Ante la escasez crítica de alimentos y el aumento de los precios de productos básicos como la harina, los gazatíes se ven obligados a recurrir a métodos desesperados para sobrevivir. En Jabalia, al norte de la Franja de Gaza, decenas de personas hacen fila frente a un modesto establecimiento donde pueden triturar lentejas y otros granos para hacer pan. En un contexto donde la ayuda humanitaria está bloqueada y el hambre se propaga sin control, moler legumbres se ha convertido en una alternativa vital.
“El hambre que estamos viviendo no se puede describir”, dijo a EFE Mustafa Shalay, de 29 años, desde la zona del conflicto en Gaza. “El pan es lo único que realmente te llena”. Hace un mes que él y su familia no prueban la harina de trigo. En su hogar conviven siete personas, incluidos sus padres y sus hijos, y solo pueden permitirse una comida al día. Por eso, recurre a alternativas más saciantes que una simple sopa. “No sé qué hará la gente cuando se terminen las lentejas y los frijoles”. Desde que comenzó la guerra, Mustafa Shalay ha perdido 17 kilos. Su padre, más de 25.
El hambre como arma de guerra
Se reportan más de 60.000 niños con distintos niveles de desnutrición
Un saco de 20 kilos de harina puede costar hasta 350 euros, mientras que un kilo de lentejas ronda los 5 euros y molerlo cuesta 8 más. Aunque sigue siendo caro para muchos, es una opción más accesible que la harina tradicional.
En paralelo, organizaciones humanitarias también enfrentan límites extremos. World Central Kitchen (WCK), liderada por el chef español José Andrés, anunció el cierre de su última panadería móvil en Gaza debido a la falta de harina provocada por el bloqueo israelí. “Nuestras cocinas se han quedado sin ingredientes. La panadería móvil ya no puede operar”, comunicó un representante de WCK, que en año y medio sirvió más de 130 millones de comidas.
La ONU y otras entidades denuncian una crisis humanitaria masiva: se reportan más de 60.000 niños con distintos niveles de desnutrición, y el número crece cada día. Mientras tanto, Israel sigue ampliando sus operaciones en la Franja, concentrando a la población en el sur y obstaculizando la entrada de ayuda, lo que, según Mustafa Shalay, busca forzar mediante el hambre el desplazamiento de los palestinos.