Hay chiringuitos informales, donde sentarse a verlas venir en bañador entre cañas frías y bandejas de calamares a la romana. Pero también sofisticados beach clubs de diseño, en los que ver y ser vistos con un cóctel en la mano. Algunos están en playas casi desiertas y otros en el meollo de las más grandes y concurridas localidades turísticas. Por suerte, hay chiringuitos para todos los gustos y ocasiones, como todos estos que encontramos a lo largo de la costa catalana.
Para urbanitas redomados
Si algo tienen las grandes ciudades es que cuentan con una oferta hostelera prácticamente personalizada. Barcelona no es una excepción, así que si recorremos sus playas podremos disfrutar de grandes templos del comer (Xiringuito Escribà), tótems del arroz (Xiroi Ca La Nuri), chiringuitos de ambiente LGTBI, informal y festivalero (BeGay) y algunos tan refinados que nos sentiremos como en una playa remota de un destino vacacional paradisíaco (SALT Beach Club, en los bajos del W Hotel). Están también los de ambiente surfero (Surf House, que emula el estilo de vida californiano), donde se come sano y se luce palmito, y otros que apuestan por el tándem infalible de paella y sangría que enloquece a los turistas.
Can Fisher está especializado en pescados de la lonja y en arroces marineros
Si buscamos una buena cocina marinera de proximidad en un chiringuito de diseño con espectaculares vistas al mar, conviene reservar antes una mesa en Can Fisher, ubicado en la playa del Bogatell. Está especializado en pescados de la lonja y en arroces marineros, los paladares más exquisitos disfrutarán de su selección de ostras y caviar, de arroces como el caldoso con bogavante o de platos como el rodaballo a la leña, que se puede acompañar con una selección de verduritas de temporada al carbón, o las almejas XXL. Su terraza es una delicia.
En calas recónditas
Instalarse en una cala de agua transparente para darse un chapuzón antes de comer es siempre un placer para los amantes del mar. Algunas de ellas cuentan con una oferta gastronómica de un nivel muy alto. Es el caso de Aiguablava, entre Begur y Tamariu, una de las más bonitas de la Costa Brava, donde desde el 2011 se encuentra Toc al Mar.
Su especialidad son los pescados y mariscos cocinados en la brasa de encina, así como los arroces marineros, que se acaban en la misma brasa y presentan un inconfundible toque ahumado marca de la casa. El caldoso de langosta, el fosc del Empordà o la popular paella cuadrada demuestran el compromiso de Toc al Mar con la materia prima de proximidad, y confirman lo que ya sabían sus incondicionales: que se puede degustar una cocina impecable en un lugar con ambiente de chiringuito y saltar al agua nada más tomar la última cucharada del postre. Los carnívoros no tendrán problemas: tienen un entrecot a la brasa de encina y unas albóndigas con sofrito empordanés para mojar pan.
En la preciosa cala de Aiguablava, entre Begur y Tamariu, se oculta el chiringuito Toc al Mar, que abrió en 2011
Si nos desplazamos hasta la cala Cap Roig, entre Platja d’Aro i Calonge, nada mejor que reservar mesa en el chiringuito homónimo para disfrutar de un buen pescado fresco. Ambiente playero, decoración marinera y el ajetreo típico de una cala que nunca para son las señas de identidad de este lugar de ADN cien por cien vacacional, que refleja a la perfección ese espíritu mediterráneo que tan bien se vende fuera de nuestras fronteras. Aquí se viene a comer con los pies llenos de arena y el bañador a medio secar, ya sea alguno de sus pescados, ensaladas o entrantes, todos ellos sabrosos y sin grandes pretensiones.
Cerca de Barcelona
A pocos minutos de Barcelona encontramos numerosos chiringuitos perfectos para trasladarnos, aunque sea por un rato, a otro marco mental. Uno de ellos es Mamut Beach Club, en Viladecans, un lugar que “aunque no es estrictamente un chiringuito, sino un b each club ”, según advierten sus responsables, permite escuchar el sonido del mar mientras agarramos fuerte un cóctel de autor. Su gastronomía no pretende sorprender al comensal, sino satisfacer a un público heterogéneo. Tiene carnes a la brasa, arroces, hamburguesas, algunos pescados (una sepia con mojo picón muy rica) y numerosas opciones de tapeo para compartir. Mención aparte merece una carta de cócteles don- de los clásicos conviven con alguna bomba de relojería tan sabrosona como su Zombi, con ron, cachaça, frangelico, piña y maracuyá.
La Donzella es uno de esos clásicos con las mesas clavadas en la arena, también cerca de Barcelona
También cerca de Barcelona está La Donzella Beach Club, un clásico de Badalona que destaca por unos arroces de gran factura y por sus pescados a la brasa. El enclave es imbatible: está en unas antiguas casitas de madera blancas, con sus puertas de un azul vibrante, que se construyeron en 1929 para que los bañistas se pudieran cambiar. Hoy en día, el espacio mantiene el aspecto original, con parte de las mesas enclavadas en la arena de la playa, y su nombre también hace honor a tiempos pasados. “A la voreta de la mar hi ha una donzella”, rezaba la habanera que cantaba un grupo de amigos cada sábado justo donde ahora se encuentra el chiringuito. En la actualidad, el chef Jordi Armada y su equipo han sabido recoger ese legado y hacerlo mirar hacia el futuro, en un lugar donde reina el producto de proximidad y donde las horas pasan despacio.
En playas abiertas
No solo de calas viven los amantes de los chiringuitos. Algunas grandes playas de arena también tienen rincones con encanto, ideales para hacer un alto en el camino tras un día en remojo. Uno de ellos es Flamingo’s, en la playa del Trabucador del delta del Ebro, donde tanto te sirven un smoothie saludable antes de una clase de kitesurf como te ponen un mojito después. Tienen bocadillos y tapas, una selección de platillos marineros sencillos (ortiguillas, chipirones, calamares a la romana…) y algunas ensaladas. Su ambiente relajado y su atmósfera entre surfera y acogedora hacen de Flamingo’s un chiringuito muy especial, cuyo magnetismo no puede explicarse: hay que vivirlo.
Ocurre algo parecido con otro espacio donde se respira siempre calma playera y buenas vibraciones. Ubicado en una playa infinita, Blue Monkey’s, en l’Estartit, presume de un ambiente familiar pese a encontrarse en uno de los epicentros del turismo veraniego en Catalunya. Sardinas a la brasa, bravas con mucha salsa, verduras de proximidad con pocos aderezos, mojitos hechos con amor y una carta íntegramente sin gluten son solo algunos de sus encantos. De postre tienen cruasanes (sin gluten) con Nutella, y sus sesiones de dj son legendarias en la zona.
Blue Monkey’s, en l’Estartit, presume de un ambiente familiar pese a encontrarse en uno de los epicentros del turismo veraniego en Catalunya
En el Port Natural de l’Estany, en l’Ametlla de Mar, encontramos otra playa preciosa en la que se come de maravilla. Gracias a su buen hacer, la cocina de La Subhasta de l’Estany, muy popular entre los gourmets de la zona, se ha ganado un Solete Repsol y el amor incondicional de los amantes del pescado y el marisco. Aquí se cuida mucho la materia prima, desde el atún Balfegó a las piezas frescas recién llegadas de la lonja vecina, que se cocinan sin parafernalia. Tienen también buenos arroces, como el marinero con tataki de atún. Pero eso no es todo: los fines de semana hay programación de dj, y también alquilan tablas de paddlesurf.
