tú hijo, llora o sufre, estás haciendo algo mal como padre, cuando, en realidad, es parte del proceso natural de de maduración y parte de lo que nos toca en la vida en algunos momentos.

Tenemos estudios —sobre todo de Japón—, que nos dicen que los niños de hoy en día sufren sobreprotección y que no solo está ligada a mayores problemas y más incapacidad para resolver conflictos, sino que también se ha visto que, comparado con otras generaciones, hay un hipodesarrollo en la corteza prefrontal: es la que controla funciones cognitivas complejas, como la toma de decisiones y el control de impulsos.

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¿Se podría decir que sobreproteger es una forma de maltrato?

Los padres, cuando sobreprotegemos no pensamos que hacemos algo malo. El niño no lo vive como una agresión, pero sí que es verdad que a largo plazo lo que va a provocar son chavales que —lo vemos muchas veces en consulta—, tienen veintipico años y no salen de casa porque, en algunos casos, no tienen habilidades para buscarse la vida.

Continúa ejerciendo como terapeuta familiar: ¿Qué es lo que más les preocupa a los padres en el 2025?

En general, les preocupa mucho el estado emocional de los niños y de los adolescentes. Hay muchos casos de ansiedad y, como mencionaba, muchos casos en los que los hijos no saben resolver las dificultades por sí mismos. Y también hay una parte importante, como siempre ha pasado, que tiene que ver con las faltas de respeto, la falta de límites.

Ser padre o madre nunca ha sido fácil, pero el victimismo sobre los deberes que implica la crianza es algo muy común; sobre todo en redes. ¿Hoy es más difícil que nunca ser padres?

Diría que los desafíos son distintos. Tenemos más información que nunca. Pero a la vez, quizás tenemos menos capacidad de entrega, de esfuerzo. Eso hace que muchos padres estén dispuestos a tener un hijo, pero no a sacrificar vacaciones paradisíacas, ir a conciertos, comer fuera un día de la semana sí y otro también… Y claro, lo viven como una carga. Como psicólogos sabemos de la importancia que tiene el prisma: cómo nos narramos nuestra historia. Y si tú ves un hijo como un ser que te impide hacer planes de ocio fantásticos, pues la paternidad y la maternidad van a ser un sufrimiento. Sin embargo, si lo ves como el privilegio de poder tener una relación profunda y significativa con otro ser humano —que es lo más beneficioso para el cerebro, para la autoestima, para la sensación de bienestar—, lo verás de forma distinta.

Si ves un hijo como una carga, un ser que te impide hacer planes de ocio fantásticos (...) la paternidad y la maternidad van a ser un sufrimiento

Álvaro BilbaoNeuropsicólogo
Álvaro Bilbao

Álvaro Bilbao es una referencia para muchos padres y madres con niños peequeños: tiene más de 2.5 millones de seguidores en redes sociales

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En el libro se enfoca especialmente los primeros seis años de vida, siempre se ha dicho que es una franja fundamental. Pero: ¿qué pasa si resulta especialmente problemática? ¿Es irreversible?

No, para nada. Es verdad que la infancia es muy importante en estos seis primeros años porque hay unas ventanas de oportunidad y también estamos hablando del apego, del vínculo, etcétera. Pero eso no quiere decir que luego no se puedan reconducir muchas de estas situaciones. Tenemos muchos casos de niños que han sufrido abandonos, que vienen de orfanatos en situaciones muy difíciles, que han sufrido malos tratos, abusos… Pero con un trabajo terapéutico, con un acompañamiento bueno, todo eso se puede ir reparando poco a poco. Siempre te va a quedar una huella, pero puedes tener una vida totalmente plena a pesar de una infancia muy difícil. La plasticidad cerebral es muy grande y tenemos que contar con ella para que esos niños se conviertan en adultos sanos.

Hoy existe un miedo enorme por “traumatizar” al hijo: por no haberle dado el pecho, por llevarlo a la guardería, por enseñarles a dormir solos, porque lloren… ¿Son miedos sustentados?

Yo diría que el 95% de los miedos que tienen los padres no están sustentados con una base científica. Lógicamente hay maneras más y menos adecuadas de hacer las cosas, que pueden beneficiar o perjudicar un poquito más a los niños, pero eso no quiere decir que tengan un trauma o que vayan a sufrir.

