Irene Albacete, coach y escritora: “A veces sentimos amor por alguien pero también sentimos que necesitamos irnos, nos damos cuenta de que no queda más que hacer”

Tomar la decisión de marcharse no implica ausencia de amor. Muy por el contrario, muchas veces se ama con tal profundidad que el acto más honesto, más valiente, es soltar. Porque quedarse puede significar traicionarse. Porque a veces, seguir intentando es prolongar una agonía que ambos ya conocen demasiado bien. Decidir irse no es cobardía. Es asumir que la historia, por más hermosa que haya sido, ha llegado a su punto final. Y aunque duela, aunque se parta el alma en dos al cruzar la puerta, hay una dignidad silenciosa en saber decir adiós.

Irene Albacete es psicóloga y, en uno de sus vídeos más recientes de Instagram, habla del doloroso momento en el que uno se da cuenta de que solo le queda una cosa por hacer: “Esta relación no está bien. Necesito irme, necesito alejarme. Cuando tenemos sentimientos por alguien nuestra reacción natural es querer quedarnos, queremos que funcione”, empieza diciendo.

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“Mirarás hacia atrás, entendiendo que todo esto era parte de un proceso mucho más grande”

¿Qué sucede cuando la relación no está bien? La experta explica lo que sucede en nuestra cabeza al ser conscientes de que por mucho que lo intentemos las cosas no van a cambiar: “Es ahí cuando llega ese momento, miras hacia adelante y piensas que ya hiciste todo lo que podías hacer, lo intentaste todo. Intentaste todo lo que estaba en tus manos pero nada cambia. 

Decisión correcta. Irene afirma que la mejor señal de que estamos haciendo lo correcto es ser conscientes de ello. Solo nos faltaba dar el paso definitivo: “Nos damos cuenta de que no hay nada más que podamos hacer y, siendo honestos, una de las primeras señales de que estamos tomando la decisión correcta es que en el fondo ya lo sabemos. Ya sabemos que esa es la decisión correcta”, comenta.

Mirar atrás sin dolor. Marcharse se convierte en una forma de honrar lo vivido, de abrir espacio para lo que vendrá. Porque incluso en el dolor de la partida, hay una semilla de esperanza, la de reencontrarse con uno mismo: “Aunque ahora sientas que no puedas más, la nostalgia ya no te detendrá. Y mirarás hacia atrás, entendiendo que todo esto era parte de un proceso mucho más grande”, termina diciendo.