La receta es muy sencilla. Colocas un poco de carne sobre una piedra y la dejas pudrir al aire libre durante unos días. Luego regresas y te encuentras con una apetecible cantidad de gusanos infestando el pedazo de chicha. Una fórmula muy fácil de obtener alimentos nutritivos, al menos para los hambrientos neandertales.
Esta antigua especie humana extinta en realidad no eran el grupo hipercarnívoro que se encontraba en la cima de la cadena alimentaria junto a los leones cavernarios, los tigres dientes de sable, lobos, hienas y otras bestias que consumían cantidades impresionantes de carne para sobrevivir.
Larvas de mosca infestaban los cadáveres
El menú de los neandertales, según un estudio publicado este pasado viernes en la revista Science Advances, incluía mucha más variedad que los filetes de mamut, mamíferos salvajes, pichón asado, mariscos o plantas. El análisis de sus huesos ha revelado una predilección por cosechar puñados de gusanos frescos.
Investigadores de las universidades de Purdue y Michigan aseguran que el Homo neanderthalensis almacenaba sus presas durante meses, priorizando las partes grasas sobre la carne magra y las larvas de mosca que infestaban los cadáveres putrefactos. “Es probable que los gusanos fueran un alimento importante”, dice John Speth, profesor emérito de antropología de la Universidad de Michigan.

Larvas de mosca en la carne
Los niveles extremos de nitrógeno pesado en los huesos descubiertos de los neandertales del Pleistoceno tardío habían hecho creer a los especialistas que su dieta se basaba en la carne casi en exclusiva. El nitrógeno se acumula en los organismos vivos cuando metabolizan las proteínas de sus alimentos.
Una forma más ligera del elemento, el nitrógeno-14, se excreta con mayor facilidad que la forma más pesada, el nitrógeno-15, que se acumula en los organismos con cada paso a través de la cadena alimentaria, desde las plantas hasta los carnívoros, pasando por los herbívoros.
Aunque los niveles de nitrógeno pesado encontrado en los restos óseos de esta especie prima hermana del Homo sapiens los sitúan en la cima de la cadena alimentaria, la realidad es que no habrían podido procesar la cantidad de carne necesaria para alcanzar esos niveles, afirman los investigadores.
Cuanta más carne come un animal, más nitrógeno-15 almacena. Nuestros intestinos, sin embargo, no son los de un carnívoro. Y el hígado humano tiene un límite en el procesamiento de proteínas. Así que los niveles neandertales parecían imposiblemente altos.

Las larvas de la mosca
“Los humanos solo pueden tolerar hasta unos cuatro gramos de proteína por kilogramo de peso corporal, mientras que animales como los leones pueden tolerar de dos a cuatro veces esa cantidad sin peligro”, señala Speth, coautor del artículo.
Es sabido que muchos grupos indígenas de todo el mundo consumen habitualmente gusanos extraídos de la carne putrefacta porque son una gran fuente de proteínas, grasas y aminoácidos esenciales, así que los arqueólogos estadounidenses decidieron explorar esa vía.
Carne verde con larvas blancas
En 1931, el explorador polar Knud Rasmussen dejó constancia de un episodio que vivió junto con algunos miembros de una comunidad Inuit: “La carne (almacenada) ya estaba verde de vieja cuando le hicimos un corte. Fue como si reventara un grano porque estaba llena de larvas blancas. Vi con horror cómo mis compañeros tomaban puñados de gusanos y los comían, disfrutando como si fuera un manjar”.
La doctora Melanie Beasley, de la Universidad de Purdue y autora principal del estudio, descubrió la hipótesis a la que John Speth le daba vueltas desde 2017 y contactó con él para ofrecerle la experiencia que había adquirido trabajando en el Centro de Antropología Forense de la Universidad de Tennessee.

Gusano rojo de maguey en un restaurante de Ciudad de México
El complejo, conocido informalmente como la Granja de Cuerpos, se utiliza para estudiar cadáveres humanos donados. Se dejan descomponer y así los científicos forenses pueden perfeccionar sus técnicas para determinar, por ejemplo, cuánto tiempo lleva muerta una persona. Pero volvamos a los neandertales.
Beasley midió el nitrógeno pesado de muestras de tejido muscular de 34 cadáveres humanos en descomposición y en los gusanos que los infestaban. El nitrógeno-15 aumentó ligeramente a medida que el músculo se pudría (8 partes por mil), aunque fue mucho mayor en las larvas (hasta 43 partes por mil).

El queso 'Casu marzu' contiene larvas de mosca
Los investigadores sugieren que, en lugar de consumir carne con la misma voracidad que los leones y otros hipercarnívoros, el Homo neanderthlanesis adquirían los altos niveles de nitrógeno al comer larvas de mosca, que a su vez estaban enriquecidas con nitrógeno pesado.
Tampoco es que sea tan descabellado. Más allá de los grupos indígenas, actualmente en Asia comen gusanos de bambú, larvas de escarabajos o pupas de gusanos de seda. En Europa, por ejemplo, está el Casu marzu, queso de leche de oveja podrido de Cerdeña que intencionalmente contiene larvas de la mosca.