Existen multitud de tipos de leche: entera, desnatada, de almendras…Una infinidad de posibilidades para disfrutar de esta bebida rica en calcio. Y, aunque es un líquido muy consumido, también es uno de los que más rápido se echan a perder.
Aunque depende del envase y de otras características del producto, lo cierto es que no suele durar más de una semana una vez abierta en la nevera, según la Federación Nacional de Industrias Lácteas. Ahora, desde el perfil de Instagram de @realfooding, especializado en alimentación saludable, han aportado un truco para evitar que se desperdicie demasiado rápido.
Se trata de un error que cometemos la mayoría de consumidores y que tiene que ver con la manera en la que se refrigera el producto. “Es muy sensible a cambios bruscos de temperatura”, han explicado los expertos a sus más de dos millones de seguidores.
¿Qué error cometemos al guardar la leche?
Normalmente existe una balda en las neveras localizada junto a la puerta. Es la primera que se ve nada más abrirse y suele ser ahí donde se almacenan todos los líquidos, incluida la leche.
Los creadores de contenido, sin embargo, han contraindicado esta tendencia. Al ser un producto tan sensible a los cambios de temperatura, se debe “evitar dejarlo en la puerta de la nevera”, según han explicado.
En su lugar, el sitio perfecto para almacenar la leche sería la balda del medio. Es ahí donde el frío se conservará mejor y evitará que la leche quede arruinada en mucho menos tiempo del habitual.
¿Qué más errores cometemos en la nevera?
Siguiendo la misma línea de la leche, existe otro alimento que también es muy sensible a los cambios bruscos de temperatura. Se trata de los huevos, que en ningún caso deben conservarse fuera del frigorífico ni en la parte alta de la puerta, pues esta es la zona donde se producen más cambios. “Lo mejor es conservarlos en la parte superior de la nevera”, han sentenciado.
Existe un motivo para este consejo. Y es que “la cáscara del huevo es porosa. Si lo dejas a temperatura ambiente, puede que el huevo se condense, dando vía libre a la contaminación del alimento”, han apostillado.
Por su parte, existe otro error que solemos cometer, esta vez relacionado con la tapa de aluminio del envase de algunos alimentos. Y es que al dejarla se puede producir una “proliferación de microorganismos, al tener contacto con el alimento y el aire en un ambiente húmedo, pudiendo desarrollarse bacterias y levaduras y hongos que pueden contaminar tu alimento”, según han concluido.