“Prefiero comer un chuletón con un tinto ligero, porque cuesta más que esta carne y el vino sean mejores amigos sin acompañarlos de una botella de agua”: los tintos se reinventan para adaptarse al consumo actual

Vino

Muchos consumidores agradecen tomarse un vino menos potente y con menos graduación de alcohol, por lo que las bodegas han tenido que reinventarse. “Son vinos con menos alcohol, frescos y muy versátiles, pero no por ello menos complejos”, matiza Juanjo Figueroa, presidente de la Asociación Galega de Sumilleres

Existe una nueva tipología de tintos.

Existe una nueva tipología de tintos. 

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¿Has notado que de un tiempo a esta parte los vinos tintos que te gustan ya no son superconsistentes? Tú que eres un amante del buen vino tinto, ¿has detectado que en el restaurante te están ofreciendo tintos de denominaciones de origen que no sabías que fueran productoras de este tipo de vino y, además, te gustan? ¿Te has fijado que algunos de los platos que preparas en casa no siempre combinan con vinos que antes tomabas con naturalidad? No te preocupes, no se trata de ninguna patología rara, sino que, simplemente, tus gustos forman parte de una tendencia que desde hace algunos años está ganando adeptos.

Hasta hace relativamente poco los vinos buenos, buenos, aquellos que permitían quedar bien en cualquier situación, eran tintos, con mucho cuerpo, con mucha estructura y mucha crianza en barrica. Para que nos entendamos: eran vinos densos que casi se podían masticar. Francia era el modelo de vino de prestigio y los puntos Parker modelaban el mercado y las elaboraciones en el mundo entero. Pero esta hegemonía ya no existe.

Así describe Juanjo Figueroa, presidente de la Asociación Galega de Sumilleres, esta nueva generación de vinos tintos. “Son vinos con menos alcohol, ligeros, frescos y de sorbo largo pero no por ello menos complejos, que se pueden disfrutar tomando una copa a media tarde, con una charla o acompañando una comida; son muy versátiles”. 

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Y no se refiere a los vinos jóvenes de toda la vida, aquellos pensados para consumirse al poco de haberse elaborado, sino que se trata de propuestas, algunas con voluntad de perdurar en el tiempo, que han apostado por aromas y gustos más frutales y en general más ligeros, rebajando la intensidad de la madera en el proceso.

Son muchos los que agradecen tomarse un vino menos potente, y si además tiene un par de grados menos, aún permite sumar una copa más a la velada. Aun así, vale la pena aclarar que la ligereza y el grado alcohólico no siempre están relacionados, y es que hay vinos de zonas cálidas que son ligeros e incluso frescos, a pesar de tener graduaciones un poco más elevadas.

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Hay diversas teorías sobre el origen de esta tendencia. Hay quien lo relaciona con el incremento de temperatura general: como cada vez hace menos frío y las olas de calor son más habituales —lo que podría explicar también el auge de los vinos blancos—, en general se opta por vinos tintos que soportan una temperatura de servicio baja sin perder sus características. Otra posible causa es la evolución gastronómica: comemos platos más ligeros y menos contundentes y el acompañamiento difícilmente puede ser un vino excesivamente intenso que podría anular ciertos sabores.

“Aunque sea carne, prefiero comer un chuletón con un tinto ligero, porque cuando hay estructura y madera en el vino, cuesta más que el chuletón y el vino sean los mejores amigos sin acompañarlos de una botella de agua; en cambio, los vinos potentes me gustan más con una comida con estructura, pero que sea muy jugosa, como un guiso o un plato de cuchara. De esta forma, la tanicidad del vino se suaviza con la salsa y no necesitamos el agua para compensarlo”, detalla Figueroa. 

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Finalmente, hay quien apunta que simplemente estamos ante una moda pasajera que afecta a este sector igual que a cualquier otro de consumo, y de la misma manera que ha llegado, va a desaparecer. En este sentido, el responsable de los sumilleres gallegos cree que no se trata de contraponer una tipología de vinos frente a otros, sino simplemente de dejar espacio para una tendencia del mercado que sin estar cuantificada está a la orden del día.

Y en ello están en zonas históricas de vinos tintos con mucho cuerpo y mucha estructura, como la DO Ribera de Duero y la DOQ Priorat. Toda una vida de dedicación al vino tinto y más de 12 años al frente de la Denominación de Origen Ribera del Duero, permiten a Enrique Pascual afirmar con rotundidad que su territorio cuenta con las características adecuadas para adaptarse a este nuevo paladar. De hecho, ya lo están demostrando con elaboraciones que, sin perder la identidad del tempranillo (tinta del país, o tinto fino, tal como se conoce esta uva en la región), están apostando por elaboraciones que se acercan más a esta manera más suave de entender el vino tinto. 

¿El vino que hacemos ahora en el Priorat es diferente al que se hacía hace 20 años? Por supuesto, pero también lo será dentro de 20 años más

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En este sentido, Salus Álvarez, presidente de la DOQ Priorat, está convencido que no se trata de una ruptura sino tan solo de una evolución natural que se manifiesta igual en el vino que en la comida, un tándem que considera “indisoluble”. “¿El vino que hacemos ahora en el Priorat es diferente al que se hacía hace 20 años? Por supuesto, pero también lo será dentro de 20 años más”, asegura.

Enrique Pascual, por su parte, cree además que hay mercado para todos. “En Ribera del Duero, la convivencia entre vinos más estructurados y vinos más ligeros es posible, no solo en el futuro, por supuesto, sino ya a día de hoy y todos tienen el mismo origen; de hecho, a pesar de lo que pueda parecer, hay una parte del mercado que demanda vinos de corte más clásico y nos parece estupendo que así sea”.

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En un momento en que se consume menos que nunca, pero también mejor que nunca, es una gran noticia para los amantes del vino que en las regiones clásicas de tinto se puedan encontrar elaboraciones que responden a esta nueva tendencia del mercado, en armonía con los vinos de siempre. También lo es que ese cambio en las preferencias haya hecho emerger otras tipologías de vinos tintos.

Juanjo Figueroa cree que antes había menos conocimiento gastronómico en general y que ahora, los profesionales de la restauración y de las tiendas especializadas están abriendo “nuevas ventanas de sabor a los paladares de sus clientes” y deja claro que más allá del fresqueo —es decir, de la necesidad de tomar una copa de vino sola sin más complicaciones—, estos nuevos vinos tintos no son simples ni insulsos. Que sean de trago fácil no significa que no sean grandes vinos.

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