Durante años hemos creído que las emociones son instintos puros, reacciones automáticas que surgen sin filtro ni control. Pero lo cierto es que las emociones, como casi todo en la experiencia humana, también se construyen. Se aprenden, se moldean, y se refuerzan o se reprimen a través del entorno, la cultura y la educación.
La doctora Alicia Vargas es experta en neurociencia y, en una de sus últimas intervenciones en el podcast de “Marcelo Zegarra”, ha reflexionado sobre cómo se construyen los diversos tipos de emociones.

Entre un 15% y un 20% de la población comparte un rasgo diferencial que les hace vivir las emociones con una mayor profundidad, para lo bueno y para lo malo
“Nos han vendido el cuento de que las emociones son universales”
Aprendiste a nombrar y entender las emociones según tu entorno y tus experiencias. No vienen de nacimiento, se construyen con lo que ves, escuchas y vives: “Nos han vendido el cuento de que las emociones son universales. Simplemente las vamos desarrollando”, comenta Alicia.

El miedo es una de las emociones más poderosas
Observa tu cuerpo. Muchas emociones generan reacciones físicas parecidas. Lo que cambia es cómo interpretas esas señales según lo que te enseñaron: “Si haces un estudio del cerebro vas a ver que tu cuerpo reacciona de manera similar cuando estás con ira, miedo o feliz. Tú lo que haces es darle una connotación, según lo que te han enseñado. Según el contexto en el que has vivido”, señala

Representación de distintas emociones
Atrévete a revisar lo que aprendiste sobre el miedo, la tristeza o la alegría. Puedes cuestionarlo y cambiarlo: “Ni si quiera el miedo es universal. Si tienes miedo a las arañas es porque has visto cuando eras niño a un adulto reaccionar, de manera exagerada frente a ese bicho y te ha generado que lo normal es tener miedo a ese animal. Has adquirido ese comportamiento”, afirma la experta.
Toma el control. Si las emociones se construyen, también puedes reconstruirlas. Tú decides cómo quieres sentir y reaccionar.