Sidi Larbi homenajea a Ihsane Jarfi, el joven belga asesinado por el racismo y la homofobia

Danza en el Grec

La causa de ese boom que experimenta la danza en Grecia es la crisis, apunta Christos Papadopoulos

Una imagen de 'Ihsane', de Sidi Larbi Cherkaoui

Una imagen de 'Ihsane', de Sidi Larbi Cherkaoui

Festival Grec

El Grec encara su fin de semana caliente en lo que a la danza contemporánea se refiere, con la última creación de Sidi Larbi Cherkaoui, Ihsane (viernes y sábado en el Teatre Grec) y otra reciente de Christos Papadopoulos, My Fierce Ignorant Step, que ha agotado entradas en el Mercat de les Flors.

Recién llegado de Nova York, Sidi Larbi presentaba este jueves en Barcelona el que es su cuarto montaje en el Grec, después de Sutra (2008), Dunas (con María Pagés, en 2010) y Puz/zel, que trajo con su compañía Eastman en 2013. Ahora, en su tercer año como director del Ballet du Grand Théâtre de Genève, propone una pieza que continúa la investigación familiar iniciada con Vlaemsch (chez moi) , en 2022, en la que hablaba de su madre y sus raíces flamencas.

Sidi Larbi mezcla bailarines de la compañía del Grand Théâtre de Genève que dirige con otros de la suya, Eastman

 Con la actual Ihsane se centra por un lado en explorar la figura de un padre marroquí al que perdió de joven, al tiempo que rinde homenaje a la víctima de un crimen racista y homófobo en la ciudad belga de Lieja, donde, en 2012, el joven homosexual de origen marroquí Ihsane Jarfi fue asesinado. Fue el primer asesinato homicida calificado oficialmente como homófobo bajo la ley belga.

La música del compositor tunecino Jasser Haj Youssef, las escenografías sensoriales de Amine Amharech, que hablan de paisajes marroquíes, y el vestuario de Amine Bendriouich, inspirado en trajes tradicionales bereberes, son el marco sobre el que Larbi Cherkaoui arma una búsqueda de la paz interior, el fin de los conflictos y las múltiples identidades que coexisten en cada cual, pero también el ciclo infinito de destrucción y renacimiento del mundo.

Sobre una música tunecina, Sidi Larbi recrea cuadros que son un viaje a su Marruecos de los años 80

Sobre una música tunecina, Sidi Larbi recrea cuadros que son un viaje a su Marruecos de los años 80

Festival Grec

Y todo ello haciendo coexistir a bailarines de la magna institución ginebrina y de su propia compañía Eastman. “Toda mi vida he tratado de reconciliar las cosas, acercar diferentes formas de danza -afirma Sidi Larbi-. La danza es un lenguaje universal pero al mismo tiempo hay muchas divisiones. Las instituciones trabajan de forma diferente a las compañías independientes y me gusta acercarlas, tienen mucho que aprender unas de las otras”.

Él mismo era bailarín contemporáneo con Alain Platel y siempre ha trabajado en contextos en los que intenta ser libre, rebelde, anárquico, asegura. “Y busco mantener eso aun dentro de las instituciones. En los últimos 21 años he tenido un background muy clásico, la primera vez con el Ballet de Montecarlo y luego pasé siete años dirigiendo el Ballet de Flandes. Pero ha sido un proceso muy orgánico hasta llegar a las instituciones. Soy muy paciente a la hora de romper esos moldes, esas divisiones, y lo hago de manera consciente”.

Yo no le conocía, pero tenía raíces marroquíes, vivía en Bélgica y era queer, como yo. Y a él lo mataron, así que podrían haberme matado a mí”

El coreógrafo no conocía a Ihsane Jarfi, pero es consciente del paralelismo que se establece entre aquel joven y él. “Tenía raíces marroquíes, vivía en Bélgica y era queer, como yo. Y a él lo mataron, así que podrían haberme matado a mí”. Al mismo tiempo, se cumplen treinta años de la pérdida de su padre, y Sidi Larbi se siente ya preparado para ponerse en su lugar. Honrar a su madre y a su padre es el objetivo. 

“Mi padre me legó la cultura marroquí, la conexión con Oriente Medio, y quería desarrollarlo. Además, el nombre de Ihsane Jarfi significa perfección, amabilidad, forma correcta de comportarse. Y pensé que la paz es como un funeral de todo el mundo árabe, en un momento en que mueren tantos árabes”.

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El coreógrafo la califica, no obstante, de obra ligera, con mucha luz. “Se bebe té, es una celebración de la vida pero también una forma de hacer el duelo, de decir adiós. Es una obra muy nostálgica en la que regreso a los 80, a mi infancia. Tenemos bailarines de Marruecos, actores de Libia, de Túnez... Quería mostrar esa diversidad de Oriente Medio, porque desde Europa lo vemos como si fuera una sola cosa, pero es como comparar a los catalanes con los vascos o los franceses...”.

Christos Papadopoulos

Christos Papadopoulos

Pinelopi Guerasimou

Por otro lado, Christos Papadopoulos muestra My Fierce Ignorant Step , su obra más personal, en la que busca la influencia que la monumental Axion Esti de Mikis Theodorakis, basada en la poesía de Odysseas Elytis, ha tenido en su personalidad artística. Si bien, insiste, no se trata tanto de la música en sí misma, sino del paisaje compartido que evoca.

En esta obra intimista, el coreógrafo minimalista explora cómo el movimiento se convierte en una canción, una en la que los cuerpos de los bailarines conectarán, potencialmente, con los cuerpos del público.

¿A qué se debe el boom de la creación dancística contemporánea en Grecia?

“La crisis ha sido un factor. Cuando las condiciones para la comunidad artística son duras, has de tener muchas ganas de hacer lo que quieres hacer, no cabe ser dubitativo. Si no tocas de pies en tierra, nadie te ayudará. Y que las condiciones sean difíciles hace que las comunidades artísticas estén muy interconectadas y que se comparta el sentimiento de que juntos haremos las cosas posibles”.

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