Recorre el camino de ronda que separa el hotel Melià del núcleo urbano de Sitges acompañado por su esposa y ataviado con unas sandalias y una especie de camisa hawaiana. Terry Gilliam sabe que tendrá que vestirse de gala mañana por la noche para recibir el Gran Premio de Honor del Festival de Cine Fantástico de Catalunya. Reconoce que le da pereza acicalarse y confiesa que los premios no le importan nada, pero se nota que disfruta del sol de octubre en el Mediterráneo y derrocha simpatía con la prensa a la que atiende sin prisas.
Los periodistas le preguntan sobre cuestiones políticas y sobre el 40 aniversario de su obra maestra, Brazil (1985), pero Gilliam, que en noviembre cumplirá 85 años, prefiere recordar sus años mozos, su llegada a Londres en 1967, la explosión de música y locura que reinaban en esos tiempos en la capital británica y su paso por uno de los grupos humorísticos más importantes del siglo XX: “Los Monty Python fuimos los Beatles de la comedia”, asegura con una sonrisa de oreja a oreja.
“Éramos seis personas muy diferentes, que aceptamos trabajar juntas y nos lo pasábamos muy bien”
“Éramos una pandilla de seis personas haciendo justo lo que queríamos hacer y la BBC lo transmitía a millones de personas. ¿Qué más se puede pedir”, dice Gilliam, estadounidense de nacimiento y británico de adopción rememorando el programa Monty Python’s Flying Circus , que la cadena emitió entre 1969 y 1974 y que se convirtió en un fenómeno de audiencia en el Reino Unido.
“Mike Palin y Terry Jones escribían juntos. John Cleese, Graham Chapman y Eric Idle formaban su equipo y yo hacía mi trabajo”, relata Gilliam, que se encargaba de la animación del programa. “Nos reuníamos la semana antes del show y decidíamos qué haríamos. ¡Pum, pum! Y entonces los demás decían: ‘Ah, y Gilliam se hace cargo’. No sabían qué iba a hacer. Y la verdad es que yo tampoco. Podía ser lo que quisiera. Y eso era fantástico. Había que recortarlo, pegarlo, moverlo rápidamente, añadirle algunos sonidos y listo. Todavía recuerdo como algo genial los dibujos animados, el papeleo y la creación de mundos surrealistas”, añade el cineasta.
¿Es Emma Stone una extraterrestre?
Emma Stone y Yorgos Lanthimos forman ya un equipo habitual. El realizador griego ha dirigido a la actriz estadounidense en Pobres criaturas (2023) y Kinds of Kindness (2024). El dúo vuelve ahora a la carga con Bugonia, una cinta bastante loca que pasó ayer por el festival de Sitges. Stone es la dueña y directora de una empresa farmacéutica a la que secuestran dos chiflados, interpretados por Jesse Plemons y Aidan Delbis, convencidos de que es una extraterrestre que ha aterrizado en la Tierra para acabar con los humanos. Stone tiene que rebatir los enloquecidos argumentos de sus captores para intentar recuperar la libertad.
El humor irreverente y enloquecido de los Monty Python no era del agrado de la cadena de televisión: “A la BBC no le caíamos nada bien”. Pero al grupo no le importaba demasiado la opinión del establishment : “Éramos seis personas muy diferentes, que aceptamos trabajar juntas, que discutíamos, pero al mismo tiempo nos respetábamos. Y que lo pasamos muy, muy bien”.
Los Monty Python saltaron de la televisión a la gran pantalla con películas que han dejado huella en la historia del cine como Los caballeros de la mesa cuadrada (1975), La vida de Brian ( 1979) o El sentido de la vida (1983). Después, Gilliam decidió volar en solitario y dirigió cintas como El rey pescador (1991), Doce monos (1995) o Tideland (2005), que es su favorita, aunque “nadie la ha visto, pero es muy especial, con una niña de nueve años como protagonista, me encanta hacer películas con niñas de nueve años como mi nieta”.
Le encanta hacer películas de muchos tipos, pero subraya que cada vez es más difícil. “Hace años que tengo escrito el guion de Carnival: At the End of Days . El reparto es increíble: Johnny Depp, Jeff Bridges, Jason Momoa, Adam Driver, Tom Waits y un par más, pero no tenemos dinero, y sin financiación no puedo levantar el proyecto”, se lamenta.
Así que de momento sigue con su rutina: “Mi esposa dice que soy un desgraciado porque me paso el día quejándome de que no tengo trabajo. Lo soluciono estando en contacto con la naturaleza. Paseo por Hampstead Heath, en el norte de Londres, un espacio enorme en medio de la ciudad y un lugar salvaje donde fotografío flores, hojas y cosas así y eso me llena de vitalidad”, concluye.