Los niños tienen traumas cuando hay malos tratos repetidos, cuando son ignorados de forma constante, cuando hay un abandono del hogar por parte de unos progenitores. Pero a veces se nos dice que el que un niño llore durante cinco minutos va a dejar marcas permanentes en su cerebro, y eso no es así. Está claro que el llanto provoca cortisol y el cortisol puede dañar regiones del hipocampo, pero por la misma regla de tres, el estar despierto hasta tarde puede provocar el aumento del cortisol, que tus padres no tengan descanso y se enfaden contigo, etcétera.

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El tema del sueño es una de las cuestiones más espinosas entre generaciones: si dices que has hecho el Método Estivill, te cancelan. Pero, por otro lado, la falta de sueño es un problema real y acuciante…Ha escrito un libro sobre el sueño infantil (‘Todos a la cama’ — Plataforma). ¿Cuál es su postura en este respecto?

Hoy está muy asumido a nivel social tanto que unos padres hagan colecho, como que otros pongan al niño en la cuna. De todos modos, a mí todavía me consultan muchos padres de adolescentes que siguen durmiendo en la cama con ellos. Quieren cambiar este modelo, pero el niño no acepta el cambio o experimenta ansiedad cuando intenta dormir solo. Entonces, sí que sigue siendo un tema de mucho conflicto dentro del núcleo de la familia para muchos.

Los neuromitos abundan en las crianzas. Usted desmonta algunos, como la llamada “estimulación temprana”, muy en boga cuando escribió el libro. ¿Han cambiado las cosas desde entonces? ¿Los padres se lo están tomando más tranquilamente?

Muchas veces pensamos que hay fórmulas mágicas que van a hacer niños que sean superinteligentes, supercapaces… Y, en realidad, los niños necesitan tiempo, conversación, juego y tiempo libre. Fíjate que hace diez años, cuando saqué el libro, muchos padres pensaban que el jugar con la tablet indicaba que el niño era muy inteligente y ahora se ha creado una conciencia social que las pantallas no son buenas durante los primeros años o que una estimulación tipo Baby-Einstein no es necesaria.

Pero los padres siguen buscando: seguramente porque quieren hacer lo mejor posible. Pero fórmulas mágicas, realmente, no hay. La buena educación siempre va a ser la que tenga bastante cariño, lleve bastantes límites y podamos prestar atención a nuestros hijos e ir explicándoles con normalidad cómo funcionan las cosas y mejorando como familia.

¿Cómo lidia usted con las pantallas, con sus hijos, dos ya preadolescentes?

He sido muy estricto: hasta los siete años no han tenido pantallas interactivas. Sí que les dejé ver la televisión: desde que tenían un poquito más de un año, empezaron a verla de vez en cuando, pero pantallas interactivas no tuvieron hasta los doce. No les hemos regalado un teléfono al ir al instituto: pensamos que era todavía un poco pronto, aunque se lo regalamos poco después, porque al final lo necesitan para quedar. Pero las pantallas no es un tema de “todo o nada”: no le das a tu hijo un teléfono con su TikTok, 24 horas al día; sino con condiciones. Le puedes decir: “Lo vas a utilizar el jueves para ver el plan del viernes y el viernes para verte con tus amigas, pero el sábado ya nos lo devuelves”. Mi hija mayor lo usa así desde hace un año. Pero también te digo que en mi casa los niños han visto más tele de la que me hubiera gustado. Sobre todo, después de la pandemia, ahí se nos descontroló mucho… En general, este tema lo intentamos controlar, pero sin volvernos locos y sin mucha culpa.

Está muy ocupado con las formaciones online, pero: ¿Cuál va a ser su próximo proyecto editorial?

Va a ser un libro que voy a titular Parejas felices e hijos felices. Como pasó con El cerebro del niño, tenemos muchos años de conocimientos científicos serios de psicología de pareja, pero la gente no sabe qué factores predicen más el divorcio, una relación duradera, etcétera. Estoy organizando todo el material, porque la relación de pareja también conlleva mucho sufrimiento: veo muchas familias que son padres que se quieren, pero que acaban divorciándose, con hijos sufriendo mucho. Y, a veces, es porque no hay amor, pero otras es, simplemente, porque no fueron capaces de mantener unida esa relación. Entonces, creo que este nuevo libro podía ser una bonita contribución

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