En verano solemos dejar una botella de agua en el interior del coche. Error. Lo que parece un gesto práctico puede convertirse en un riesgo silencioso. Las altas temperaturas que se alcanzan dentro de un vehículo cerrado aceleran la degradación del plástico. En ese proceso, el envase puede liberar compuestos químicos al agua, además de alterar su sabor y olor.
Gemma del Caño es experta en seguridad alimentaria y en una publicación en Meteored, ha enumerado los motivos por los que no hay que beber de una botella olvidada en el coche al sol: “Beber agua de una botella de plástico que has dejado al sol dentro del coche no es buena idea. No lo digo yo, lo dicen la química, la microbiología y el sentido común”, empieza diciendo.

El agua en botella de plástico contiene más microplásticos que la del grifo
Siete motivos por los que no deberías dejar una botella de agua en el coche
Migración de compuestos del plástico. Las botellas de agua están hechas de plásticos seguros para uso alimentario, normalmente PET (tereftalato de polietileno). Antes de llegar a tus manos, han pasado por controles y ensayos de migración. El problema es que esas pruebas se hacen con temperaturas controladas, simulando lo que pasaría en una nevera, en la encimera o en la estantería del supermercado. No tienen en cuenta que la botella vaya a estar horas a 60 o 70 ºC dentro de un coche aparcado al sol: “La botella ya no está cumpliendo con las condiciones de seguridad para las que fue diseñada”, afirma la experta.
Microplásticos. El calor no solo favorece la migración de compuestos químicos, sino que también puede debilitar la estructura del plástico, facilitando que se liberen microplásticos al agua. Son tan diminutos que no los ves, pero ahí están, flotando como un aderezo invisible.

Botella agua
El spa bacteriano. Las bacterias de tu propia saliva, que en condiciones normales no son un problema, encuentran en ese agua tibia un lugar estupendo para multiplicarse: “Si le das tiempo y grados suficientes, puedes estar bebiendo una colonia entera de microorganismos que han decidido montar una fiesta privada en tu botella. Y aunque no siempre suponga una intoxicación grave, lo mínimo que puede darte es una gastroenteritis de campeonato”, advierte Gemma.
Mal sabor. Ese sabor extraño no es tu imaginación: se debe a los compuestos que han migrado del plástico y también a las reacciones químicas que ocurren a altas temperaturas: “El agua, que debería ser insípida y refrescante, se convierte en un brebaje sospechoso que recuerda más a “agua de radiador” que a algo que quieras beber. Si tu paladar lo rechaza, hazle caso.”, afirma la experta.
Menos hidratación de la que piensas. El agua caliente tampoco sacia igual. Cuando tienes sed, tu cuerpo busca frescor, pero ese trago de agua a 40 grados no ayuda mucho. Acabas bebiendo menos de lo que deberías, y eso en un día de calor puede ser un problema añadido. Deshidratación asegurada.

Una mujer bebiendo en una botella de plástico
Riesgo de liberación de acetaldehído. El PET puede liberar una sustancia llamada acetaldehído en condiciones de calor extremo: “No es que te vaya a envenenar con un trago, pero sí altera el sabor y, en cantidades altas, no es nada recomendable”, comenta.
Falsa seguridad. Quizá una vez no te pase nada, dos tampoco, pero cada vez que lo haces estás aumentando las probabilidades de beber agua menos segura.
Recomendaciones
- No dejes la botella en el coche. Llévatela contigo o guarda una botella nueva cerrada en un lugar fresco.
- Usa botellas reutilizables de acero inoxidable: mantienen el agua fresca durante horas y no liberan nada al líquido.
- Si tienes sed y solo hay esa botella en el coche… mejor espera a encontrar otra opción. Beber agua caliente y sospechosa nunca es buena idea. ¡Ah! y llévala (vacía) a reciclar. Envase amarillo.
- Prioriza siempre que puedas el agua del grifo, 300 veces más barata y muchísimo menos contaminante.