La actriz que no quiere desnudarse

Teatro

Francesc Cuéllar estrena ‘Honestedat’, con una actriz que cuestiona lo que le pide el director

El director d''Honestedat', Francesc Cuéllar, al centre amb els actors Dafnis Balduz i Míriam Iscla

El autor y director Francesc Cuéllar entre los intérpretes Dafnis Balduz y Míriam Iscla

Felipe Mena

Una actriz veterana se niega a rodar una escena de desnudo crucial, desatando un conflicto con su joven director y amigo, una decisión que amenaza con romper la relación. Esta negativa, aparentemente profesional, revela un profundo debate sobre la honestidad artística, el consentimiento y el poder en las relaciones personales dentro del mundo audiovisual”.

Esto reza la sinopsis de la obra Honestedat, escrita y dirigida por Francesc Cuéllar, que se estrenó en el Teatre de Salt dentro del festival Temporada Alta la semana pasada, y ahora llega al teatro Akadèmia de Barcelona, donde se representará durante todo un mes.

Los personajes de Míriam Iscla y Dafnis Balduz tienen una relación profesional, pero también de amistad

La obra que produce Hause & Richman y el teatro Akadèmia tiene un precedente cinematográfico, Jusqu’ici, tout va, que a pesar del título en francés se rodó en catalán en el 2022, cinta en la que Cuéllar, además de autor y director, también era uno de los intérpretes. “De la película, sin embargo, la obra de teatro solo mantiene la mitad, el resto es nuevo”, declara el autor, que ahora repite como director y deja el escenario para dos personajes, la actriz y el director, que interpretan Míriam Iscla y Dafnis Balduz.

Cuéllar da algunos detalles de la pieza: “La actriz no quiere hacer la escena del desnudo, porque le parece que no es una escena honesta, y eso se extrapola a las relaciones humanas”. El planteamiento pretende “profundizar en el concepto de honestidad entre dos personas que se aman, y de qué manera la negativa de la ­actriz puede desestabilizar su ­relación”.

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El vínculo que hay entre la actriz y el director, que pertenecen a distintas generaciones, es el de una buena amistad. Por ello el dramaturgo considera que lo que se pone en juego en la obra es el equilibrio entre los dos platos de la balanza. En uno “está el amor y en el otro el ego, en uno está la voluntad y en el otro los ideales; se trata de intentar ser coherente y de no hacerse daño”. En resumen, se trata de “encontrar que el amor prevalezca en una relación”.

En las muchas capas que tiene la obra, Cuéllar revela un elemento profundo, que para él también está: “Muy de fondo hay una crítica a mi generación, porque nos abanderamos de muchos ideales y de muchas luchas, pero cuando se tiene que poner el cuerpo, los ideales se tambalean”.

Míriam Iscla, que interpreta el papel de la actriz que se niega a hacer la escena del desnudo, considera que “es una obra compleja, con muchas capas y muchos giros, y quizá exactamente hasta el final ninguno de los dos personajes acaba de decir lo que realmente quiere decir”. En la hora y veinte que dura la función, “llegas a la conclusión de que no eres ni bueno ni malo, ni tienes la razón al cien por cien, de modo que la obra da para que surja una conversación posterior”, manifiesta la actriz.

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Dafnis Balduz, que es el actor que hace de director, declara: “Me costó descubrirlo, hasta que me di cuenta de que la obra habla, sobre todo, de amistad, y de cómo la amistad vive esa crisis entre dos amigos”.

Los dos intérpretes coinciden en resaltar el lenguaje que ha usado Cuéllar, “de una manera deliberada”, confiesa el autor. Para Iscla, “es un texto con palabras bonitas e interesantes y que vienen ganas de decirlas; no es un lenguaje elevado, pero sí te hace abrir los oídos, porque es más rico, con palabras que quizá no decimos, pero que sí conocemos”. Y Balduz puntualiza: “Es un lenguaje mezclado, con tacos y ­barbarismos, ahora que no piensen que vienen a ver La corona d’espines ”.

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