Los expertos explican que, en determinados momentos de sobrecarga emocional o estrés crónico, el organismo activa un “modo ahorro” para evitar un desgaste mayor. El sistema inmunitario y el nervioso actúan en tándem para protegernos de malos mayores.
El psiconeuroinmunólogo Xevi Verdaguer ha explicado, a través de las redes sociales, cómo la inflamación ligada a la falta de sueño, el estrés crónico o una alteración de la flora intestinal puede provocarnos una sensación de apatía y aislamiento.

La sensación de aislamiento y soledad se puede incrementar en zonas de gran densidad de población .
“Cualquier persona puede tener niebla mental, estar cansado, tener sueño y alterar la conducta de las personas cuando todos padecemos inflamaciones”
Sentirse deprimido no es una cuestión de actitud o un síntoma aislado de la vida moderna. El experto defiende que existe una conexión entre nuestro sistema inmune, el estado de nuestra microbiota intestinal y nuestras emociones: “Lo normal es que si duermes poco o tienes una disbiosis o un patógeno tengas ganas de aislarte socialmente, que no te apetezca encontrarte a la gente”, empieza diciendo.

La soledad es compatible con las redes sociales
Inflamación. Cuando nuestro cuerpo está inflamado, por un descanso deficiente, estrés prolongado por un desequilibrio de bacterias en nuestro intestino, nuestro cuerpo activa mecanismos de defensa que provocan cambios en nuestra conducta: “El cuerpo manda una señal de cierre por obras”, explica el experto.

Una adolescente con ganas de soledad
Cambio de comportamiento. Verdaguer explica cómo esa inflamación puede llevarnos a buscar aislamiento: “Tienes ganas de bajar el volumen de la radio, del televisor y quedarte solo. Vas a comportarte con el resto de personas de manera que asegures que estos te van a dejar tranquilo. Igual te enfadas demasiado y consigues quedarte solo”, advierte.

La soledad puede afectar mucho a la salud mental de los mayores
Excepción. Curiosamente, en momentos de enfermedad, cuando la enfermedad es más pronunciada nuestra necesidad de cercanía con las personas de nuestro entorno se intensifica: “Es curioso que con las personas queridas que pudieron formar parte de tu círculo de confianza, que podrían ser tus cuidadores, cuando estás enfermo y tienes un patógeno, tendrás más apego, más cariño y necesitarás tenerlos más cerca”, afirma.
Señales. En un mundo donde el ritmo de vida nos empuja al límite, es fácil atribuir síntomas como el cansancio persistente y la somnolencia a un estado de niebla mental. Verdaguer señala el papel de las inflamaciones subyacentes en nuestra sociedad: “Cualquier persona puede tener niebla mental, estar cansado, tener sueño y alterar la conducta de las personas cuando todos padecemos inflamaciones”, termina diciendo.